Muere el fotógrafo que documentó la tragedia del apartheid

larazondemexico

Fuera por su condición de judío, por su espíritu rebelde e inconformista o por su obsesivo afán por denunciar las miserias e injusticias que le rodeaban, David Goldblatt transformó su oficio de fotoperiodista por el de fiscal ineludible de la realidad surafricana más tóxica: la del apartheid.

[caption id="attachment_760082" align="alignleft" width="348"] El hijo de un granjero con su niñera.[/caption]

Una obsesión que le acompañó durante toda su vida, una vida con una cámara en las manos, que ayer cerró definitivamente el obturador de su objetivo tras fallecer a los 87 años en su casa de Johannesburgo, “en absoluta paz”, en palabras de sus familiares.

Nieto de refugiados judíos lituanos, Goldblatt comenzó su trabajo fotográfico en 1948, justo cuando el fanatizado régimen del apartheid fue instaurado oficialmente en una Sudáfrica de dos colores, blanco y negro, con derechos o sin ellos, y que él documentó exhaustivamente a través de la lente de su cámara. Cinceló con imágenes las huellas del colonialismo, de los claroscuros de una sociedad surafricana fragmentada por la desigualdad, algo que él siempre quiso visualizar para que la historia lo juzgase.

"Captó el sistema de valores sociales y morales que retrataron a Sudáfrica durante el periodo del apartheid"

Cyril Ramaphosa

Presidente de Sudáfrica

Junto a Alf Kumalo, Ernest Cole, Kevin Carter, Jürgen Schadeberg y Sam Nzima formó la punta de lanza de la denuncia social contra el régimen racista, cuyas imágenes llegaron a las portadas de medios de todo el mundo. Las sociedades occidentales pudieron comprobar de primera mano la crueldad de un régimen que  a mediados los años 90 vivía sus últimos estertores. Fueron años de intenso trabajo, de paseos visuales por los barrios más desfavorecidos de Johannesburgo, escenificando en terribles instantáneas lo que ya era un clamor en el resto del mundo.

[caption id="attachment_760083" align="alignright" width="262"] Mujeres vendiendo escobas, Nancefield.[/caption]

Cuando el apartheid se desmoronó como un castillo de naipes y Nelson Mandela accedió en 1994 a la presidencia del país, Goldblatt no dejó de escudriñar las luces y las sombras del país, aunque su ojo crítico se tornó más descriptivo y menos mordaz. Apostó por mostrar la belleza de los paisajes surafricanos, la alegría desbordada de sus gentes una vez que la libertad, al menos política, llegó a sus vidas. Fruto de su excepcional trabajo, llegaron los reconocimientos.

El Dato: En 1994, la población de color ejerció por primera vez su derecho al voto en Sudáfrica.

En 1998 se convirtió en el primer sudafricano en tener una exposición personal en el Museo de Arte Moderno (MoMA) de Nueva York. En 2006 recibió el prestigioso premio Hasselblad; en 2009, el galardón de la fundación Henri Cartier-Bresson; en 2016, el Commandeur des Arts et des Lettres por el Ministerio de Cultura francés y cuenta, además, con un largometraje documental sobre su vida, se estrenó el año pasado. La muerte de Goldblatt puso fin a 50 años de carrera de un fotoperiodista que usó como nadie la denuncia silenciosa, con imágenes conmovedoras que nunca eludieron la brutalidad de los actos que documentó durante cinco décadas.

El presidente de Sudáfrica, Cyril Ramaphosa, destacó hoy que Goldblatt “captó el sistema de valores sociales y morales que retrataron a Sudáfrica durante el periodo del apartheid para influir en su paisaje político”.

[caption id="attachment_760084" align="alignnone" width="696"] Concurso de belleza en Sudáfrica.[/caption]

David Goldblatt

Perfil: Sus abuelos fueron refugiados lituaneses que se asentaron en Sudáfrica a finales del siglo XIX. Desde que era adolescente mostró interés por la fotografía y comenzó a documentar el Apartheid desde 1948 aunque no fue sino hasta 1952 que publicó sus primeras instantáneas.

Sus logros:

1998. Se convirtió en el primer sudafricano que expuso en el Museo de Arte Moderno (MoMA) de Nueva York.

2006. Recibió el prestigioso premio Hasselblad.

2009. Le otorgaron el galardón de la fundación Henri Cartier-Bresson.

2016. Gana el Commandeur des Arts et des Lettres por el Ministerio de Cultura francés.

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