Entre los desafíos impuestos luego de la pandemia del Covid-19, destacan las condiciones de confianza y seguridad, indispensables para el retorno de las inversiones y en general, la reactivación de la economía. Al respecto no sólo es notorio el avance de la Ciudad de México en materia de infraestructura y movilidad, sino en la construcción de una sinergia entre las fuerzas sociales y productivas al interior de la capital; y entre ésta y otros estados del país.
Como ejemplo, en el año 2021 el gobierno capitalino encabezado por Claudia Sheinbaum, impulsó con los empresarios la Agenda para la Reactivación Económica de la Ciudad, la cual tuvo entre sus temas principales, la disminución de la inseguridad para brindar certeza a los inversionistas extranjeros y dar inicio a una campaña para activar el turismo y el sector de servicios.
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Lo anterior se suma a un proyecto integral de infraestructura sostenible donde se destacan obras como el Teleférico Urbano más grande del mundo (Cablebús) y el sistema de Trolebús Elevado, único en su tipo a nivel global. El resultado de dicho impulso se refleja en el éxito de la Ciudad de México no sólo en materia de movilidad, sino en términos de desarrollo ambiental, como lo demuestra su primer lugar en el Desafío de Ciudades One Planet City Challenge (OPCC) 2021-2022.
Todo ello, aunado a su dinámica económico-productiva, sitúan actualmente a la Ciudad de México como una de las tres mejores ciudades para vivir a nivel global, según el listado InterNations Expat City Ranking 2022. Lo que permite también la generación de acuerdos como el más reciente entre la CDMX, la UNESCO y la empresa AirBNB.
Lo más importante, sin embargo, es que esta dinámica globalizadora se emprende desde un enfoque de justicia social que busca proteger a los capitalinos de los riesgos inherentes a la globalidad económica. La ciudad no sólo cuenta con internet gratuito, sino con una amplia política de subsidios, al tiempo que sus principales obras de infraestructura se llevan a cabo en zonas populares y se invierte ampliamente a la educación. De este modo, a partir de un enfoque humanista, la capital de México no sólo se proyecta como un foco de interés internacional, sino un auténtico núcleo de desarrollo que busca convertir ese interés en oportunidades para todos los mexicanos.