Bernardino de Sahagún
Fragmento
“… hay una sierra que se llama Coatepec
allí vivía una mujer
que se llamaba Coatlicue…
madre de los cuatrocientos surianos
y de Coyolxauhqui…
Coatlicue barría…
así hacía penitencia
y un día…
andando barriendo
sobre ella bajó una pelotilla de pluma
en seguida la recogió…
la colocó en su seno.
Cuando terminó de barrer
buscó la pluma… y no la halló.
En ese momento Coatlicue quedó encinta.
Al ver los cuatrocientos surianos
que su madre estaba encinta
mucho se enojaron…
Y su hermana Coyolxauhqui
les dijo:
“Hermanos, matemos a nuestra madre
porque nos infamó habiéndose a hurto empreñado”.
Cuando supo esto Coatlicue
mucho se espantó… se entristeció
pero su hijo Huitzilopochtli que estaba en su seno
le decía:
“No temas
yo sé lo que tengo que hacer”.
Habiendo oído Coatlicue
las palabras de su hijo…
se sintió tranquila.
Y entretanto los cuatrocientos surianos…
determinaron dar muerte a su madre…
Coyolxauhqui mucho los incitaba…
Y los cuatrocientos surianos
se ataviaron para la guerra…
torcían y enredaban sus cabellos,
como guerreros.
Pero uno llamado Cuahuitlicac
lo que decían los cuatrocientos surianos
en seguida iba a decírselo…
A Huitzilopochtli…
Y Huitzilopochtli le respondía:
“ten cuidado, está vigilante,
tío mío, bien sé lo que tengo que hacer”.
Los cuatrocientos surianos se pusieron en marcha
iban en fila,
en ordenado escuadrón
los guiaba Coyolxauhqui…
Entonces le dijo Cuahuitlicac:
Ya están en la cumbre, ya llegan
los viene guiando Coyolxauhqui”.
En ese momento nació Huitzilopochtli.
Se vistió sus atavíos…
el llamado lanzadardos de turquesa…
se pintó el rostro…
Y uno de sus pies, el izquierdo, era enjuto
y sus dos piernas y sus dos brazos
los llevaba pintados de azul…
puso fuego a la serpiente hecha de teas llamada Xiuhcoátl
que obedecía a Huitzilopochtli
Luego con ella hirió a Coyolxauhqui
le cortó la cabeza…
El cuerpo de Coyolxauhqui
fue rodando hacia abajo
cayó hecho pedazos
por diversas partes cayeron sus manos,
sus piernas, su cuerpo…
Entonces Huitzilopochtli
persiguió a los cuatrocientos surianos…
Pero ellos mucho le rogaban, le decían:
“¡Basta ya!”
Pero Huitzilopochtli…
con fuerza se ensañaba contra ellos
Cuando Huitzilopochtli les hubo dado muerte
les quitó sus atavíos… se los apropió…
Nadie apareció jamás como su padre
Y su culto fue tomado de allí
de Coatepec, la montaña de la serpiente
como se practicaba desde los tiempos más antiguos.