La primera misa presencial en la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México en 125 días, tras el cierre de espacios públicos por la pandemia del COVID-19, marcó el retorno de los feligreses católicos a una nueva normalidad, ya que a partir de este domingo, las iglesias, principalmente las católicas, reabrieron.
Cuando la capital del país se encuentra en semáforo naranja, este domingo, a las 12 en punto, un sacerdote ofició una ceremonia para escasos 60 feligreses, muy por debajo de los 2 mil 500 que habitualmente pueden entrar para ser parte de los ritos litúrgicos.
Las autoridades capitalinas acordaron con la Arquidiócesis de México que la ocupación sólo podrá estar a 20 por ciento de la capacidad, los feligreses permanecerán en los templos un máximo de media hora y habrá filtros sanitarios.
Todos los presentes tuvieron que adaptarse a un formato que nunca antes habían visto en una misa tradicional: controles de temperatura e higiene en la entrada; uso de caretas y cubrebocas y un distante saludo de la paz.
De ahora en adelante, quien quiera ir a misa tendrá que llegar mucho más temprano, a expensas de que alguien más se le haya adelantado y no alcance lugar.
“Yo vengo desde Indios Verdes, la verdad es muy bonito, ya esperábamos poder regresar a misa (…) Vengo a pedir primeramente Dios que se acabe todo esto que está acabando con mucha gente y pedir por el mundo entero, para que se componga todo esto” comentó a La Razón Guadalupe Trujano.
En las colonias de Atención Prioritaria, por concentrar el mayor número de casos activos, los centros religiosos no reanudarán misas. Es obligatorio el uso gel y de cubrebocas dentro de los inmuebles, mismos que son sanitizados antes de permitir la entrada de los feligreses. Los sacerdotes, que también deben portar cubrebocas en todo momento, entregaron la comunión en mano, para evitar contacto con los asistentes.
La misa dedicó sus plegarias a la salud, a médicos y a personal de enfermería que se encuentran en la primera línea de contacto con el COVID-19; también se pidió por los miles de fallecidos alrededor del mundo y hasta por el gabinete Presidencial.
“Señor Jesús, médico de nuestras almas y de nuestros cuerpos, nos sentimos desvalidos en esta situación de emergencia sanitaria internacional, pero confiamos en ti, danos la paz y la salud”, pidió el presbítero Salvador González Morales, quien presidió la ceremonia.
Maria Eugenia Rodríguez, quien viene desde Neza, comentó a La Razón: “venimos con una intención, el tema ahorita es la pandemia, entonces pues yo creo que muchos venimos a pedir por eso, tienes que llegar temprano para entrar, pero yo invito a las personas a que vengan, con las medidas necesarias, a poner sus intenciones en manos de Dios”.
Con información de Karla Mora