Raymundo Riva Palacio.
Los Matazetas irrumpieron en la vida pública nacional de la mano de 35 personas que fueron asesinadas y tiradas en una avenida en Boca de Río, municipio pegado al puerto de Veracruz. Por el estado en el que se encontraban los cuerpos, de acuerdo con expertos forenses, algunos de ellos habían sido asesinados cuatro días antes de que fueran arrojados a la calle. Es decir, durante 96 horas un comando recogió personas en las calles veracruzanas, donde la Marina tiene desplegado el operativo estatal más ambicioso y vasto emprendido hasta la fecha.
Los Matazetas se adjudicaron el asesinato de esas 35 personas –presuntamente todas vinculadas con la delincuencia organizada. En un video subido a YouTube a finales de julio, donde se declaraban listos a matar a esos criminales, una treintena de enmascarados no pretendieron ocultar el tipo de fusiles que portaban: R-15s y cuando menos, visible en el primer plano de la imagen, un FAL, un fusil automático ligero de origen belga. Los dos son reglamentarios de las Fuerzas Armadas, y aunque el primero ha sido utilizado por los narcotraficantes, el segundo no se encuentra, hasta donde se sabe, entre los inventarios de la delincuencia organizada.
Son armas poderosas en manos de un grupo que pudo moverse libremente, sin ser detectado y sin haber rastros suyos, en ciudades veracruzanas cuyas calles están tomadas desde hace cuatro meses por la Marina, que ha desplazado unidades de combate –incluidos los “Rinocerontes”, que son vehículos blindados presentados primero por la Policía Federal, que tienen una capacidad para que 16 elementos disparen en forma simultánea por escotillas especiales. ¿Cómo puede operar un comando de aniquilamiento tan grande en Veracruz?
La forma como actúan, el discurso de respeto al Ejército y la Marina, de eliminarlos de pertenecer a los circuitos de corrupción, el reconocimiento y apoyo al gobernador de Veracruz, Javier Duarte, así como las afirmaciones de éste en las redes sociales donde dijo que aquellos que son criminales así terminan, abrió una discusión nacional, que se arrastra por semana y media, sobre si existen o no en México grupos paramilitares. El gobierno federal lo ha desmentido sistemáticamente.
Sin embargo, lo que se está viendo no es el síntoma que algunos vislumbran, sino la enfermedad. De manera muy aislada se registraron sucesos de naturaleza oscura en la cual estaban involucradas las Fuerzas Armadas, así como también se reportaron informaciones del interior del gobierno federal, que daban cuenta de que en la guerra contra las drogas, había una guerra paralela de limpieza de Zetas.
En enero de este año se publicó en este espacio que los marinos “se habían convertido en el querubín del gabinete de seguridad por los espectaculares golpes que han dado, gracias a la información que les proporcionan desde Washington, donde procuran al almirante (el secretario de la Marina, Francisco Saynez) y entrenan a sus cuerpos de élite”. Sin embargo, se añadió, “los cuerpos de élite de la Marina, entrenados por los SEALs en Estados Unidos, se han convertido en unidades de ejecución”.
El texto remataba: “En las reuniones del gabinete de seguridad, el secretario de mano más dura es el almirante Saynez, quien en más de una ocasión se ha quejado de por qué no se actúa bajo la lógica de tierra arrasada y se acaba físicamente con los narcotraficantes. Lo que ha hecho la Marina ha sido tolerado dentro del gobierno, pero no es una política de Estado”.
El 19 de agosto pasado se publicó en este espacio: “La batalla en Veracruz finalmente inició. Se contuvo durante casi dos años porque la fortaleza militar de Los Zetas impidió que el Cártel del Golfo, respaldado por sicarios de una facción de La Familia Michoacana y el Cártel del Pacífico (antes de Sinaloa), pudiera doblegarlos... De acuerdo con información interna de las fuerzas de seguridad, la lucha contra los criminales está produciendo que muera un promedio diario que oscila entre 10 y 15 delincuentes. No hay registro público de ello porque no hay información oficial sobre las bajas y los medios están inhibidos de publicar ese tipo de información…
“Igualmente, no existe registro de lo que sucede muchas veces en las calles veracruzanas porque durante varias operaciones de los comandos de Marina, las cámaras del C-4, el sistema de vigilancia urbana, es tomado por ellos. Esta iniciativa militar no es exclusiva de Veracruz, sino sucede en varias de las plazas del país donde los marinos tienen la responsabilidad primaria del combate a los narcotraficantes. En algunas entidades, el control del C-4 no es ocasional, sino permanente”.
En este mismo espacio se publicó en marzo de 2010 otro texto en el cual se hacía referencia al tipo de operaciones en contra de Los Zetas y la rama militar del Cártel de los hermanos Beltrán Leyva. “Lo más sorprendente es que parecería que la persecución y cacería de esos grupos tiene el aval del gobierno federal”, se apuntó en ese momento.
“Es como si estuvieran dejando operar a sus enemigos’, dijo un importante político. `Cada vez que un grupo va tras Los Zetas, es como si voltearan a otro lado’. Otro político de nivel, que coincide con esa apreciación, añadió que los soldados y los marinos no están haciendo nada por impedir esa cacería. Por el contrario, de acuerdo con un alto mando federal, en algunas regiones del país, particularmente en Tamaulipas, los marinos están realizando operaciones que llegan a rondas en el escenario de la guerra sucia”.
Ciertamente se perdió mucho tiempo desde que se empezaron a observar abusos por parte de los marinos y ni hubo clamor popular, ni reclamo político, ni deslinde del gobierno. Lo importante ahora no es lamentar y lamerse las heridas por no haber hecho nada, sino profundizar en estas acciones extrajudiciales y evitar que sus golpes se salgan de control y las heridas políticas en la sociedad sean irreversibles.
rrivapalacio@ejecentral.com.mx
Twitter: @rivapa