Independientemente del tema energético en el debate presidencial, es un hecho que el Consejo de Administración de Petróleos Mexicanos, que encabeza Pedro Joaquín Coldwell, arma un afortunado acuerdo con Shell, que encabeza Ben van Beurden, para ampliar 10 años su sociedad en la refinería de Deer Park, aumentar la rentabilidad y maximizar la venta de crudo pesado tipo Maya.
El principal mercado de ese tipo de petróleo, proveniente del menguante yacimiento de Cantarell, está en la costa estadounidense del Golfo de México; desde que inició la sociedad, en 1993 hasta 2017, Pemex exportó a Deer Park 1,532 millones de barriles y facturó 72,532 millones de dólares. La hoy empresa productiva del estado, a cargo de Carlos Treviño, a través de PMI, que hoy lleva Jorge Sánchez, invirtió 563 millones de dólares en Deer Park y por ello tuvo dividendos por 2,061 millones de dólares; una tasa promedio anual de rendimiento de 15%: buena, pero mediocre, dado que desde hace 16 años Pemex no invierte en tal refinería y no hay dividendos desde 2012.
El riesgo para el petróleo Maya es Canadá, con el oleoducto Keystone XL, que exportará su producción (4.5 veces más grande que la mexicana) hacia Texas. Por ello, el nuevo plan de asociación Pemex-Shell es extender 10 años la sociedad a partir de 2023; reducir paulatinamente de 170 millones a 70 millones de barriles diarios hacia 2033 la venta de crudo Maya a un precio constante de 59.35 dólares el barril; e invertir en modernización 251 millones de dólares y así aumentar el margen de Deer Park en 170 millones de dólares anuales.
Así, Pemex podrá vender su crudo pesado en mercados de mejor precio, garantizar por una década adicional el suministro de gasolina fabricada en Deer Park con abundantes insumos canadienses y, conforme al acuerdo, comprar las acciones de su socio holandés, si ello resulta conveniente.
A ver qué dice el nuevo inquilino de Los Pinos.
Que sí se puede imprimir. Los empresarios de las artes gráficas, en voz de su presidente, Bruno Galicia, aseguran que en una semana tienen la capacidad de acopiar el material e imprimir nuevas boletas electorales sin el nombre de Margarita Zavala; sólo que el INE, que preside Lorenzo Córdoba, está atado a la capacidad de los Talleres Gráficos de la Nación. De hecho, el consejero Marco Antonio Baños reconoce ese monopolio y que analizarán esquemas que, observando todas las medidas de seguridad, permitan mayor capacidad de imprimir boletas.
Los chescos no tienen la culpa. En una charla que hace un año tuve con Christopher Snowdon, del Instituto de Asuntos Económicos del Reino Unido, le pregunté si existían resultados de la reducción de la obesidad en los 20 países donde se aplica impuestos al refresco. Respondió que no. Quizá por ello el panel independiente que asesora a la Organización Mundial de la Salud no recomendó impuestos a las bebidas azucaradas como medida para reducir la obesidad. En el caso mexicano, es evidente que se trata de un impuesto discriminatorio, altamente recaudatorio, regresivo y sin resultados directos en el combate a esta epidemia.
