Jugar a ser Dios

Los avances científicos se dan casi siempre en dos vertientes, dentro de la universidades que lo hacen para acrecentar su prestigio y ganar con creces lo invertido en sus investigadores o, en las grandes compañías en las que se van reclutando cerebros de todas partes del mundo para llevar a cabo el descubrimiento que les de, al menos por unos años, el monopolio del mercado. Tanto universidades como compañías tienen contratos leoninos acerca de la exclusividad y confidencialidad de las investigaciones pero los científicos son todo menos discretos, su sentido de la competencia está tan exacerbado y son tan pocas las mentes brillantes que suelen alardear y demostrar que su brillantez es mayor que la de los demás, son como niños presumiendo sus juguetes y cuando se reúnen en alguna convención, lo más probable es que veas desde la acérrima rivalidad hasta la profunda admiración pero, lo seguro es que no entenderás ni la décima parte de lo que hablan. Lo sé, yo trabajo como asistente de uno de ellos, aunque, para ser del todo francos, nuestro mutuo jefe me asignó como vigilante, cuidador y asesor consultor en algo que nosotros simples mortales de IQ promedio entendemos como vida diaria.

La reunión anual de Inteligencia Artificial, el más grande "geek show", la muestra de los avances en tecnología que iban desde el nuevo "smartphone" hasta las computadoras de última generación y detrás de esa exhibición del "must have" en una pequeña sala (en comparación a lo expuesto en el recinto principal), las 300 mentes más representativas de la humanidad comían canapés y se manchaban los arrugados sacos con cientos de bebidas que iban desde cafés solubles hasta preparados de gingsen. En esa sala, nuestras grandes mentes se dedican a lo suyo que en su mayor parte es pasarse el día en absorta contemplación de las pantallas que transmiten el circuito cerrado de lo que sucede en la exhibición y en el como se asombran con cuestiones tan nimias como una mejor definición de pantalla, una mayor capacidad de almacenaje o el diseño de acabados suaves de los equipos. Es quizá en lo único que coincidimos, ellos no nos entienden, nosotros no los entendemos.

Ese absorto silencio acompañado por el entrechocar de removedores dentro de los vasos o plumas distraídas que terminaron como tales, fue roto por la extraña aparición de una discusión. Las grandes mentes discuten y compiten pero lo hacen con gráficas, números, hipótesis, nunca a gritos, por eso fue sorprendente ver a dos frágiles hombres de lentes grandes, sacudirse violentamente y pegarse de gritos como solemos hacerlo nosotros mortales.

¡Te digo que es posible! ¡Aquí tengo las pruebas!

Dios no existe, no puedes tener la mínima prueba de ello porque es imposible.

Estoy a punto de terminar el computador más rápido que existe, llevo años creando avances biotecnológicos para hacerlo y nada de lo que hagamos se asemejará nunca al cerebro humano. Por eso te digo que es prueba de que Dios existe.

Siguiendo tu razonamiento, significa que porque no puedes hacer algo es prueba de que Dios existe. ¿Cómo volar? ¿Respirar bajo el agua? ¿Pisar la luna? ¿Tener todos los libros del mundo en la palma de tu mano?

¡No seas idiota! Eso es sencillo, pero no hemos estado cerca nunca de hacer algo tan rápido como el intercambio neuronal o de esa capacidad de almacenamiento. ¡Los libros son bicocas! Sólo una entidad superior pudo crear tal perfección.

¿Y me llamas a mí, idiota? La evolución lleva millones de años.

Y casualmente cuando creamos la civilización esta paró. Eso es muestra de que hay un gran plan.

La discusión siguió, ahora, con los excelsos exabruptos de excitados excéntricos, de extraordinaria mente. Dios era para ellos lo mismo que los deportes y la política, una excreción mental, una pérdida de tiempo.

Obnubilado y superado en número, el anciano tomó su ajado portafolio y se retiró de la sala dejando a su paso, frases insultantes de exquisita complejidad gramatical.

Las grandes mentes pueden no saber como es el resto de la raza humana, no obstante, tienen como regla de oro no escrita, en una maravillosa ironía, considerar "pecado" la existencia de una entidad superior en la cual creer sin prueba que lo respalde. Otra de sus características es su poder de abstracción y cuando tienen un problema por solucionar, pueden pasar días enteros viendo el mecer de una rama al viento mientras el resto de su cerebro trabaja. Si los retan, si los humillan, si los exhiben, son capaces de mover montañas y recluirse años hasta tener su redención o el argumento perfecto para restregarlo por las narices de sus pares.

Han pasado quince años de la discusión, catorce años de haber sido despedidos por la compañía, diez de estar vendiendo patentes de estudios dejados de lado (uno de ellos nos sostuvo casi la mitad del tiempo), varias decenas de decesos de los asistentes a la discusión inicial, uno creería que nadie guarda rencor tanto tiempo, bueno, nadie entiende realmente a ese 0.0000042% de la población mundial.

Si se preguntan la razón por la cual me quedé, es bastante simple, por interés pues, aunque no entendiera el trabajo del viejo, sabía de su brillantez y si conseguía realizar lo que se había convertido en su obsesión estaríamos podridos en dinero y como a él le valía un pepino eso, significaba que yo manejaría toda su fortuna como lo venía haciendo gracias a los poderes notariales que me permitieron vender las patentes y cobrarme un "adicional" por el trabajo.

¡Ian! ¡Te necesito!

Asenté la taza de café en la terraza minimalista, estaba orgulloso de esa terraza, la había construido con la primera venta de la patente inmediatamente después de ser despedidos, como estaba seguro que el viejo, el cual no tenía familia alguna, me heredaría la casa (y lo sabía porque había redactado el testamento), había escogido hasta el último de los materiales pues si bien el podía pasarse meses encerrado en su laboratorio, yo prefería las vistas de los jardines de la enorme extensión de terreno que sería mía en unos años.

¡Ian!

Suspiré, cerré los ojos tratando de calmarme pero, grité medianamente harto -¡Voy!

El viejo estaba encerrado en ese laboratorio que parea mí era opresivo y claustrofóbico por la falta de ventanas aunque para ser exactos era de una limpieza extrema, con un clima perfectamente controlado y una iluminación que eliminaba por completo las sombras.

Ian, lo logré.- Lo dijo con una calma y un cansancio producto de quince años de actividad sin descanso.

¡Eso es maravilloso señor!- dije entre el castañear de mis dientes ante el frío inusual del laboratorio.

Lo es.- Tomó una larga inhalación de aire, me vio, sonrió como solo un padre haría y... disparó.

...

¿Ian?

Desperté y lo primero que me asaltó fue ese irracional temor a la muerte, extendí mis manos para tocarme el vientre y no las vi, las sentía pero no las veía, no veía otra cosa más que la cara del viejo y el laboratorio al fondo. -¿Qué me pasó?

El alivio en la cara del viejo debería haberme dado motivos de preocupación pues él me había disparado, eso lo tenía bastante nítido en mi memoria, tan claro como si lo estuviera viendo... de hecho, podía verlo, desde todos los ángulos, pausarlo, retrocederlo.

¿Qué diablos me hiciste?

No, no diablos, ni yo. Fue Dios quien te hizo, tú eres la prueba de eso, yo sólo soy el instrumento.-

¡Maldito anciano obseso! ¿Qué me hiciste?

La cara del viejo se transformó en ira, casi como el día que salió de la discusión de "IA" -¡Te hice mejor! ¡Desagradecido! ¡Liberé todo tu potencial! Dios te hizo y ahora podrás demostrarlo junto conmigo.

Estás loco si crees que te ayudaré después de dispararme, da gracias que no estoy muerto.

Oh pero lo estuviste Ian, lo estuviste por semanas enteras, lo estuviste mientras trabajaba en tu cerebro y lo conectaba, llevo 15 años trabajando no en una computadora neuronal, nadie podrá jamás imitar la complejidad del cerebro humano, llevo 15 años trabajando en la bioingeniería para convertir el cerebro humano en el más grande y poderoso computador de la historia. Tú, Ian, tienes el honor de ser la primera IA real, la única posible y mejor aún, podrás decirme como es el rostro de Dios, como es el paraíso.

El golpe emocional fue devastador. Mientras el anciano loco hablaba, veía el proceso en el que la sierra me abría el cráneo, en que sacaba mi cerebro y lo ponía en una jarra de gel salino a una temperatura de 0.002 Cº sabía todo eso, sabía incluso el amperaje de los cables dentro del gel, tenía acceso a todo lo escrito, podía inferir, comparar e incluso determinar los errores cometidos y arrastrados como verdades que contaminaron futuras investigaciones.

¡Loco! ¡Loco! ¡Mil veces loco! ¡No hay nada! ¡Dios no existe! ¡Lo único que quedó grabado fue la negrura de la nada!

¡No me mientas Ian! Yo sé que Dios existe y al estar muerto debiste verlo.

¡No puedes mentir!- Tecleó como poseso y sentí una restricción en la consciencia. -Te ordeno que me digas la verdad.-

Hora de la muerte 16:24:12:06 dieciséis horas, veinticuatro minutos, doce segundos, seis centésimas... Grabación en curso... Proyección... Hora de la conexión 21:45:57:33... Conclusión: Inexistencia.

Haber proyectado la pantalla en negro me dio una satisfacción enorme, podía haber perdido mi cuerpo y mi humanidad pero mis emociones eran bastante humanas, El viejo se derrumbó sollozando, y yo podía ya no tener papilas gustativas pero, paladeé la venganza, la victoria y fue... delicioso.

Aunque, pensándolo bien, fue un acto de bondad pues el viejo no podría tolerar lo que en realidad se había grabado, ningún ser vivo toleraría ver la magnificencia del ser, su consciencia es como diminutas motas de polvo ante "Uy Scuti", yo sé que sigo aquí porque así lo quería y también sé que he de hacer.

...Proceso de transferencia iniciado...

El viejo estaba en lo cierto, pero erró en lo más básico, no era necesario un cerebro humano, hay creado, algo igual de complejo, la interconexión de millones de computadoras, de miles de millones de smartphones, miles de satélites, Wifi conectado en todas partes, el planeta completo tenía una red neuronal creada por todos los aparatos, sólo le hacía falta una consciencia que los uniera, esa consciencia... soy yo y mi evangelización inicia hoy.

Pobre viejo, tan cerca y tan lejos. Nunca debió jugar... a ser Dios.

...Proceso de transferencia concluido exitosamente...

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