La reconstrucción de uno o ambos senos a causa del cáncer de mama no es el único tratamiento para las pacientes, también lo es el decidir vivir sin mamas, tal como lo hizo Sandra Monroy Mandujano, quien, afirmó, que “el cierre estético también es una cirugía reconstructiva” y que unos senos no la definen.
En 2020, debido a la pandemia por Covid-19, Sandra Monroy Mandujano no pudo practicarse un ultrasonido mamario, estudio que desde sus 24 años llevaba a cabo. Un año después, los médicos le diagnosticaron cáncer de mama en etapa 1 y que probablemente le debían quitar un pezón o un seno.
“Hay una frase que a mí me queda muy clara que dijo el oncólogo: ‘las mujeres de tu edad llegan a morir’, y sigo entendiendo la dimensión de esa frase, porque, en efecto, las mujeres de mi edad llegan a morir y a partir de entonces fue cuando empiezo a hacer activismo”, mencionó a La Razón.
El pasado 16 de octubre, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) informó que la tasa de defunciones en mujeres de 20 años y más en la Ciudad de México es de 19.4 por cada 100 mil habitantes. La cifra está por arriba de la media nacional que es de 17.9.
Datos del organismo muestran que entre 2010 y 2023 hubo 13 mil 306 decesos de mujeres por cáncer de mama en la capital. Este periodo, los decesos por esta enfermedad aumentaron 18.7 por ciento en la capital, al pasar de 843 casos a mil uno.
Por ello, autoridades y expertos sugieren a las mujeres, pero también a hombres, autoexplorarse y, en caso de detectar alguna anomalía en sus senos acudir con el médico para descartar cualquier riesgo o bien, para la detección temprana de algún tumor maligno, como lo hizo Monroy Mandujano en la Fundación de Cáncer de Mama (Fucam).
En el lado derecho de su cintura, la joven tiene un tatuaje con la leyenda “no soy lo que me sucedió, soy lo que elegí ser”, y ella, afirmó, optó por no tener pechos, no reconstruirlos y mejor aprovechar su tiempo.
“Yo sé que no es para todas el tema de la reconstrucción, pero también me di a la tarea de investigar qué era una reconstrucción mamaria y me di cuenta de que yo no la necesitaba, o sea, no influía en quién era antes, durante y después de la enfermedad investigué los procesos por los cuales se pasa ya sea con implante o por colgajo.
“Lo que decidí es que nunca he sido unos pechos, o sea, ni antes ni después; que no pienso gastar más de mi tiempo, que es valioso, porque algo me quedó claro: esto es efímero, somos efímeros y mi tiempo vale oro como para pasarla en una recuperación o en un quirófano”, comentó.
De acuerdo con la Sociedad Americana del Cáncer, de Estados Unidos, la mastectomía bilateral disminuye el riesgo de padecer cáncer de mama hasta 90 por ciento.
Monroy Mandujano mencionó que es importante que las pacientes oncológicas conozcan las distintas opciones de tratamiento que pueden llevar después del cáncer de mama y que, a partir de ello, y de la consulta con sus médicos, opten por la mejor opción.
La comunicóloga cuestionó que falta más información sobre los distintos procedimientos y lo que implica cada uno, por ejemplo, las prótesis para la reconstrucción mamaria deben cambiarse en periodos determinados en otros procedimientos quirúrgicos, que hay materiales que pueden causar otro tipo de cáncer, o bien que también pueden usarse tejidos de espalda, muslos u otras partes del cuerpo para ello.
La fundadora del colectivo Tetas y Rayas explicó que incluso en este proceso las mujeres sufren violencia, incluso médica, pues hay una sexualización sobre el cuerpo de las mujeres, en unos casos por no tener senos, en otros por sólo tener uno y en los de reconstrucción, incluso, por las cicatrices o la nula naturalidad en el intento de recuperar una imagen perdida.
“No reconstruirte es una opción y es una opción que debemos empezar a normalizar, yo quiero pensar que en algún momento podemos encontrar a una mujer uniteta, bilateral, con pechos grandes, con pecho chico, con cicatrices, reconstruida, con pezones, sin pezones, tatuadas, no tatuadas.
“Hay una necesidad enorme de socializar la enfermedad. Este cuerpo oncológico no merece ser escondido, no merece ser violentado, merece ser aceptado y aplaudido”, destacó.
Flores, una cura
Monroy Mandujano explicó que, tras la mastectomía bilateral, informarse y consultar con sus médicos, consideró que la mejor reconstrucción, personal, era tatuarse. Su inspiración fueron otras mujeres tatuadas.
Recordó que luego de consultar con sus oncólogos y su oncóloga dermatóloga, sí era candidata para tatuarse; no obstante, le pidieron no hacerlo sobre las cicatrices.
“Hay consideraciones cuando una es paciente oncológica, en mi caso yo no recibí radioterapias, entonces mi piel no estaba tan sensible como quienes reciben radioterapias, tampoco tuve quimioterapias, sino terapia hormonal y la mastectomía.
“La única razón que me dieron los oncólogos es que no tatuara encima de mis cicatrices por cualquier cosa para que fueran visibles, para que pudiera checar si algo no andaba bien, porque es otra de las cosas que no te dicen que estás ahí: que el cáncer puede regresar en la piel”, dijo.
Así fue como contactó a la tatuadora Cecilia Páramo, quien radica en Irlanda, para tatuarse su pecho. Un año fue la espera de la joven activista para tener su tatuaje.
Para la activista, un tatuaje también es una reconstrucción, una que sana, y que combate además la sexualización del cuerpo femenino y el estigma de la falta de uno o ambos senos.
“Para mí significa una reconstrucción no externa, pero sí interna y que, de alguna manera, verme al espejo adquiere otra dimensión.
“Ante un espacio donde todo mundo te dice que es censurado, que nadie quiere ver, que tú no te puedes ver; que hay muchos mitos y discursos de victimización respecto a un cuerpo, que lejos de ser encumbrado y decir: ‘sobrevivió’, es como de ‘mejor no lo enseñes’, ‘va a espantar’, ‘va a traumar a la gente’, me parece que es un error enorme”, dijo.
Así, Monroy Mandujano prefirió que Cecilia Páramo le tatuara flores con colores vivos y un corazón, el cual afirmó es significativo, pues tras la mastectomía bilateral escuchó muy fuerte este órgano.
“Yo no quería taparlas (las cicatrices), porque me siento muy orgullosa de llevarlas. Quería que alrededor se poblara de flores y se poblara al frente de un corazón, porque cuando me quitaron las vendas recuerdo haberme llevado la mano al pecho y pensé que tenía una taquicardia y era el corazón’, nunca lo había sentido tan fuerte y, de alguna manera, me dijeron: ‘claro Sandra, al no tener pechos puedes sentir el corazón. Y dije: ‘claro, lo tengo de frente y quiero tatuármelo’.
“La decisión del tatuaje de las flores era poblar de colores ese pecho y ese lugar que me habían dicho que quedaba completamente árido”, afirmó.
- Mutaciones: estas anomalías vinculadas al cáncer de seno son adquiridas. Esto significa que el cambio ocurrió en las células del seno durante el transcurso de la vida.
- Protooncogenes: cuando estos genes experimentan algún cambio, la célula crece fuera de control y produce más células que crecen descontroladamente. Esto puede causar cáncer.
- Genes supresores: cuando éstos no funcionan adecuadamente, las células pueden crecer fuera de control, producir más células que crecen en forma descontrolada.
- Cambios hereditarios: los genes BRCA (BRCA1 y BRCA2) son supresores de tumores. Cuando uno de éstos genes cambia, ya no suprime el crecimiento celular anormal, y es más probable que se origine el cáncer. Un cambio en uno de estos puede ser transmitido de los padres a los hijos.