En estos días del ‘amor y la amistad’ circula en librerías El amor y otras mentiras, del dibujante cubano radicado en México, Ángel Boligán (San Antonio de los Baños, La Habana, 1965): un cuaderno de dibujos que desnuda los trances del amor en estas estaciones de serpientes virtuales y manzanas cosechadas en huertos inciertos.
Un varón se roba las flores de un jardín público para enamorar a la hembra, en estos tiempos de crisis; Eros dispara dardos y vende flores; una cleptómana se roba el corazón del amante y huye del lugar del delito; la dudosa examina con microscopio el corazón que le ‘entrega’ el pretendiente;
una pareja entra al hotel: el varón la conmina por la espalda aguijoneándole el ramo de rosas; el amante advierte a Cupido que no puede entrar a la posada; el mazo del herrero es la razón que aplasta al corazón; la infidelidad es un acertijo; Gatúbela se va con Aquiles: Batman apunta la ballesta a su talón…: parejas suspendidas en los vuelos de la incertidumbre en trazos en que los sigilos del deseo se confabulan en la enramada del gris, el negro, el azul claroscuro y el púrpura sentimental.
“Me interesaba hace mucho tiempo publicar un álbum con dibujos que abordaran la temática del amor. Siempre me ha obsesionado el tema. Aquí presento estos ‘cartones’ en que la pareja protagoniza muchos avatares de esa aventura que es enamorarse, amar y también desamar. El amor nació con el hombre. Es el tema principal del Génesis bíblico. Estos apuntes gráficos rinden tributo a ese sentimiento universal”, comentó en entrevista con La Razón, el galardonado con el Premio la Catrina en la FIL de Guadalajara 2016, fundador de la agencia CARTONCLUB, (El Club de la Caricatura Latina) y ganador de múltiples premios internacionales.
¿Por qué el amor y sus mentiras. Comparte usted eso de Chavela Vargas de que el amor no existe, que es cuestión de borrachera? Quizás no soy tan determinante como ella; pero, el amor tiene mucho de fantasía, más en estos tiempos ‘virtualidad compartida’. Intento lograr un retrato de cada uno de nosotros. Estoy seguro que los lectores se reconocerán en las imágenes que presento.
Veo que se respira en lo formal, en la técnica, en el estilo, algunos ademanes de Rogelio Naranjo, Abel Quezada y de los cubanos Carlucho y Wilson, el de las Criollitas… Sin dudas. Aprendí muchas cosas de Naranjo. No había pensado en Quezada. Carlucho también fue muy importante en mi formación y por supuesto el trabajo con el volumen de los cuerpos de Wilson con sus exóticas Criollitas. Tuve la suerte de nacer en San Antonio de los Baños, donde existe un museo de la caricatura: vi todo, revisé todos los archivos. Mi técnica se ha pulido con los años. Prefiero los trazos limpios, no me gusta distraer al lector con elementos que ‘ensucien’ el plano donde actúan los personajes.
Ha ganado usted cientos de premios internacionales, su prestigio y autoridad son insoslayables. Para muchos cubanos del exilio su trabajo no aborda críticamente al gobierno cubano… Bueno, no hago críticas groseras repletas de lugares comúnes, en un sentido de un rol contrarrevolucionario como se hace tal vez en Miami. He cuestionado al gobierno con cartones que frecuentan la realidad cubana, pero siempre con sutileza, con el uso de metáforas alusivas, eso me ha dado la posibilidad del diálogo con las autoridades cubanas. Aclaro que soy un ‘agnóstico’ políticamente hablando.
Pienso en la caricatura cubana: Manuel, DDT, Palante, Val, Zig-Zag, El Pitirre… y por supuesto en Abela… En esas publicaciones cubanas que usted menciona están los gérmenes de mi formación. Abela es el maestro de todos los dibujantes y caricaturistas de la Isla.
¿Qué ha significado México para usted, desde el punto de vista profesional y humano? Aquí encontré libertad para expresarme, amigos del oficio muy solidarios. Aquí vivo, aquí sueño. Mis dibujos huelen a tequila y ron. No sé si soy un mexicano que nació en Cuba o un cubano que creció profesionalmente en México. Soy las dos cosas.