Mientras esté sin definirse el destino de los murales ubicados en la antigua sede de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT), éstos permanecerán en dos bodegas que se construyen dentro del mismo complejo. Incluso se pronostica que sea la próxima administración la que decida dónde conservarlos; así lo afirmó a La Razón, Ramón Velázquez, director de CAV Diseño e Ingeniería, empresa contratada para la
remoción de las obras.
“Se van a bajar y almacenar los murales. No se van a ningún otro lado; una vez que estén abajo hay que enfocarse en hacer un proyecto de restauración; eso seguramente le tocará a Bellas Artes, por la calidad de los artistas que hicieron las obras.
“Son tiempos muy complicados, creo que esta discusión ya le tocará a las autoridades del nuevo gobierno; pero lo importante es estar conscientes de la salvaguarda de los murales”, dijo Velázquez, quien espera que este lunes el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), dé la aprobación definitiva para comenzar a desmontar los murales, ya que los del edificio A están en peligro, pues con otro sismo éste podría colapsar.
El dato: Las personas que laboran en el proyecto son expertas en restauración de bienes inmuebles, de restauración de bienes muebles, un historiador, arquitectos e ingenieros.
“Ya tenemos que dar inicio, al parecer SCT está esperando la última palabra de Bellas Artes. Ya había una aprobación preliminar y estaban esperando la respuesta definitiva. Estamos esperando que mañana (lunes) la Secretaría nos dé indicaciones definitivas”, explicó.
Para poder retirar los murales, la empresa que cuenta con la experiencia del traslado de las esculturas de Catedral y el monumento a Cuauhtémoc, por ejemplo, realizó un dictamen para determinar el estado actual de las obras artísticas que crearon en el complejo Juan O’Gorman, Chávez Morado, Arguro Estrada y Luis García Robledo, entre otros.
“Los murales en general presentan deterioros equilibrados en todos los paneles; vemos que los del edificio A, tienen un riesgo mucho más grande, dado que éste tiene un desplome en toda su altura, más o menos de un poco más de un metro; implica un peligro, porque si llegara a temblar en cualquier momento, podría colapsar”, detalló Ramón Velázquez.
De acuerdo con el dictamen que ya está en manos del INBA, los murales “en términos generales, se han conservado satisfactoriamente, sin embargo, existen procesos de deterioro originados tanto por los movimientos normales que tienen los inmuebles, como los del sismo, particularmente el del año pasado, del 19 de septiembre. Otro factor es la contaminación atmosférica”, explicó el especialista.
Los murales de este complejo ya habían sufrido daños tras el sismo de 1985, por lo que fueron soportados por una estructura metálica, que ha empezado a tener afectaciones por corrosión, agregó.
Del destino final de los murales, Ramón Velázquez señaló que esta decisión debería ir encaminada “hacia los edificios; es decir, que se nivelen y se reestructuren para que los murales se puedan volver a colocar en el sitio original”.
—Entonces, ¿lo ideal sería que se volvieran a colocar ahí?, se le preguntó, a lo que respondió: “sí, sería lo ideal… lo que opinamos como profesionales e involucrados con el patrimonio, es que lo ideal sería que se reconstruyeran esos edificios y se pudieran poner los murales”.
En esto también coincide Gabriel Mérigo, especialista en restauración de monumentos, quien resalta que lo valioso de estos murales, “es su relación entre sí con un discurso común de orden nacionalista que resalta elementos históricos que definen nuestra identidad como mexicanos”.
“La pérdida del conjunto representaría un daño patrimonial muy importante. Sería un error trasladar los murales a otro sitio; pero peor aún sería dispersarlos, porque tienen sentido en función de que están ubicados en el mismo lugar, en una especie de diálogo artístico entre los distintos elementos; por lo que si se trasladan a otro lugar y se dispersan, perdería coherencia su significado como un todo, demeritando su calidad artística”, expresó en entrevista con este diario.
El experto de la UNAM, señaló que adicionalmente al dictamen que se realizó, también son necesarios otros estudios. “Lo que hace falta es información de mecánica de suelos y un estudio estructural actual, no el de aquella época (1985)”, dijo.
Gráficos Roberto Alvarado, Arturo Ramírez y Luisa Ortega
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