Una actividad típica para los niños

La curiosa tradición de pedir calaverita con... ¿chilacayotes?

Esta tradición de pedir calaverita se ilumina con las velas encendidas al interior de los chilacayotes que los niños llevan para alumbrar su camino

Calaverita de chilacayote.
Calaverita de chilacayote. Foto: Especial

Cuando se habla de Día de Muertos en México, se habla de tradiciones milenarias y otras que se siguen aferrando ante la llegada desde hace muchos años de las actividades de Halloween, debido a la cercanía que tenemos con Estados Unidos. El pedir calaverita es una de esas actividades que más ilusionan a los niños y que, desde hace muchos, pero muchos años, se lleva a cabo en el país.

Si bien relacionamos el pedir calaverita con una calabaza de plástico, adornada con ojos, nariz y boca en color negro, en diversas partes de la Ciudad de México, el Estado de México y Morelos, los niños y niñas preservan una que nació en nuestro país en la primera mitad del Siglo XX: pedir calaverita con chilacayotes.

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Primero: ¿qué es un chilacayote y para qué sirve?

El chilacayote es una verdura con forma de calabaza lisa que resulta todavía más dulce que la calabaza normal. El chilacayote suele usarse como acompañamiento en sopas de verduras, en caldos de res, en el pipián y también en guisados con carne de cerdo y mole verde.

Se suele consumir en estados como Chiapas, Michoacán y Oaxaca; aunque en Chiapas lo utilizan más para la elaboración de bebidas alcohólicas. Lo que hacen es extraer la pulpa, la combinan con piloncillo y se deja fermentar por varios días.

Por su gran cantidad de antioxidantes, ayudan a frenar la vejez y lo ocupaban los mexicas para curar la hemorroides y también la inflamación, además de nivelar los índices de azúcar en el cuerpo.

Calaverita de chilacayote.
Calaverita de chilacayote. ı Foto: Especial

Ahora sí: ¿cómo es eso de pedir calaverita con chilacayotes?

Niños y niñas que pedían calaverita en la primera mitad del Siglo XX, lo hacían iluminando su andar con chilacayotes que llevaban cargando, como en su momento has visto a los menores llevar su calavera naranja de plástico para ahí depositar sus dulces.

Al chilacayote se le tallan los ojos, la nariz y la boca y al interior se le coloca una vela que, simbólicamente, alumbra el camino de vivos y muertos. Era común que se vieran a los niños y niñas portar estos chilacayotes en el sur-oriente de la Ciudad de México como Tláhuac, Xochimilco, Iztapalapa y Milpa Alta, así como en el Estado de México y en Morelos.

En este sentido, Eduardo Andrés Sandoval Forero explica en el artículo Identidad y tradición cultural en México, que en el Siglo XX los niños se vieron influenciados por referencias culturales estadounidenses, en donde en el tradicional "dulce o truco", los niños portaban calabazas en las que depositaban sus dulces. Se mezclaron los elementos de Halloween con Día de Muertos y "muchos niños, disfrazados de brujitas, se dedican a recorrer las calles y a tocar las puertas de las casas con sus chilacayotes y calabazas en forma de calavera, pidiendo dulces y monedas".

Al menos cien años tiene realizándose esta práctica, por lo que es, sin duda, una de las más luminosas que tenemos a nivel Ciudad de México.

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