La muy noble... e imperial Ciudad de México

En el año 1325 se fundó México-Tenochtitlán. Durante casi doscientos años así se denominó a la capital de los mexicas, epicentro del gran imperio de Mesoamérica, hasta que se consumó la conquista el 13 de agosto de 1521.

Sobre sus ruinas, Hernán Cortés inició la construcción de una nueva ciudad, misma que en 1530 fue reconocida como capital de la Nueva España, y el 24 de octubre de 1539 se estableció en cédula real la jurisdicción de la ciudad en un radio de 15 leguas en torno a la plaza mayor.

Paradoja histórica lo siguiente que expondré. Desde el 30 de enero de este año, el nombre único de la sede de los Poderes de la Unión y capital de los Estados Unidos Mexicano es la Ciudad de México.

Hasta el 29 de enero se podía emplear indistintamente el nombre de Ciudad de México o Distrito Federal, ahora el primero ganó la batalla que inició en 1824, al instaurarse la primera República federal.

Durante los siglos XIX, XX y principios del XXI, se discutió naturaleza jurídica, territorio, atribuciones de órganos públicos, derechos de los habitantes y hasta el nombre del mismo lugar que ha sido capital en la época prehispánica, colonial y en el México independiente.

¿Cuándo surge el nombre, ahora jurídicamente único, de Ciudad de México? Es el 18 de agosto de 1548 cuando una cédula real otorga el título de Muy Noble, Insigne, Muy Leal e Imperial Ciudad de México. Es la casa reinante de los Austria, los Habsburgo, quienes eliminan la palabra Tenochtitlán y se quedan solamente con la de México.

Fue Felipe II, como regente en la etapa final del reinado de Carlos I de España y V de Alemania, el que fija el nombre que ahora la izquierda se vanagloria de esculpir en la enésima Reforma Política del antes Distrito Federal.

El escudo de armas que usaba la ciudad fue dado por la corona española, hasta que el gobierno de Andrés Manuel López Obrador uso, además, un códice azteca para recuperar la herencia indígena y como símbolo político de diferenciación con otros gobiernos.

El celo prehispánico de los gobiernos perredistas en la Ciudad de México tuvo una de sus cimas en la promoción de la lengua náhuatl durante el gobierno de Marcelo Ebrard, como si las clases del idioma de Moctezuma fueran más requeridas que el inglés u otros.

El PRD y su gobierno no promovieron el nombre de Valle del Anáhuac o México-Tenochtitlán, ni ningún nombre precolombino, como posiblemente lo hubieran hecho sus predecesores. Los del sol azteca impulsaron el nombre de la colonia, no el de los peregrinos de Aztlán ni el del México independiente.

Será la redistribución de competencias entre el poder público, lo que permita responder eficientemente a la demanda ciudadana. Lo de la Ciudad de México es sólo una paradoja obsequiada por el perrredismo.

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