El proyecto “Impacto de la ceniza volcánica del Popocatépetl en los niveles de contaminación ambiental de la Ciudad de México”, cuya elaboración duró tres años, reveló que el material de origen volcánico desprendido de “Don Goyo” de 2016 a 2019 impactaron directamente en la calidad del aire de la Ciudad de México.
Ana Lillian Martín del Pozzo, investigadora del Departamento de Vulcanología del Instituto de Geofísica de la UNAM, informó que en el estudio se identificó la presencia de material de origen volcánico entre todas las partículas que existen en la capital del país.
Lo anterior es de especial relevancia, pues, si las partículas miden menos de 15 micras pueden alojarse en la parte superior del sistema respiratorio; si son de menos cuatro podrían llegar hasta los pulmones y si tienen menos de una micra se alojarían aún más profundo.
Lo que hemos encontrado es que también tenemos muchas partículas super finas y esto no es nada bueno para la salud. Por eso también mi interés por trabajar con los cubrebocas, reportó.
En ese sentido, consideró que los habitantes de la Ciudad de México deben aprender a convivir con el volcán, ya que éste continúa activo.
El estudio reveló que los materiales volcánicos presentes en el aire de la CDMX no sólo cayeron en los periodos que se detectaron originalmente, es decir, de junio a septiembre, sino también en febrero, octubre y diciembre.
Fue posible, además, precisar el tamaño, la forma y la composición de las partículas, sus variaciones en estos tres años, cuyos resultados se compararon con los de cenizas finas de años anteriores.
“Pudimos observar que por el oriente (Chalco, Nezahualcóyotl) entra la mayor parte de partículas en el verano; unas veces llegan por Milpa Alta y en otras ocasiones lo hacen más al sur, por Tlalpan, por este último camino chocan contra la sierra, dan la vuelta y se distribuyen en la cuenca de México; es decir, hay tres rutas según la dirección y velocidad de los vientos, de los patrones de las columnas y de los volúmenes que expulse el volcán”, explicó la especialista de la UNAM.
Otros de los aspectos que se pudieron resolver fue determinar, a partir de las erupciones del Popocatépetl, cuánto tiempo tardan las cenizas en llegar a la ciudad, registrar su arribo y caída, y diferenciar las partículas volcánicas de otros contaminantes presentes en la atmósfera.
kl