Vino a remarcar su condición vulnerable

Covid-19, tiro de gracia contra migrantes, comunidad asolada

Les impone más muros y menos oportunidades; los condena a quedar suspendidos en el tránsito, hacinados en albergues, donde enferman y se empobrecen todavía más

Migrantes hondureños llegan a Tecún Uman, Guatemala; un grupo con posibilidades de pagar autobuses pide asilo en la Case del Migrante de esta localidad, antes de cruzar a México. Foto: Cuartoscuro

Si la vida ya era difícil para Julio César, un inmigrante nicaragüense que lleva cinco años esperando cruzar a Estados Unidos, el COVID-19 vino a romper todas sus esperanzas. El riesgo de contagiarse ahora es el menor de sus problemas, cuando el cierre de la frontera y una pandemia imparable lo tienen atado, sin trabajo para mantenerse a sí mismo y a la familia que dejó atrás en 2015.

Cuando Julio César dejó Nicaragua tenía 26 años; era un joven soñador que creyó en que valdría la pena emprender un duro viaje de más de 4 mil 300 kilómetros con tal de “lograr una vida más tranquila o menos difícil” comparada con la que su patria le ofrecía.

Él es uno de los miles de inmigrantes varados en la frontera norte mexicana, en busca de refugio en Estados Unidos, un trámite ya de por sí ralentizado por la saliente administración de Donald Trump, que además quedó suspendido de manera indefinida en un contexto de crisis sanitaria global.

Más que al virus, a lo que le tengo miedo es a no tener trabajo, de por sí no hay mucho para nosotros porque no tenemos papeles, lo poco que yo tenía bajó mucho. Pintaba casas, banquetas, cortaba el pasto… le entraba de todo, pero con esto ya no hubo
Julio César / Migrante nicaraguense

CUANDO SER LEGAL YA NO SIRVE DE NADA

Contar con un permiso legal para trabajar abrió algunas puertas para inmigrantes centroamericanos en su tránsito por México; sin embargo, en un contexto de precarización laboral generalizado, por el COVID-19, tener este estatus ya no significa nada.

"Ahora, conseguir un trabajo, aunque tengas la documentación para hacerlo, es muy difícil porque también hay muchísimos mexicanos que están buscándolo”, señaló a este medio Leticia Baca Meza, del Servicio Jesuita de Migrantes, una organización que trabaja con comunidades en movilidad, en la frontera sur de México.

La trabajadora social explicó que bajo estas circunstancias, los inmigrantes compiten con los desempleados nacionales, quienes, por ejemplo, sí están en posibilidades de entregar un certificado de estudios, algo de lo que carecen los extranjeros indocumentados.

"Tienen tantas preocupaciones básicas que la pandemia no está entre sus prioridades, lo único que buscan es trabajo, para sobrevivir y además para enviar sustento a la familia que dejaron atrás", compartió Leticia.

PARA SUS HIJOS, LA ESCUELA PUEDE ESPERAR

Entre la ola de peregrinos, hay un grupo que desistió en su lucha por el sueño americano y decidió establecerse en nuestro país, a pesar de ello, en las localidades donde se quedaron, no dejan de ser inmigrantes. Muchos, con hijos inscritos en escuelas, optaron por dejar para después la educación de sus niños y niñas.

"A pesar de que algunos ya estaban integrados (en las comunidades donde encontraron refugio), con el COVID-19 su situación se complicó. Una mamá me dijo: ‘si tengo que ir a la papelería a imprimir 200 pesos de hojas, no lo voy a hacer, porque con eso como’”, contó Baca Meza.

Algunos parten solos, otros llevan con ellos a sus hijos, quienes deben interrumpir sus estudios. ı Foto: Cuartoscuro

Al final, agregó, “‘no se van a hacer más burros mis hijos, que se esperen un año', y los dejaron de llevar a la escuela porque no tienen acceso a Internet o televisión, porque su celular es sencillo".

Pero no sólo los niños, jóvenes migrantes, quienes decidieron reanudar su formación a través del sistema abierto, al no tener empleo, suspendieron sus estudios.

"Jóvenes que estaban estudiando la preparatoria abierta, igual que todos los jóvenes en México que estaban en esta modalidad, tuvieron que parar sus estudios", dijo la encargada del área psicosocial del Servicio Jesuita de Migrantes.

infancia migrante en México ı Foto: Armando S. Armenta / La Razón

COMO ERA DE ESPERARSE, ENFERMAN

Con más de 1.7 millones de contagios de Covid-19 en el país, la comunidad inmigrante, en sus condiciones, no está exenta de enfermarse, pero no sólo ellos, también las personas que, desde el altruismo, trabajan para amortiguar un poco sus padecimientos.

Desde la llegada de la pandemia al país, fallecieron dos directivos de casas del migrante en México a causa del virus, uno en San Luis Potosí, Rolando Maldonado Salas, en noviembre de 2020, y Pedro Pantoja, un sacerdote de 76 años que dirigía la casa de Saltillo, Coahuila, apenas en diciembre pasado.

De acuerdo con el último reporte del Ministerio de Salud de Guatemala (22 de enero), al menos 49 personas en la caravana migrante que intenta llegar a México, dieron positivo a COVID-19. Apenas el pasado domingo 17, eran 21 contagios.

El informe también advierte que los migrantes están siendo engañados con pruebas falsas de COVID-19, que compran a 200 pesos.

El mayor grupo de migrantes hondureños sigue en Chiquimula, Guatemala, y se niega a retroceder, mientras las autoridades mantienen el bloqueo para que no puedan avanzar a México, su último paso hacia Estados Unidos.

CASAS DE APOYO SE SATURAN

El cierre de la frontera con Estados Unidos durante las épocas de mayor contagio en ambos países provocó un retroceso en el trámite de miles de migrantes solicitantes de refugio; esto derivó en la saturación de albergues que ya experimentan hacinamiento, lo que los vuelve focos peligrosos durante la pandemia.

La falta de espacio y servicios públicos para atender sus necesidades básicas, llevó, incluso a motines y manifestaciones por parte de los inmigrantes. El primero ocurrió en abril de 2020 en un centro de Instituto Nacional de Migración en Piedras Negras, Coahuila. Ahí, cerca de 80 migrantes tomaron las instalaciones en protesta por la falta de servicios y presunto maltrato por parte de las autoridades.

"Muchos tienen que ser apoyados por las casas de migrantes que están rebasadas y que, a partir de la pandemia, también muchos decidieron cerrar sus puertas hacia nuevos alojamientos", explicó a La Razón el defensor de migrantes, Jorge Andrade.

NO SÓLO DE CENTROAMÉRICA, TAMBIÉN ESTÁ LA MIGRACIÓN INTERNA

Generalmente, comentó Andrade, se habla únicamente de migrantes centroamericanos que llegan a nuestro país con la intención de cruzar a Estados Unidos; sin embargo, las condiciones y flujos de migrantes se viven de manera distinta en todos los estados.

Flujos migratorios en México ı Foto: Conapo

"Tenemos migrantes mexicanos que se van a Estados Unidos, migración interna de comunidades indígenas que se van hacia los campos agrícolas en los estados del norte, además de los que llegan de Centroamerica o caribeños", precisó.

El cierre de fronteras durante la contingencia agravó la situación, pues "lo que no se había realizado tan abiertamente por las políticas migratorias tanto de Estados Unidos como de México en años (bloquearles el paso)", ocurrió durante este periodo, lo que incrementó su situación de riesgo y vulnerabilidad.

Los lugares en los que se encuentran están carentes de servicios, de baño, agua corriente, electricidad, y eso lleva a que ellos estén en riesgo latente de contagiarse
Jorge Andrade / Defensor de migrantes

En el caso de la población indígena, que suele migrar para buscar trabajo en los campos de cultivo de Sinaloa, Sonora o Durango, el riesgo es latente, ya que no existen protocolos de seguridad para sus traslados, ni para que resguarden su salud durante una contingencia.

Y SI ERES MUJER, LA BATALLA ES DOBLE

Si la situación es complicada para las personas refugiadas, el problema se torna con otras características cuando se trata de mujeres. La pandemia trajo consigo una serie de afectaciones particulares para las migrantes.

Cuando antes era "inusual" saber de nacimientos de bebés al interior de alguno de los 11 albergues localizados al interior de la República, durante 2020, cinco de ellos se convirtieron en cuna de hijos de mujeres en tránsito.

Mujeres, niños y hombres han escalado los peldaños para encontrar lugares seguros para poder seguir su camino. ı Foto: Cuartoscuro

Así lo explicó a este medio Berenice Valdez Rivera, coordinadora de políticas públicas del Instituto para las Mujeres en la Migración, (Imumi), quien aseguró que en años previos resultaba hasta "raro" que se diera atención gineco-obstetra y de niñez en los sitios de acogida.

"Antes era verdaderamente inusual y extraordinario que hubiera un nacimiento en una casa migrante", apuntó.

También se hicieron notar los casos de violencia de género, que aumentaron, reportó Valdez Rivera, alrededor de 80 por ciento a lo largo del año. "Hubo un aumento que nunca habíamos identificado en todas las poblaciones deportadas transmigrantes, refugiadas, y en espera de sus procesos".

No contamos con datos reales con los que podamos comparar lo que sucede ahora (en términos de violencia de género entre migrantes) en relación con meses previos a la pandemia porque no hay transparencia
Berenice Valdez / Imumi

LA PARTIDA DE TRUMP NO APORTA NINGÚN CAMBIO

El defensor migrante Jorge Andrade dejó ver que aunque pudiera pensarse que la tensión del gobierno estadounidense se "relajará" con la llegada de Joe Biden a la Casa Blanca, la política migratoria del vecino país continuará igual que con la administración Trump, sobre todo mientras persista la contingencia sanitaria.

"El cierre de fronteras, contenerlos desde Guatemala… es lo que vemos ahora con la caravana que actualmente está en San Pedro Sula, eso se mantendrá"; mientras, quienes resultarán beneficiados serán los polleros (personas que ofrecen ayuda ilegal para cruzar a inmigrantes a EU), dijo, pues durante la pandemia también incrementaron sus tarifas.

Andrade consideró que sería un gran reto ofrecer apoyo y solución a la población migrante, que huye de la violencia, de maltratos y de la pobreza, cuando lo que se encuentran es "saturación de hospitales, semáforos rojos y una economía estancada".

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