María Teresa León, la escritora que se sacrificó por Alberti

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Foto: larazondemexico

María Teresa León fue uno de los grandes nombres de la Generación del 27, pero su figura y su obra quedaron injustamente eclipsadas por el aura de Rafael Alberti, quien fue su compañero durante casi medio siglo. José Luis Ferris rescata ahora a la gran escritora en Palabras contra el olvido. Vida y obra de María Teresa León (1903-1988), un libro que edita la Fundación José Manuel Lara y que obtuvo recientemente el Premio Antonio Domínguez Ortiz de Biografías. Poderosamente documentado, el trabajo de Ferris retrata a una mujer que representa algunos de los pasajes más tristes de la historia de España en el siglo pasado, como la Guerra Civil y el exilio.

El biógrafo explicó que la idea de adentrarse en la vida de León venía de lejos. “Hace quince años publiqué la biografía de Miguel Hernández y, a partir de ahí, surgieron muchos personajes asociados a él. Empecé interesándome por las mujeres silenciadas del 27, como Maruja Mallo, a la que dediqué una biografía. Dentro de ese grupo está María Teresa León y, salvo algún libro colectivo aparecido en 2003 con motivo de su centenario, no había mucho más. Ella es una figura de primera línea, víctima del olvido y que encarna la figura de la intelectual comprometida y de la exiliada”.

Un criticado abandono

José Luis Ferris aporta las muchas luces que rodearon al personaje, sus amistades y encuentros con Federico García Lorca, Luis Buñuel o Pablo Picasso, pero también las sombras, especialmente las del final, el triste final que rodeó a una María Teresa León, enferma de alzhéimer y dejada en su olvido por un Rafael Alberti que se hacía acompañar de una nueva pareja, una bióloga catalana mucho más joven que él. “He trabajado hasta el momento de la muerte de María Teresa León y he echado mano a las hemerotecas. Allí se puede encontrar toda esta información. Y es cierto que en ese momento, al final de la vida de María Teresa, todos le achacaban a Rafael Alberti su poco interés por ella”, subraya el biógrafo quien sostiene que el poeta gaditano “no se comportó bien con quien fue su mujer”. En el libro queda detallado el paso de la ya enferma María Teresa por el geriátrico de Majadahonda, con alguna visita puntual, pero ninguna del autor de Marinero en tierra. “La Prensa ventiló la relación que tenía en aquel tiempo con una bióloga catalana y “Abc” llegó a anunciar que Alberti se iba a casar con ella por la Iglesia, algo que supuso un conflicto interno en la familia”, asegura Ferris.

Pese a que no se ha escrito mucho sobre ella, cabe decir que María Teresa dejó un libro de memorias, que ha resultado ser muy fiel a la realidad. “Hay más lealtad en sus memorias y lo que he investigado que, por ejemplo, en La arboleda perdida de Alberti donde el poeta aparece en primera persona del singular, casi como si no viviera con María Teresa”, subraya. Pese a todo, lo que sí ha visto es cierta ingenuidad en los asuntos políticos porque, en ocasiones, “parece que no quería ver la realidad, por ejemplo la represión en rusa. En sus memorias todo es de color de rosa, incluso cuando ella y Rafael visitan a Stalin. Sorprende la ingenuidad y es luego su hija Aitana la que le hace ver que la realidad era distinta”.

El papel de la pareja de intelectuales durante la Guerra Civil es otro de los temas polémicos. Ferris ha intentado en su libro dejar las cosas claras. “En aquel momento los intelectuales toman dos posturas. Por un lado están los que están en primera línea de fuego, como es el caso de Miguel Hernández.

Después los que se quedan en la retaguardia, como es el caso de los que están en la Alianza de Intelectuales Antifascistas, donde militó Alberti.

El personaje más activo es María Teresa. Era, por tanto, evidente que tendría lugar algún choque de trenes, como sucedió entre el poeta de Orihuela y María Teresa, un enfrentamiento muy comentado en los últimos días de la guerra en Madrid.

Sin embargo, “recopilando el material para el libro, he constatado lo mucho que quería a Miguel. Cuando lo recuerda lo hace con palabras amables, algo que no sucede cuando Alberti habla de Hernández”.

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