En México, son dos los pueblos famosos por la elaboración de esferas navideñas: Chignahuapan, Puebla y Tlalpujahua, Michoacán. Sin embargo, esta actividad no es exclusiva de esas localidades.
En un pequeño taller localizado en la colonia Agrícola Metropolitana, en la alcaldía Tláhuac, Josefina Aguilar y su familia trabajan “a todo vapor”, como dicen ellos, para fabricar con sus propias manos cientos de esferas de vidrio soplado para la época decembrina.
Este negocio surgió en el 2006 como un proyecto familiar que ha crecido a través de los años hasta alcanzar a tener presencia actualmente en más de 20 entidades del país e incluso con entregas en el extranjero.
Desde el taller de la cooperativa JJL Esferas Navideñas, en el sur de la Ciudad de México, Josefina cuenta a La Razón que todos los días en la temporada alta sacan en promedio una producción de entre 300 y 400 esferas con distintos tamaños y decorados.
En total son cinco los miembros de la familia que laboran aquí, en los distintos pasos de la producción de esferas, que van desde el globeo del vidrio y pasan por la decoración, hasta llegar al empaquetado y envío.
“Surgió en 2006, yo fui la que inició este proyecto, soy ingeniera de profesión y soy de diciembre, entonces es una época que a mí me gusta mucho, decidí tener algo propio, me puse a pensar y dije: 'esferas'. Primero empezamos con esferas tradicionales, lisas, sin decoración y en un solo tamaño y posteriormente, después de unos ocho años, comenzamos con una línea de decoración”, cuenta.
El primer paso para la elaboración de estas típicas decoraciones es el globeo, un proceso que requiere de mucha precaución para evitar accidentes, pues se corre el riesgo de sufrir quemaduras de tercer grado.
Surgió en 2006, yo fui la que inició este proyecto. Soy ingeniera de profesión y soy de diciembre, entonces es una época que a mí me gusta mucho, decidí tener algo propio, me puse a pensar y dije, esferasJosefina Aguilar, Artesana de Tláhuac
Tras colocarse vendas en los brazos para cubrir su piel, Josefina se sienta frente al soplete para transformar largos tubos de vidrio; entre este material y sus manos debe haber una distancia de aproximadamente diez centímetros.
“Aquí son quemaduras de segundo o tercer grado, no son quemaditas, cuando se recoge la esfera hay que tener mucho cuidado con el soplete”, comenta.
De cada tubo de vidrio pueden salir hasta 35 o 40 esferas, dependiendo del tamaño de las mismas.
Una vez que están listas las piezas de vidrio, se procede a la pintura por inmersión o metalizado. Javier Camargo, quien trabaja en una pequeña habitación en la que apenas cabe un par de personas, se encarga de este proceso. Cada esfera se mete en pintura apenas unos segundos y se deja secar alrededor de 20 minutos antes de pasar al decorado.
“Es un cuarto chico para que esté caliente, porque necesitamos que seque rápido, por eso se hizo un cuarto chico, para que se encierre el calor”, explica.
Cada detalle es importante
En una mesa especial, al menos tres personas trabajan en conjunto para decorar a mano cada esfera y encasquillar. Para esta familia, cada detalle es importante, por eso todos los dibujos, logotipos, baños en brillantina y demás decoraciones se realizan meticulosamente y con gran paciencia. Algunos diseños pueden llevar hasta seis horas.
“Hay que contabilizar el tiempo de depilación y colocación de logotipo, de pintado de la esfera, del empacado, por ejemplo, de ciertos modelos… una caja de 120 piezas la trabajan dos manos y nos la andamos aventando en unas tres horas, tres horas y media”, explica Josefina.
Mientras dibuja un copo de nieve sobre una esfera de color verde que forma parte de un lote que enviará a una empresa de refrescos, la artesana explica que en este taller la creación de esferas no se limita a diciembre, ya que también hacen decoraciones especiales para otras épocas, como el 14 de febrero o el Día de la Madre.
Para Josefina, que en la Ciudad de México se realicen trabajos artesanales tiene un “gran valor”, ya que además de ser una fuente de trabajo para su familia, se ha ido abriendo paso con diseños exclusivos, por eso, consideró que este trabajo es de “ponerse la camiseta”.
“El hecho de que exista Chignahuapan y Tlalpujahua sí son competencia, pero la competencia es sana, es buena; me atrevo a decir que nosotros en la Ciudad de México vamos abarcando poco a poco; tenemos presencia nacional y estamos empezando a colocarnos en otras partes del mundo”, indica.
Producción de esferas en Tláhuac: Galería
AM