Registran 194 fallecimientos por 133 alumbramientos

Más muertes que nacimientos, en Zoológico de San Juan de Aragón

“Es el “patito feo”, dice Marielena Hoyo; este tipo de espacios “van de salida; visitantes lamentan que los ejemplares cautivos “siempre están dormidos”

Ely, la única elefanta que vive en Aragón, fue captada en su soledad habitual, ayer.
Ely, la única elefanta que vive en Aragón, fue captada en su soledad habitual, ayer. Foto: Eduardo Cabrera / La Razón

En el zoológico de San Juan de Aragón, localizado en la alcaldía Gustavo A. Madero, han muerto más animales de los que han nacido en la actual administración.

De 2019 a la fecha, en este que es uno de los tres espacios que albergan vida animal en la Ciudad de México, han nacido 133 animales. Sin embargo, durante esos tres años y medio se han registrado 194 muertes de distintas especies, de acuerdo con información de la Secretaría del Medio Ambiente (Sedema).

En los primeros siete meses del año en curso, este zoológico vio nacer a 20 animales, entre ellos cinco borregos de berberia, cuatro pecaríes de labios blancos, dos faisanes de collar y dos pericos amazónicos.

Pero durante esos meses también murieron 25 ejemplares, de los cuales 10 eran hembras, 13 machos y en dos casos se trató de aves que la dependencia clasificó como de sexo indeterminado.

Esta tendencia en la que mueren más animales de los que nacen se ha mantenido año con año al menos desde 2019, de acuerdo con datos obtenidos por La Razón vía transparencia.

El año pasado murieron 43 animales en ese zoológico, y apenas se registraron 29 nacimientos. En 2020, el año más crítico de la pandemia, hubo 56 muertes y 41 nacimientos. Y un año antes se registraron 70 muertes contra 49 alumbramientos.

En un recorrido por el lugar se observaron jaulas en mal estado o espacios donde pese a la amplitud, apenas se perciben a lo lejos algunos animales, los cuales yacen echados por largos periodos, lo que da una percepción de cansancio o debilidad.

Los zoológicos de tipo urbano, los que están dentro de las ciudades, yo creo que ya van de salida, y realmente alimentarlos con seres que tienen que padecer un cautiverio muy miserable, porque esa es la verdad, sería realmente poco indecente y poco moral
Marielena Hoyo<br>Exdirectora del Zoológico de Chapultepec

Carla Mejía, una visitante frecuente del lugar, comentó que ahora acude este zoológico por la cercanía a su domicilio, pero “prefiero Chapultepec, porque hay más animales y están más activos”.

Otros visitantes entrevistados se quejaron de que hay falta de mantenimiento, pocos ejemplares y los que se alcanzan a ver, “siempre están dormidos”.

Un caso emblemático de apatía y aparente descuido es la elefanta Ely, respecto a la cual se han publicado en este medio opiniones de expertos que aseguran que el solo hecho de estar solitaria afecta su salud y su estado de ánimo.

Marielena Hoyo Bastien, quien fuera directora del Zoológico de Chapultepec durante tres sexenios, dijo a La Razón que desde su creación, el siglo pasado, el de Aragón “ha sido el patito feo de los zoológicos de la capital”, pues desde siempre ha albergado a menos ejemplares que el de Chapultepec, pese a que sus dimensiones son mayores.

“El Zoológico de Aragón no tenía un cierto propósito como lo tiene el de Coyoacán, de que fueran especies locales nada más; se inauguró teniendo elefantes, jirafas y animales de todas partes del mundo. Su conformación fue de tipo radial, que se le llamaba en ese entonces, de manera que partía del centro el encierro de los animales y se abría hacia el público”, indicó.

La especialista mencionó que pese a sus dimensiones ya que en su momento fue más moderno que el de Chapultepec, el área construida se reduce a un mínimo espacio.

Y reveló: “Cuando a mí me tocó estar al frente de los dos zoológicos, lo primero que me llamó la atención fue la fruta que se recibía en Chapultepec contra la de Aragón, siendo que el proveedor era el mismo.

“Allá recibían fruta de tercera y si se podía de cuarta calidad. Entonces ahí también es que ese zoológico ha atravesado por administraciones muy lamentables”.

Ven viable cierre de zoológicos. Marielena Hoyo consideró que los zoológicos urbanos, específicamente los ubicados en la capital del país, ya cumplieron “su papel y su propósito”, por lo que sería conveniente proceder a su cierre.

A estas alturas, dijo, hacer un reclamo por la falta de animales ya es contraproducente.

“Los zoológicos de tipo urbano, los que están dentro de las ciudades, yo creo que ya van de salida, y realmente alimentarlos con seres que tienen que padecer un cautiverio muy miserable, porque esa es la verdad, sería realmente poco indecente y poco moral.

“Los zoológicos de la Ciudad de México, inmersos en una capital contaminada ambientalmente, sonoramente, lumínicamente, que carecen de espacios, que tienen un acoso del entorno terrible, sería muy triste que se siguieran fomentando”, enfatizó.

Advirtió que la gente exige que haya más animales cautivos; sin embargo, acotó, existe una tendencia mundial de buscar la eliminación de este tipo de establecimientos, para terminar con el cautiverio y dejar a las especies en espacios más naturales.

“Estamos a un nivel de conocimiento y práctica que no requiere ya de mantener criaturas cautivas por toda su vida en espacios muy cuestionables. Reivindicar a los zoológicos sería traer criaturas al cautiverio, los zoológicos deberían estar reflexionando que ya no pueden con ellos y deberían de controlar las poblaciones”, indicó.

La especialista comentó que los espacios que actualmente albergan zoológicos urbanos podrían convertirse en áreas verdes, lugares “verdaderamente educativos” o reservas que permitan su conservación.

Un ejemplo de lo contraproducente del cautiverio, comentó, es lo que ocurre con el teporingo, un animal en peligro de extinción por el que ha habido polémica en las últimas semanas, al tratarse de una de las especies que más mueren dentro de los zoológicos capitalinos.

“El teporingo es un animal del área de los volcanes del Valle de México, y yo no conozco en ningún momento que los zoológicos estén trabajando a nivel de conservación in situ, ¿qué necesidad hay de reproducirlos como locos al son de que están en vías de extinción, si no los están cuidando genéticamente y mucho menos le están retribuyendo a la naturaleza poblaciones para que entonces valga la pena el cautiverio?”, se preguntó.

“Me parece indecente que se tengan poblaciones tan viciadas, sobre todo sin ningún programa”, remató.