Foto Carlos Olivares Baró
Fortino (Tino) Contreras González nació en Chihuahua: su padre, el baterista Don Miguel Contreras, creó la primera orquesta de jazz de Chihuahua; Leandra González, su mamá, cantaba zarzuelas. “Sí, nací en un ambiente musical: a los 8 años ya estaba sentado frente a ride, bombo, toms, tarola, platillo y hit hat, baquetas en mano sacándole el ánimo rítmico a una batería”, apuntó para los lectores de La Razón el fundador (inicio de los años 40) —junto con su hermano, el saxofonista Efrén— de Los Cadetes del Swing.
“En los Cadetes del Swing comencé a tocar la batería de manera profesional.
Dos años más tarde, en Ciudad Juárez, organicé la Orquesta de la Juventud.
En los tercios de los cuarenta, más o menos, llego a la ciudad de México y participo en las famosas caravanas que organizaba Paco Miller: trabajo junto a Pedro Infante, María Victoria y Tin Tan, entre otras figuras de la música y el espectáculo de México”, comenta satisfecho uno de los primeros compositores en rastrear y reunir en las concordias del jazz las sonoridades de los instrumentos precolombinos plasmadas con belleza pasmosa en Sinfonía Tarahumara Jazz y Sinfonía del Quinto Sol.
“Oye, yo soy jazzista por amor; mi padre me enseñó a amarlo. No sólo toco la batería, también ejecuto la trompeta y el piano. Cuando escribí Sinfonía tarahumara jazz me basé en la acústica del arte musical de los rarámuris: el tambor kampore desborda un eco prodigioso. Me quedé sorprendido, y todo eso lo vuelco en esa pieza de los 80”, precisa el autor de los imprescindibles temas “Balada para Valentino”, “Al toque de la tambora”, “Andante en blue”, “Azúcar y sal” o “Bacango”.
Baterista de la Orquesta de Luis Alcaraz en los años 50, miembro de la agrupación del pianista Juan García Esquivel (pionero en México del lounge/jazz), compositor de música para cine y activo colaborador en Radio XEW, Tino ha llevado su música por Centro y Sudamérica, España, Grecia, Turquía, Alemania, Francia, Estados Unidos y el Caribe. “Cuando estuve en Cuba me decían que me parecía al indio Hatuey; por poco me quedo a vivir en La Habana. En Santo Domingo aprendí los secretos del merengue y fundé en México la primera orquesta de merengue azteca. Fue tanto el éxito que me bautizaron como el Rey del Merengue en México”, glosa jubiloso esta figura mítica de la música mexicana que ha grabado más de 45 discos y se ha codeado con músicos como Thelonious Monk, Ronald Kirk o Chico O’Farrill.
Participante en la histórica grabación de 1954 Jazz en México, destacan sus álbumes Jazz en Ríguz (1959), Jazz Tropical (1962), Jazz Ballet (1963), Misa en Jazz (1966), Jazz Mariachi (1973), Sinfonía Tarahumara (1984), Betzabé Jazz Fantasía (2004) —exploración de tonalidades y escalas orientales— y Generaciones (2012). “En Europa editaron en 2011 una compilación de mi trabajo en un álbum que ha tenido mucho éxito: Tino Contreras y su Jazz Mexicano. He recorrido medio mundo fomentando el jazz. Escribí el libro Mi amor al jazz: de mi piel brotan síncopas, yo soy encarnación y metáfora del jazz en México”, concluye el ganador de The Emmy Awards of The National Academy of Television Arts & Sciences & The New York Festivals.
Tino Contreras es, nadie lo pone en duda, una de las grandes fábulas activas del jazz en México y el resto del mundo.