Recrean besos de Rodin y Kandinsky en ARCO 2016

La Feria Internacional de Arte Contemporáneo (ARCO) de Madrid está de aniversario y se nota. La presencia de 33 destacadas galerías de todo el mundo invitadas en su 35 edición, los numerosos e importantes coleccionistas que llenaban ayer los pasillos y la calidad de las obras hacen de ésta una edición muy especial.

Desde mucho antes de que los pabellones siete y nueve de la Institución Ferial de Madrid (Ifema) abrieran sus puertas en el primer día de feria, que como el de hoy está reservado a profesionales y coleccionistas, ya se vivía un ambiente animado y se percibía que los interesados habían madrugado para buscar la pieza deseada.

El abanico para escoger es muy amplio y se nota que los galeristas han hecho un esfuerzo por acudir con piezas importantes de sus más destacados artistas.

Aunque en el recorrido no faltan algunas obras algo transgresoras, ésa no es la tónica dominante. “Es un momento de la feria muy consolidado, y la provocación por la provocación no aporta mucho. Los galeristas traen cosas buenas que atraen a los coleccionistas”, según Carlos Urroz, director del evento.

Dentro de las piezas más destacables, está Mujer en la bañera, del siempre presente Antonio López en la Galería Marlborough, valorada en dos millones 500 mil euros. La pieza se exhibe junto a otra pintura suya de los años 70 en la que el jardín es el protagonista, con un precio de un millón 90 mil euros, y un pequeño bronce, La aparición del hermanito, de los años 60, del que el Museo Reina Sofía tiene una edición y que se vende por 150 mil euros.

Entre las piezas que están llamadas a formar parte de la lista de más fotografiadas figuran las impresionantes esculturas de Juan Muñoz, que se exhibe en Elvira González, y la de Anish Kapoor, en la Galería Lissos. Esta última, con el título Random triangle mirror y fechada en el año 2013, está valorada en algo más de un millón de euros.

De Kapoor también se puede contemplar en la galería británica la pieza In-bebween (2015), una pieza canónica de pared muy representativa de este artista. De aluminio y con una lámina de oro, se vende por más de medio millón de euros.

La obra de Juan Muñoz está compuesta por dos figuras de bronce, una colgada desde el alto techo del pabellón y otra en el suelo. Según la galerista, se trata de una de las esculturas más destacadas del artista español.

Completamente diferente es el performance con la que el artista Tino Sehgal acude a Arco, de la mano la galería londinense Marian Goodman. Bajo el título El beso, ha creado una instalación a la que hay que acceder a oscuras. Al cabo de unos minutos, el visitante puede apreciar una recreación de los besos en la historia del arte a través de un hombre y una mujer que, desnudos, van coreografiando besos de Rodin, Brancusi, Kandinsky, Klimt o Koons.

La filosofía de Tino Sehgal es que hay demasiadas obras de arte, sobrecarga de objetos, por lo que él se niega a crear más. De sus acciones no deja imágenes, no deja escrituras y sólo viven en la memoria de las personas que las han contemplado.

También en esta galería se exhiben obras de John Baldessari, destacado artista del que se ha traído a las paredes de ARCO el mensaje que ha marcado su carrera: “No haré nunca más arte aburrido”.

En el atrayente recorrido, hay que mencionar también el stand de Thaddaeus Ropac, que se ha volcado con la feria a la que ha traído algunas de sus más importantes obras, como una gran escultura, Yellow Song (2013), de Georg Baselitz, pieza única valorada en más de un millón de euros, y una pintura de este mismo creador.

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