Revelan 700 cartas la preocupación de Picasso por el dinero y la pintura

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Foto: larazondemexico

El 6 de febrero de 1968, Josep Selva i Vives, director del Museo de Arte Moderno de Barcelona, firmó un documento en París en el que declaró que acababa de recibir un paquete que contenía la correspondencia que Jaume Sabartés mantuvo con Pablo Picasso, el amigo a quien mostró fidelidad y de quien fue su secretario.

En el mismo papel, Selva dejó por escrito la petición de Picasso de no abrir ese legado documental al público hasta que pasaran cincuenta años desde la muerte del fiel Sabartés.

El Dato: En el Museo Picasso se conservan todos los retratos que Picasso dedicó a Sabartés.

El día llegó ayer y La Razón pudo consultar las rúbricas inéditas. Un conjuntode 700 cartas que nos aproximan a la intimidad de Picasso. En ellas vemos el funcionamiento de la vida cotidiana del pintor, un artista con bastante preocupación por el control del dinero que recibe por la venta de sus cuadros, así como por los derechos de autor que genera su trabajo.

A Sabartés le envía talones con cantidades de dinero importantes para que sean ingresadas en su cuenta del BNCI (Banque Nationale pour le Commerce et l’Industrie).

“Querido Jaumet: Aquí te mando dos cheques a poner en B.N.C.I. a mi cuenta. Hace un sol que si no pela da luz. Ya te escribiré más otro día pronto. Recuerdos de todos y otro abrazo apretado más de tu Picasso. También te mando un cheque de 20 mil francos nuevos para gastos de casa”, dice una carta fechada el 7 de mayo de 1964.

[caption id="attachment_700812" align="alignleft" width="199"] 12 de febrero de 1959: “Querido Sabartes: He recibido esta mañana tu carta con fotos de Nonell, Pere Romeu y Pompeio Gener. Son hechos por mí y los he firmado yo, pero no me acuerdo cuándo. El retrato de Nonell es de Nonell y no mío, pero veo que también lo he firmado. Para no complicar la cosa.”[/caption]

Las cartas ocupan una cronología que nos lleva desde 1927 a poco antes de la desaparición de Sabartés. El epistolario toma una especial fuerza a partir de 1945, cuando Picasso decide instalarse definitivamente en el sur de Francia, dejando su taller parisino. Sabartés se queda en la capital francesa y se convierte en el aliado que necesita el autor de Las señoritas de Aviñón.  Picasso lo necesita, hasta el punto que hay días en los que le llega a enviar hasta tres cartas.

Es en París, donde están los materiales que Picasso necesita para poder pintar, dibujar o grabar. El 7 de enero de 1958 desde su residencia de La Californie, en Cannes, le pide lo siguiente a su secretario: “Querido Sabartés: Si quieres ve a comprarme unas cuantas cajitas de esos lápices para litografías y haciendo un paquetito mándamelo aquí esta tu casa y al seguro servidor que es tuyo, Picasso”. Junto con este manuscrito, el genio malagueño le precisa el establecimiento al que debe acudir. H. Lorilleux & cie, en el número 16 de la Rue Suger. Igualmente le dice que debe comprar lápices Crayons nº 2, imprescindibles para sus dibujos.

En la Barcelona bohemia. No hay en el archivo, al menos en los primeros documentos que han visto la luz de este legado, facturas o recibos procedentes de su labor con Picasso. Tampoco hay, por el momento, fotografías junto con su inseparable camarada, el mismo al que conoció en la Barcelona bohemia de 1899 cuando el pintor empezaba a demostrar su genio. Fue precisamente en ese año cuando el artista retrató por primera vez a Jaume Sabartés.

En el Museu Picasso de Barcelona se conservan la totalidad de los retratos que Picasso dedicó a Sabartés. Son prácticamente un recorrido por todas las etapas creativas del genio: desde los realizados al carbón con cierto aire modernista propio de Ramon Casas, pasando por la época azul hasta convertirlo en un personaje cervantino que disfraza con gorguera y sombrero. Igualmente lo rodea de hermosas pin-ups en una serie de dibujos hechos en ceras en los que Sabartés es casi una caricatura en manos de Pablo Picasso. El secretario lo guardará todo con envidiable cuidado.

Picasso es en los años 50 y 60 el artista vivo más importante del siglo XX, un genio con una obra que se busca para enriquecer grandes colecciones públicas y privadas. Eso provoca que surjan numerosas falsificaciones y en las cartas hay constancia del empeño de Picasso y Sabartés por certificar todo aquello que ha salido de la mano del malagueño.

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