José Manuel Cuéllar Moreno ha publicado un libro muy recomendable con el título de La Revolución inconclusa. La filosofía de Emilio Uranga, artífice oculto del PRI (México, Ariel, 2017). Lo que pretende Cuéllar en estas páginas es mostrar la íntima conexión entre la filosofía de Emilio Uranga y la ideología oficial durante el sexenio de Adolfo López Mateos. Aunque la relación entre el pensamiento de Uranga —y, en particular, su filosofía de lo mexicano— y el régimen priista ya había sido detectada por otros autores, Cuéllar profundiza en las conexiones explícitas e implícitas que hubo entre la obra periodística de Uranga durante los primeros años del régimen de López Mateos y el discurso gubernamental.
La llamada “Doctrina Guaymas” ocupa un sitio central en esta trama de ideas. El 1 de julio de 1960, en Guaymas, Sonora, el presidente Adolfo López Mateos afirmó en una rueda de prensa: “mi gobierno, dentro de la Constitución, es de extrema izquierda”. La declaración del presidente provocó una pequeña tormenta. Los empresarios manifestaron su preocupación de que el gobierno, en efecto, se movía hacia la izquierda. López Mateos había comenzado una serie de medidas, como la nacionalización de la industria eléctrica y la distribución del libro de texto gratuito, que no era bien visto por la derecha. Pero para los opositores de una línea marxista, la declaración de López Mateos en Guaymas no era sino una reafirmación del carácter conservador de la Revolución mexicana comparada con la flamante Revolución cubana. Para estos políticos, muchos de ellos jóvenes universitarios, la extrema izquierda que requería México no era la que estaba “dentro de la Constitución”—texto que consideraban irremediablemente burgués, a pesar de sus reformas sociales— sino fuera de ella. La Revolución Mexicana, pensaban, debía dejarse atrás y seguir las líneas de la verdadera Revolución que sucedía en ese momento: la cubana.
Acabar con el PRI sería equivalente a acabar con el programa de la Revolución Mexicana. Por eso, el PRI tenía que defenderse desde dos flancos: el de la derecha reaccionaria y capitalista, que pretendía controlar al Estado para sofocar su inclinación izquierdista y, por otra parte, la izquierda marxista leninista, estalinista, maoísta o guevarista que pretendía destruir al PRI para importar una revolución foránea
Emilio Uranga adoptó la declaración de López Mateos y la elevó a la categoría de “doctrina”. En esa breve frase, sostenía Uranga, podía encontrarse el sentido de la Revolución Mexicana como un movimiento político autóctono, pero no por ello sin una dimensión universal. En una serie de artículos publicados entre 1960 y 1961, Uranga exprimió analítica e históricamente la cita presidencial hasta desarrollar a partir de ella su propia doctrina sobre la Revolución mexicana.
[caption id="attachment_723071" align="alignnone" width="696"] (SEGUNDO DE IZQ. A DER.) Adolfo López Mateos en una imagen de 1959.[/caption]
Un corolario fundamental de la Doctrina Guaymas es que la verdadera izquierda en México no se puede hacer fuera de la Constitución de 1917. La izquierda externa a la Constitución no sólo no pertenece al impulso original de la Revolución mexicana —por lo que podría describirse como ajena a ella—, sino que no cumple con las condiciones históricas y políticas para poder implementarse en el país. Sin embargo, Uranga brinca de esta conclusión a una más polémica: la verdadera izquierda en México no se puede hacer fuera del PRI. Este salto deductivo supone la premisa intermedia de que sin el PRI no puede cumplirse con los fines de la Revolución Mexicana que quedaron plasmados en el texto constitucional. Dicho de otro modo: acabar con el PRI sería equivalente a acabar con el programa de la Revolución mexicana. Por eso, el PRI tenía que defenderse desde dos flancos: el de la derecha reaccionaria y capitalista, que pretendía controlar al Estado para sofocar su inclinación izquierdista y, por otra parte, la izquierda marxista leninista, estalinista, maoísta o guevarista que pretendía destruir al PRI para importar una revolución foránea.
Uranga se convirtió en un apestado entre los intelectuales universitarios. Su polémica con Cosío Villegas fue memorable, quizá más por los adjetivos empleados que por las ideas vertidas. Su crítica a Lázaro Cárdenas también levantó ámpulas entre los seguidores del general
En su defensa de la Doctrina Guaymas, Uranga combatió a la mayoría de los intelectuales y políticos ligados a la oposición al régimen desde la izquierda simpatizante del marxismo. Los mismos a los que se enfrentaría Octavio Paz años después. Uranga se convirtió en un apestado entre los intelectuales universitarios. Su polémica con Cosío Villegas fue memorable, quizá más por los adjetivos empleados que por las ideas vertidas. Su crítica a Lázaro Cárdenas también levantó ámpulas entre los seguidores del general.
El libro de José Manuel Cuéllar Moreno es un trabajo académico de lectura ágil y entretenida. Sobre todo, es un ejemplo de cómo podemos buscar en nuestro pasado reciente ideas que nos permitan comprender mejor un presente político que nos decepciona, entre otras cosas, por su pobreza intelectual.