Manuel López San Martín
Wendy González es una ilustre desconocida; Lady Garnacha es una celebridad de las redes sociales. Wendy no tiene trayectoria política. Lady, en cambio, puede tener futuro en el boxeo. La primera cobra con cargo al erario; la segunda, podría ser golpeadora a sueldo. Wendy y Lady son la misma persona, e ilustran la descomposición del PAN en la capital.
Wendy González saltó a la fama cuando en mayo del año pasado —siendo dirigente del PAN Xochimilco—, atacó a la representante de un candidato por pedir la lista de los delegados que votarían cinco días después la renovación de los comités delegacionales. Lady Garnacha, se negó a darle información, pues ella apoyaba a un candidato distinto. La representante decidió grabar el hecho y entonces Wendy se lanzó a los golpes. El asunto fue videograbado (disfrútelo: http://www.youtube.com/watch?v=EqFPLpH_baw) y terminó en el Ministerio Público, donde la panista fue acusada de lesiones y robo.
González se hizo famosa por aquél hecho, hoy la encumbra el jefe delegacional en Benito Juárez, Jorge Romero, en el PAN de Gustavo Madero. Es otro botón de muestra de la profunda crisis que vive el panismo nacional, que en el DF —a este paso— está en vías de extinción. La desgracia panista tiene como principal responsable a Romero, no sólo porque sus resultados en el ejercicio de gobierno dejan mucho que desear, sino porque ha convertido la jefatura delegacional en agencia de colocación. Sabido es que, so pretexto de controlar el único aparato administrativo panista en la ciudad, lo mismo ofrece posiciones, cargos y ya encarrerado, reparte hasta candidaturas de cara a la próxima elección de 2015. El problema para Romero es que, a este paso, no sólo le será difícil cumplir su palabra con quienes la ha empeñado —pues no habrá demasiados espacios políticos que repartir—, sino que esas escasas posiciones se las dará no a los mejores o más capaces, sino a quienes sean sus incondicionales, como Lady Garnacha.
¿Por qué? En el pasado reparto en la Comisión Permanente del PAN, el dirigente nacional Gustavo Madero llevó mano en el nombramiento de 27 de los 40 integrantes de la misma. De esos 27 lugares, en el papel, cuatro correspondían a Romero. La realidad fue distinta. De sus cuatro espacios, dos ni siquiera le fueron entregados. Madero propuso al coordinador del PAN en la ALDF, Federico Döring y a la ex diputada Kenia López. De los dos restantes, uno fue para el propio delegado, así que sólo tuvo una posición a “repartir”. Romero, que se jacta de controlar el PAN DF, no impulsó a alguno de los panistas capitalinos con mejores credenciales, como el ex subsecretario de Gobernación, Obdulio Ávila, o el ex director de Conagua, José Luis Luege —ambos ex presidentes del PAN DF—, ni apoyó al actual dirigente, Mauricio Tabe, a quien, para calmar su enojo, dijo que la posición debía ser para una mujer. Tampoco entre las mujeres respaldó a alguna senadora, como Gabriela Cuevas o Mariana Gómez del Campo, ni a una de las más de diez diputadas federales o locales panistas. No, Romero decidió apoyar a Wendy González, Lady Garnacha.
¿Así, a alguien sorprende que en la última encuesta de Parametria, solo 7% de los capitalinos se identifique “poco o mucho con el PAN”?
Off the record... La ruptura en el PAN DF es más que obvia y ya ni las formas cuidan. El pasado sábado, ni el dirigente del PAN capitalino, Mauricio Tabe, ni el único jefe delegacional panista, Jorge Romero, acompañaron a los diputados en la ALDF, Laura Ballesteros y César Daniel González, a su informe. Asistió el coordinador panista en la Asamblea, Federico Döring, senadores blanquiazules, diputados de otros partidos y hasta funcionarios del GDF, pero de los líderes panistas… ni sus luces.
En boca cerrada... “AMLO tenía con qué quedarse a rescatar al PRD”. La jefa delegacional en Tlalpan, Maricela Contreras, sigue extrañando a Andrés Manuel López Obrador, quien, por cierto, ya destapó a Claudia Sheinbaum como candidata de Morena en aquella demarcación.
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