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Con comentarios que halagan la personalidad y trayectoria del escritor Carlos Monsiváis, este domingo continuaron las condolencias por la muerte de quien fuera toda una institución lo mismo en el quehacer periodístico que en el literario.
Cronista por excelencia, su obra se movía entre la crónica, el relato y el ensayo, caracterizada por su mordacidad e ironía, que dio voz tanto a las tragedias como a las celebraciones o protestas de los mexicanos.
El Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta) recordó que la obra del autor de más de 50 títulos “hizo el fresco de medio siglo de vida cultural en México”.
Amante de la poesía culta y popular, Carlos Monsiváis (DF, 1938-2010) fue el escritor que mejor sintió e interpretó el pulso del México contemporáneo.
Su bibliografía recoge sólo una parte de su vasta producción escritural; su otra trinchera han sido las varias docenas de publicaciones impresas (suplementos culturales, revistas, diarios) que han presumido ya por medio siglo su firma como trofeo.
Además de los generosos prólogos (se podría hacer otra biblioteca sólo con ellos) y los cientos de ponencias con las que ha participado en presentaciones de libros y conferencias de todo tipo de temas, desde los conciertos de Juan Gabriel y Luis Miguel hasta el narcotráfico, la transición a la democracia o los chavos banda.
Octavio Paz, recordó Conaculta, calificó al autor simplemente como un nuevo género literario.
Lector asiduo y memorioso tanto de la tradición mexicana -era especialista en Gutiérrez Nájera, Alfonso Reyes, López Velarde, Salvador Novo o José Revueltas-, como de las literaturas del Siglo de Oro o de los Estados Unidos contemporáneos, dedicó los últimos años de su vida a construir, junto a su trabajo de cronista, una historia de la sensibilidad poética mexicana que fue publicando libro por libro a partir del éxito que representó su Salvador Novo, lo marginal en el centro.
Su figura llegó a ser tan central no sólo en la República de las Letras, sino en la de todos los mexicanos, que Adolfo Castañón lo trató de abarcar en una frase que tal vez lo definiera mejor que ninguna otra: "Monsiváis es en sí mismo una agencia de noticias”.
Desde la crítica más mordaz y la inteligencia más lúcida, Monsiváis dejó una obra que perfila al México de fines del siglo XX y principios del XXI mejor que ninguna otra: fue el biógrafo del país, su inventor, el espejo en el que nadie se quería ver, pero todos nos reconocíamos.
Su muerte, agregó, deja en un luto tan profundo como demandante, pues “tenemos una herencia que cuidar, un país al que seguir ampliando mediante el filtro de la inteligencia crítica y el microscopio de la memoria”.
Por separado, Random House Mondadori, una de sus casas editoriales lamentó profundamente el fallecimiento de su amigo y escritor Carlos Monsiváis Aceves, y comparte con sus miles de lectores “el dolor por la pérdida de uno de los intelectuales más brillantes del México contemporáneo”.
Siempre crítico y controvertido, su madurez intelectual era referencia para un sin número de temas, destaca la casa editora de materiales como “Escenas de pudor y liviandad” (Grijalbo, 1988), “Las herencias ocultas del pensamiento liberal del siglo XIX” (Grijalbo, 2000), “El estado laico y sus malquerientes” (Debate, 2008), “Los mil y un velorios. Crónica de la nota roja” (Grijalbo, 2009), “Apocalipstick” (Debate, 2009).
Fue una de las voces con mayor reconocimiento en los ámbitos culturales, académicos y políticos, señaló la editorial, tras recordar que a finales del 2009, Monsiváis revisó y actualizó “Los mil y un velorios. Crónica de la nota roja” para la edición conmemorativa del Día Nacional del Libro.
Más de 10 mil ejemplares de esta obra de obsequiaron en librerías de todo el país para ese festejo.
El artista plástico Marco Antonio Trovamala se unió a la pena que embarga a la familia de Monsiváis, a la que expresó su más sentido pésame.
agp