Desde hace unos años, los integrantes de la Sociedad Mexicana de Autoconsumo Responsable y Tolerante obtuvieron un amparo de la Suprema Corte de Justicia (237/14) que les permite el uso y producción de mariguana con fines lúdicos y sin ánimo de lucro.
Si bien la determinación sólo los protege a ellos, es la piedra de toque para una transformación mucho más profunda, basada en el derecho humano al libre desarrollo de la personalidad.
Además, el consumo y la posesión de mariguana en cantidades pequeñas no está penalizado.
Estos avances tienen que ver con una larga discusión a nivel nacional e internacional y con acuerdos, cada vez más amplios, respecto a las libertades personales.
Sin embargo, hay resortes conservadores poderosos que son los que impiden una política de salud respecto a las drogas, y en particular la mariguana, más adecuada y no sujeta a posiciones anquilosadas y moralinas.
El secretario de Turismo, Enrique de la Madrid, hizo, a título personal, la propuesta de legalizar (o más bien, reglamentar) el consumo de mariguana en zonas turísticas; de modo particular en Quintana Roo y Baja California Sur.
Será complejo que esto suceda —ya que se requiere de cambios en la legislación federal—, porque en los partidos políticos y en sus coaliciones no ven con buenos ojos iniciativas de corte libertario. Lo que ocurre con los derechos de las minorías será similar en el caso de los drogas. Estamos inmersos en una suerte de hegemonía conservadora.
Lo importante, sin embargo, es que se mantenga y profundice una discusión que puede servir como catalizador de adecuaciones en el futuro.
Más aún cuando en Estados Unidos avanzan las legislaciones que permiten el uso recreativo de la mariguana, con todo lo que ello implica.
En el ámbito de la seguridad, esto es muy relevante, porque resulta absurdo el empeño en combatir la producción y el trasiego de una droga que es legal del otro lado de la frontera.
¿Cuántos campesinos tienen que caer en prisión en los próximos años? ¿Cuántos policías o soldados morirán en el combate a los grupos que trafican la mariguana? ¿Cuánto dinero ganará el crimen organizado por esta prohibición?
Uno de los argumentos de quienes se oponen a un esquema más liberal radica en que el poder de los criminales no variará y que mutarán a otro tipo de delitos.
Y sí, en efecto, el negocio está ya en otros lugares, e inclusive, trasciende al del narcotráfico. Por eso, las estrategias para enfrentar a las grandes bandas de delincuentes también tienen que sufrir una transformación.
Lo relevante, después de todo, es garantizar la seguridad de todos sin entrometerse en la libertad que tiene cualquier ciudadano para decidir, con responsabilidad, lo que le conviene.