Juan Manuel Bonet lleva casi cinco meses al frente del Instituto Cervantes. Es el único que también dirigió una sede del organismo en el exterior. Con energía estuvo al mando de la sucursal en París y prácticamente nada de la cultura le es ajeno.
Ha escrito crítica literaria, artística; comisariado exposiciones y dirigido el Instituto Valenciano de Arte Moderno (IVAM) y el Museo Reina Sofía.
Su Diccionario de las vanguardias en España (1907-1936) es una obra de referencia y es autor de varios libros de poemas, entre otras publicaciones.
¿Cuál es su balance de los más de cien días que lleva al frente? He empezado por ver a todos los directores anteriores por orden cronológico, comer con ellos y que me cuenten, uno por uno, hasta acabar con Víctor, que fue mi jefe durante casi cinco años. Me parecía muy necesario hacer esa ronda. Simbólicamente tiene mucho interés pues visualizas que es una casa que se ha levantado con el trabajo de muchas personas. Cabe aquí gente muy diversa y ésa es una peculiaridad muy positiva.
¿Cómo se percibe el Cervantes? Es una institución que los ciudadanos ven con orgullo y ese orgullo se palpa más en quienes trabajan aquí, gente que tiene la conciencia de que hace algo que es muy importante. Y este sentimiento lo comparten también los políticos porque el Cervantes no está metido en la refriega política, ni en la batalla, es una institución de Estado.
En su toma de posesión le aplaudieron cuando pidió mayor presupuesto y autonomía para el Cervantes. Así es, y esos aplausos me comprometen a responder a esa petición y a esa esperanza. Percibo que hay campos en los que la gente de la cultura tiene claro que el Cervantes es ese escaparate, pero en la parte del mundo de las artes plásticas hemos tenido épocas de mayor oferta de la que pueda haber hoy. Ese mundo de los artistas y de gente interesadas en el arte piden un poco más de compromiso por parte del instituto y mayor actividad desde la central. En materia de cultura estoy haciendo un esfuerzo de reflexión.
¿Y en el del idioma? Estamos en todo el mundo. Nos encargamos de enseñar el español a aquellos que por la razón que sea no lo aprendieron en el sistema escolarizado. Ya no son 300 millones, que son los que había en mi adolescencia. Dentro de poco serán el doble. En EU cada vez hay más gente hablando nuestro idioma, además algunos de sus políticos son hispanos, a pesar de que hoy está complicada la situación.
¿Cómo ve esa situación ahora? ¿Se va a complicar con Trump? En Estados Unidos lo hispano es una minoría, pero una gran minoría. Tenemos grandes acuerdos en el campo del idioma con importantes instituciones del continente americano como México o Buenos Aires, con las que hemos puesto en marcha el Siele, un diploma destinado a la generación digital adaptado a las necesidades del momento.
El Cervantes es un instrumento de diplomacia cultural que debe estar atento a la evolución de los acontecimientos pero no estamos en un plano político, no vamos a arreglar los problemas entre México y Estados Unidos desde aquí. México es un socio importantísimo para nosotros y tenemos una deuda histórica ante lo que supuso el drama de la Guerra Civil y la llegada de una parte de la intelectualidad allí; el país le abrió sus puertas al exilio español intelectual.
¿Cómo valora la aparición de políticos como Emmanuel Macron en la escena europea? Figuras como él alejan los populismos de uno y otro signo. Es la suya la victoria del extremo centro y de la sensatez. Ha sido significativo ver cómo una corriente de extrema derecha y otro de extrema izquierda tenían aspectos comunes, algo que se ha visto en la historia más de una vez. Yo me considero un intelectual en zonas templadas que trabaja en el ámbito de la política cultural con diferentes Gobiernos. Una institución cultural no puede estar en la refriega de la política sino consensuado.
La cultura audiovisual ¿suma o resta? Está claro: hay que leer. Las tabletas y los e-book son muy recomendables pero yo hago apología de Gutenberg.
Son compatibles. No creo que el libro electrónico vaya a desbancar al papel, no soy apocalíptico. La hemeroteca digital es un elemento de trabajo extraordinario. Lo veo utilísimo en general, y suma. Creo en lo digital y en saber utilizar los recursos. En el Cervantes tenemos que cocinar un menú muy vitamínico y variado para atraer a los jóvenes y esto incluirá, por ejemplo, la gastronomía. La idea de que los menús culturales han de ser variados hay que tenerla presente para que quienes van a una cultura de consumo rápido los orientemos más hacia esto
Usted conoce bien los museos: ¿cómo será el del futuro?
El equipo del MoMA sentó las bases en los años 20. De ser centros enciclopédicos y acumulativos se pasó a saber detectar nuevas artes como el cine, la arquitectura y la fotografía. En los museos donde yo he estado quería que la gente no se aburriera.