Miles acuden a la tradicional alumbrada

Cubren el Panteón de Mixquic con manto de luz color naranja

Centenares de turistas comparten con pobladores las celebraciones; otros camposantos de la capital lucen abarrotados de gente que convive con sus difuntos

A las 19:00 horas sonaron las campanas del Templo de San Andrés para llamar a misa de noche. A esa hora, las velas ya habían sido encendidas.
A las 19:00 horas sonaron las campanas del Templo de San Andrés para llamar a misa de noche. A esa hora, las velas ya habían sido encendidas. Foto: Frida Sánchez, La Razón

La magia y el culto a la muerte regresaron este 2 de noviembre al pueblo de San Andrés Mixquic, en Tláhuac, donde miles de visitantes se reunieron para honrar a sus difuntos, iluminar sus tumbas y llevarles flores.

Poco antes de la medianoche tuvo lugar la tradicional alumbrada —que atrae no sólo a los pobladores del lugar sino a centenares de turistas nacionales y extranjeros— mediante el encendido de cientos de velas de color naranja que iluminaron el camposanto, y que entre rezos, marcaron un “punto de luz” para esas almas que cada año regresan a visitar a sus seres queridos.

Cuando el arrebol anunció la llegada de la noche, las primeras mechas de vela encendidas, las flores de cempasúchil y el humo del incienso comenzaron a posarse sobre las tumbas.

A las 19:00 en punto se escucharon las campanas del Templo de San Andrés que anunciaban la misa de la noche. Para entonces, los destellos de las velas que hacían juego con el anaranjado de las flores de cempasúchil ya inundaban de color las lápidas y los estrechos pasillos.

Cientos de personas acudieron a San Andrés Mixquic, Tláhuac, a adornar las tumbas de sus seres queridos con flores, aserrín de colores, papel picado y pétalos de cempasúchil, para crear formas de calaveras o imágenes religiosas
Cientos de personas acudieron a San Andrés Mixquic, Tláhuac, a adornar las tumbas de sus seres queridos con flores, aserrín de colores, papel picado y pétalos de cempasúchil, para crear formas de calaveras o imágenes religiosas

El ambiente festivo y alegre se impregnó del característico aroma de la flor de los 20 pétalos mezclado con incienso, algo que algunos ciudadanos aseguraron “extrañar” en los últimos dos años.

Don Francisco, un hombre de la tercera edad, quien cada año vuelve al pueblo para llevar flores, acompañado de sus hijos, nietos y nueras, confirmó que este año “volvió la vida, volvió la alegría” de venir a honrar a los muertos.

Cientos de personas visitan el templo de San Andrés, donde se encuentra la figura del "Señor de las Maravillas"
Cientos de personas visitan el templo de San Andrés, donde se encuentra la figura del "Señor de las Maravillas"

Pero la fiesta no se limitó a la noche. Durante el día, el colorido del papel picado y las decenas de catrinas, calacas y demás figuras de papel maché se sumaron a la celebración.

En las calles aledañas al panteón se vio a decenas de comerciantes que ofrecían “pan de pueblo”, chocolate, platillos típicos, flores de todo tipo, decoraciones de papel maché, artesanías y recuerditos.

En los alrededores del templo —que dejó abiertas sus puertas para dar la bienvenida a turistas nacionales y de otros países, que fueron a visitar al Señor de las Maravillas— se vivió una fiesta.

Algunas familias comenzaron a encender velas e incienso para la alumbrada de esta noche
Algunas familias comenzaron a encender velas e incienso para la alumbrada de esta noche

Algunas viviendas abrieron las puertas de sus casas para dejar ver los altares que instalaron dentro, adornados con frutas, fotografías y aquello que tanto adoraban en vida sus muertos. Y en el los alrededores del camposanto, cientos se reunieron para disfrutar de la feria local.

Los festejos en este pueblo iniciaron el 31 de octubre con la colocación de altares llenos de platillos que eran del agrado de los difuntos. El 1 de noviembre en punto de las 12:00 se tocaron las campanas de la iglesia para anunciar la llegada de las ánimas y ayer se encendió la alumbrada en su honor.

Dinora Rosas viajó desde Oaxaca para “disfrutar” de la que consideró “la tradición más arraigada de los mexicanos”.

En San Andrés Mixquic, en Tláhuac, cientos de personas acuden a decorar con flores de cempasúchil, calaveras de papel y regalos para sus seres queridos
En San Andrés Mixquic, en Tláhuac, cientos de personas acuden a decorar con flores de cempasúchil, calaveras de papel y regalos para sus seres queridos

“Venir a la capital en época de muertos sin pasar a Mixquic es como no haber venido, o eso tengo entendido. (...) tenía muchas ganas de venir, pero por una u otra no había podido, luego vino la pandemia”, contó a La Razón.

Más temprano, el resto de los más de 100 panteones de la Ciudad de México lucieron abarrotados de miles de habitantes que pasaron a limpiar tumbas, pintar las cruces y dejar arreglos florales a sus seres queridos.

En el Panteón de Dolores, en la Miguel Hidalgo, se vio a cientos de personas entrar y salir con arreglos florales y globos en mano, acompañados de música, para cantarle a sus muertos sus canciones favoritas.

En el Panteón de San Nicolás Tolentino en Iztapalapa, uno de los más grandes de la ciudad, se vieron decenas de tumbas decoradas con flores.

En los pasillos abarrotados de personas —algunas ya sin cubrebocas ni medidas restrictivas— se escuchó música, y se vio a familias completas disfrutar de un momento junto a los seres queridos que “se les adelantaron” en el camino.

Aunque en términos generales se reportó saldo blanco, no faltaron los incidentes, como el registrado afuera de este camposanto, cuando un hombre aventó su camioneta contra un policía y un reportero, por lo que fue detenido.

DGM

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