Presentan antología de nueve escritoras mexicanas de los 70

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Nueve narradoras mexicanas nacidas en los años 70 del siglo pasado muestran su labor creativa en El discreto encanto de narrar (Textofilia, 2017), selección de Maritza M. Buendía y Glafira Rocha con prólogo de Mónica Lavín. Liliana Blum, Raquel Castro, Maritza M. Buendía, Iliana Olmedo, Glafira Rocha, Paola Tinoco, Socorro Venegas, Nadia Villafuerte y Karla Zárate coinciden en la exploración de asuntos como la vida doméstica, el matrimonio, el sexo, la soledad, el deseo, la sumisión y la nostalgia, entre otras inquietudes.

Relatoras herederas de Inés Arredondo, Rosario Castellanos, Amparo Dávila, Elena Garro y Guadalupe Dueñas: “Voces del siglo XXI, su trabajo escritural es bisagra del nuevo milenio. Detrás de ellas, el legado de las narradoras de medio siglo que picaron piedra en palabras precisas, incisivas, sentaron mirada y la vistieron con singularidad”, expresa la escritora Mónica Lavín en el prólogo.

El lector tiene en sus manos un paisaje cuentístico de aventurada compensación: Liliana Blum escarba en la incertidumbre de la infidelidad matrimonial; Maritza M. Buendía se detiene en parajes en que la perversidad se asoma; Paola Tinoco excava en las ocultas complicidades de las relaciones familiares; Socorro Venegas, mediante una cadenciosa prosa, recrea pasajes de pesarosas atmósferas; Raquel Castro recurre a la fantasía y al humor negro; Karla Zarate construye situaciones desoladas en breves historias donde lo onírico juega un papel clave.

[caption id="attachment_688354" align="aligncenter" width="696"] Karla Zárate, una de las integrantes de la antología (Foto: Carlos Olivares Baró)[/caption]

Nueve ‘Scherazadas’, quienes conceden un cosmos de ingeniosas historias bajo el axioma del hechizo de la narración convincente. Nueve gestos, nueve miradas que se posan sobre el mundo y escarban en procelosos dilemas humanos de personajes que intentan un pedazo de felicidad terrenal o una ración de bondad de un Dios lejanos, pero latente en un eco asordinado y persistente.

La Razón conversó con Karla Zárate, una de las narradoras integrantes de este compendio, quien considera que “esta miscelánea expone un preciso abanico del quehacer narrativo contemporáneo en México, desde la visión de nueve mujeres nacidas en los años 70 con procedencia de diversas regiones del país: Zacatecas, Chiapas, Durango, Sinaloa y Ciudad de México. ¿Literatura femenina? No me gustaría esquematizar. Son relatos que van más allá de la prerrogativa de género con propuestas temáticas en que las contradicciones humanas son los ejes de su desarrollo”.

¿Además de haber nacido en los 70, qué otro elemento une a estas nueve narradoras? Entre las nueve narradoras, yo diría que un elemento común es la presencia del sueño en la mayoría de los cuentos. Me atrevo a decir que el libro puede entrar en la clasificación de ‘literatura onírica’. Se percibe en la escritura de Glafira Rocha o Liliana Blum. En mi caso, escribo como soñando o, mejor, cuento mis sueños para salvarme de algunos trances que me asedian.

Memoria, familia, presagios, fantasías, soledades, Eros: ¿Obsesiones presentes en el imaginario femenino? Son obsesiones de los seres humanos, no sólo de las mujeres. El hecho de que en este compendió coincidan, quizás se explica porque son asuntos cercanos al cosmos femenino, a su incidencia cotidiana.

Los relatos suyos están edificados con un discurso apremiante. ¿Por qué? Me interesa construir espacios vaporosos, suspendidos, en que los sueños suscriben acciones de los personajes. La soledad es siempre una protagonista. Necesito recurrir a lo elíptico y también a una prosa quizás apremiante. En realidad, escribo viñetas, bocetos de sugerencias abiertas.

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