La Basílica de Guadalupe, el histórico centro de encuentro de millones de católicos en el país, se ha convertido en un punto de extremo control del COVID-19, cuando miles de feligreses llegan para pedir por sus causas a la virgen, a pocos días de que el templo quede cerrado, el próximo 10 de diciembre.
Con figuras religiosas monumentales, en familia o en peregrinaciones y hasta de rodillas, miles de personas tuvieron que pasar por los filtros sanitarios que impusieron las autoridades civiles y religiosas, que ofrecen misas de aforo reducido y al aire libre.
Al mediodía de este lunes 7 de diciembre, las autoridades contaron la llegada de 5 mil 679 personas a la Basílica de Guadalupe, una cifra significativamente menor a las del domingo 6, cuando arribaron más de 40 mil católicos.
Los fieles se colocan en filas respetando la sana distancia, el uso de cubrebocas es obligatorio en todo momento dentro de las instalaciones, y, al final de la misa, reparten la hostia, no directamente en la boca, como solía hacerse, si no en las manos.
Los sacerdotes mantienen el llamado a quedarse en casa, ya que las misas son transmitidas por la página oficial de la Basílica de Guadalupe.
"No queremos que por la pandemia su fe desaparezca, no queremos que dejen de ser fieles, no se trata de que por la pandemia dejaremos de seguir a la virgen" dijo uno de los presbíteros que oficiaba la misa.
AG