El Bosque de San Juan de Aragón, ubicado en la alcaldía Gustavo A. Madero, es uno de los principales pulmones que brindan aire limpio a la capital del país. Sin embargo, amplias zonas del lugar lucen abandonadas, sin vigilancia y sin mantenimiento.
Durante un recorrido que hizo La Razón por el bosque, se pudo constatar la falta de botes de basura en general y de recorte de la maleza en muchas zonas cercanas a la trotapista, principalmente en los alrededores de la entrada A9, por donde transita muy poca gente.
En este acceso, que da a la avenida 508, se observa lo que alguna vez fue una caseta de vigilancia, ahora abandonada, con las ventanas cerradas y paredes pintadas de grafiti. En los alrededores hay vegetación descuidada y botellas de cerveza rotas.
En un tramo de la trotapista hay un espacio de varios metros cuadrados donde se resguardan caballos y ponis, uno de los atractivos a los que pueden acceder los visitantes del bosque.
La zona, con pequeñas construcciones de madera y lámina, está rodeada de una malla negra desgastada, en la que aún se puede observar un sello de clausurado. En los alrededores hay basura, ramas caídas y un charco de lodo que alcanza el camino por donde pasan los corredores.
“Esta área está fea, ya es la colita del bosque y se ve que acá casi no le dan mantenimiento... otra de las cosas que faltan por acá son más botes de basura, en prácticamente todo el recorrido (de la trotapista) no hay”, explicó un visitante.
Por esa área de los ponis son pocas las personas que se animan a transitar, debido a la falta de vigilancia.
La inseguridad también la padecen los comerciantes del bosque, como ocurrió el martes de la semana pasada, cuando cinco puestos fueron saqueados durante la madrugada cerca del acceso 8, una de las entradas con más gente, al estar cerca del Metro.
Los vendedores refieren que sólo hay tres policías en bicicleta para toda esa zona, lo cual es insuficiente, pues no pudieron evitar el saqueo a los puestos.
De la identidad de los delincuentes no quedó rastro, pues las cámaras de vigilancia que están en la entrada no funcionan.
Aunque el bosque fue supuestamente rehabilitado entre 2020 y 2021, se observan zonas con escaso mantenimiento. Por ejemplo, hay señalizaciones del trenecito oxidadas, pintas con aerosol en algunas de ellas, maleza crecida en el área de la trotapista y basura en las áreas verdes.
Cerca del área de estacionamiento, entre los accesos 1 y 2, a escasos metros del balneario, se aprecia un enrejado oxidado y con hoyos, maleza sin cortar y amplios espacios solitarios, a donde los visitantes evitan dirigirse por miedo.
Entre las construcciones abandonadas se observa lo que alguna vez fue una sala de proyecciones desolada, con maleza crecida en sus alrededores y paredes descarapeladas, letreros viejos y oxidados. Las áreas contiguas que alguna vez sirvieron para que la gente se sentara, ahora están vacías y solas.
La señora Helena Ramírez, quien acudió al bosque con su hijo y una sobrina, afirmó que hay áreas donde “el acceso es difícil, que se ven abandonadas, con basura, donde no permito que se alejen los niños, porque se ve muy solo”.
Otro visitante consideró que también hay un problema de cultura de la gente, que no sabe cuidar lo que es de todos.
Ely, la elefanta que sufre en el zoológico
La falta de mantenimiento y de cuidado que se observa en uno de los pulmones más importantes del norte de la capital, se refleja en el Zoológico de San Juan de Aragón.
Este lugar, al que sólo lo separa del Bosque de Aragón la avenida José Loreto Fabela, ha sido foco de recurrentes quejas de organizaciones sociales por la falta de atención a los animales que alberga.
Los visitantes se quejan de que hay varias áreas cerradas, animales en espacios muy estrechos y pocos ejemplares de algunas especies, mientras que los activistas alegan que los albergados sufren maltrato.
La queja más reciente al respecto ocurrió el jueves pasado, cuando un grupo de activistas por la protección de los derechos de los animales solicitó el traslado de Ely, la última elefanta que habita en la Ciudad de México, a un santuario.
Ely, a quien los activistas han calificado como “la elefanta más triste del mundo”, llegó al Zoológico de Aragón en 2012, tras haber sido rescatada de un circo. Ahora padece de enfermedades crónicas que afectan su calidad de vida.
De acuerdo con los activistas, por cuyas demandas se inició un juicio desde el año pasado por el que se busca liberarla, la elefanta no se encuentra en buenas condiciones de salud física ni emocional dentro de este zoológico ubicado en la alcaldía Gustavo A. Madero.
Al respecto, la Jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, señaló este fin de semana que ya se analiza la posibilidad de trasladar a la elefanta a un santuario fuera de México, pero se debe verificar si su estado de salud es apto para soportar un viaje, pues se trata de un ejemplar con diversas enfermedades.
Sobre el tema, la Secretaría del Medio Ambiente (Sedema) afirmó que Ely recibe “todos los cuidados y atención que requiere de sus médicos veterinarios, nutriólogos y cuidadores, y es gracias a ellos y ellas que hoy goza de buena salud”.