Chacho, la única jirafa macho reproductor del zoológico de Chapultepec, murió el pasado 23 de junio, en plena contingencia sanitaria por Covid-19. La causa, “choque neurogénico por luxación atlantoaxoidea”, en términos llanos, una lesión en la médula espinal. Este ejemplar tenía nueve años, apenas un tercio de la esperanza de vida de las jirafas, que pueden existir hasta 25 años o hasta 35 en cautiverio, como era su caso.
¿Qué ha pasado con los animales del zoológico durante la pandemia? A pesar de que estos centros de exhibición de la vida silvestre se mantienen cerrados al público, sus huéspedes –tigres, leones africanos, pumas, hienas, elefantes, víboras, chimpancés…– siguen ahí, dependiendo de sus cuidadores que, en algunos casos, no pueden atenderlos como lo harían normalmente.
De acuerdo con una solicitud de información realizada por La Razón vía Infomex, desde el 1 de marzo (fecha cercana a la activación de la emergencia sanitaria) hasta el 30 de agosto de 2020, en los tres zoológicos de la CDMX —Chapultepec, Aragón y Los Coyotes—, murieron 184 animales; es decir, en promedio casi 37 por mes o más de uno al día.
Chacho ha sido el caso más emblemático, no sólo por ser el de mayor tamaño, sino por su papel en términos de la conservación de la especie y por su juventud.
Pero no fue el único de la lista de “animales carismáticos” —como define la antropóloga forense María Teresa Menéndez a las especies más famosas y reconocidas por los visitantes de zoológicos—; de acuerdo con la información dada a este medio, un león africano de 14 años murió en el zoológico de Aragón por “choque neoplásico” (que tiene que ver con el desarrollo de un tumor).
MUERTE MASIVA EN UNA ESPECIE 100% MEXICANA
También destaca la muerte de 31 teporingos en los tres zoológicos. Los llamados conejos de los volcanes están en peligro de extinción y sólo viven en las laderas de cuatro volcanes extintos de México central. Su esperanza de vida oscila entre los siete y los nueve años; las edades a las que murieron estos ejemplares son variables, el mayor pereció a los cuatro años y medio y el más pequeño tenía menos de seis meses de nacido.
Menéndez Taboada manifestó su preocupación por el número de muertes en una especie por la que hay una intensa lucha para su conservación. En su opinión, el que hayan perecido en los primeros meses de vida habla de un mal manejo por parte de los cuidadores.
“Podríamos estar frente a casos de negligencia. Digamos, cuando son individuos mayores hay más probabilidades de justificar la muerte; pero aún así, no porque sea un animal considerado senil puede morir de la manera en que están muriendo los animales de los zoológicos, en el abandono”, expuso en entrevista.
En la relación de animales muertos durante los primeros meses de pandemia, presentado por la Secretaría del Medio Ambiente de la CDMX, también hay primates: un mono aullador de manto, que tenía tres meses (viven entre 15 y 20 años), cuya causa de fallecimiento fue un choque metabólico; un tití cabeza de algodón, de 12 años (pueden vivir hasta 24 años en cautiverio); un mono ardilla de dos años (viven de 15 a 21 años), y un tití manos rojas de siete años (pueden vivir hasta 13 años).
“ES NORMAL QUE LOS ANIMALES MUERAN”
El ciclo de la vida es inevitable. Como nosotros los seres humanos, como cualquier especie, los animales no están exentos de la muerte y, aunque su esperanza de vida puede extenderse en los zoológicos, bajo los cuidados de especialistas, no están exentos de enfermarse y morir, así lo explicó Ernesto Zazueta, presidente de la Asociación Zoológicos Criaderos y Acuarios de México (Azcarm).
En una entrevista para La Razón, el experto explicó que en el zoológico de Aragón, las bajas de animales han sido incluso menores en proporción con 2019, gracias a que se implementaron nuevos protocolos, para evitar que contraigan cualquier tipo de enfermedad, incluido el COVID-19.
“Los animales, así como los seres humanos se mueren”, dijo Zazueta, quien afirmó que las 184 muertes de las que tenemos registro no se debieron a falta de presupuesto o al cuidado del personal sino a causas naturales, ya que, insistió, los zoológicos de la Ciudad de México tienen toda la atención de los especialistas.
ZOOLÓGICOS DENUNCIAN ACOSO DE ANIMALISTAS
Ernesto Zazueta denunció que uno de los problemas constantes que los zoológicos de la CDMX deben enfrentar es el acoso por parte de animalistas, quienes, afirmó, “desgraciadamente se montan en temas políticos y lo confunden con el tema de bienestar animal”.
El presidente de la Azcarm aseguró que contrario a lo que varios activistas señalan, los zoológicos y, en particular los de la Ciudad de México, juegan un papel relevante en la conservación de muchas especies en peligro de extinción.
Prueba de ello son los programas de reproducción del cóndor de California y del lobo mexicano, cuyas poblaciones se estabilizaron luego de estar en peligro de extinción. “A los animalistas los mueven los argumentos emocionales y muchos no son especialistas ni expertos”, dijo.
Para ellos (los activistas) es muy fácil criticar a los zoológicos cuando lo que deben hacer es valorar lo que hacen. En el país no existen lugares para llevar a los animales silvestres rescatados, los que atropellan en el tráfico o encuentran en malas condiciones. Los zoológicos de la CDMX y del país hacen esta labor y ellos no lo toman en cuentaErnesto Zazueta/Presidente de la Asociación Zoológicos Criaderos y Acuarios de México
No obstante, en coincidencia con lo declarado por los abolicionistas (a favor de eliminar los zoológicos), el titular de la Azcarm consideró que, dadas las complicaciones para algunos hábitats de animales que viven en climas diferentes al de la CDMX, un área de oportunidad es trasladarlos a otras entidades que se adecúen más a sus condiciones naturales, con el fin de evitar en ellos alguna afectación.
EMERGENCIA SANITARIA REABRE EL DEBATE
Si bien la Secretaría del Medio Ambiente de la CDMX informó que desde marzo se activó el Protocolo de Bioseguridad Aplicable durante la Contingencia de Covid-19 en los zoológicos de Chapultepec, Aragón y Los Coyotes, la emergencia sanitaria reabrió el debate sobre si deben o no existir estos centros de exhibición de la vida silvestre.
Mientras que el gremio de los zoológicos considera que éstos pueden permanecer abiertos en la pandemia, ya que son sitios al aire libre donde además se puede mantener la sana distancia, los abolicionistas señalan que la pandemia es una oportunidad para darse cuenta de que los animales no necesitan que los visiten o que los exhiban.
Y es que, además, los animales no están exentos del COVID-19. Al principio, el protocolo de bioseguridad se dirigió especialmente a los primates; sin embargo, la Dirección General de Zoológicos y Conservación de la Fauna Silvestre decidió ampliar las medidas preventivas a los grandes felinos, por los casos registrados a nivel mundial.
El caso más sonado fue el de un tigre del zoológico de Nueva York, que dio positivo a COVID-19, y al menos seis grandes felinos que mostraron signos de la enfermedad en ese mismo centro.
Frente a este contexto y las más de 180 muertes referidas, los activistas presionan para que estos cierres sean permanentes y aprovechan para exigir que los zoológicos se conviertan en centros de conservación.
Desde septiembre de 2019, el GCDMX aseguró que el objetivo es hacer de los zoológicos, justamente, centros de protección animal; sin embargo, la pandemia ha complicado la continuidad de algunos proyectos.
PANDEMIA EVIDENCIA UN PROBLEMA AÑEJO
Arturo González es veterinario y forma parte del movimiento que rechaza la existencia de zoológicos. Si bien reconoce que los de la Ciudad de México son de los que tienen mejores instalaciones en el país, indica que éstos no dejan de ser insuficientes o no dignos para algunas especies.
No es que yo tenga la impresión de que está mal, sino que objetivamente está mal y hay cosas para comprobarlo: un animal no merece estar sólo en un árbol, sino en muchos, ellos viven en un lugar que podría ser una cochera, merecen otro tipo de vida. Los zoológicos garantizan una sobrevivencia; pero no se trata de eso, sino de que vivan dignamenteArturo González/Veterinario y activista
El también miembro de la ONG Faunópolis afirmó que en el zoológico de Chapultepec se puede ver que, con la pandemia, las condiciones se vuelven peores, “en parte porque no hay un protocolo para supervisar cómo deben ser las instalaciones de los hábitats, lo que existen son simples recomendaciones”.
Como ejemplo, citó el caso del jaguar: en su estancia tiene piletas sin agua, además de que el espacio para nadar es muy pequeño.
“Puntualmente en el de Chapultepec, donde está el jaguar es como un jacuzzi, son albercas del tamaño promedio y estamos hablando de que éste es un animal que tiene necesidades de nadar, de trepar árboles, de correr y estas instalaciones, a pesar de que son de los mejores en tendencia, tiene un lugar muy chiquito”, afirmó.
Además, consideró que los cierres de los zoológicos durante contingencia pueden ser un arma de doble filo: no tener el estrés que implica la exhibición, daría un poco de más tranquilidad al animal; sin embargo, “pasa que muchas veces, los visitantes son los que dan cuenta de las malas condiciones en que se encuentran y son desde donde se genera el activismo, son los supervisores a la institución gubernamental”.
María Teresa Menéndez, quien también es activista en pro de los animales, consideró que el confinamiento ha servido a la población en general para ponerse en el lugar de las especies que viven en los zoológicos.
“Los seres humanos vivimos una mínima parte de su sentimiento: la depresión, la angustia al encierro”, al que están condenados hasta su muerte.