En una sociedad en que existen más facilidades para estar comunicados, pero irónicamente más incomunicada, se enmarca la última novela del escritor y poeta Rafael Soler, El último gin-tonic (Editorial Contrabando), con la cual, el autor enmarcado en la “nueva novela española” logra romper nuevamente con las fronteras del lenguaje y la construcción de la narrativa.
Un libro en que el lector se puede encontrar con correos electrónicos, recetas de cocina y secuencias cinematográficas, a través de las cuales se cuenta la historia de Lucas Casares y sus tres hijos, bíblicamente bautizados como Marcos, Mateo y Juan, quienes tras la muerte del patriarca se enfrentan a la traición, la culpa y el silencio durante cuatro días en los que su vida cambia.
“Todos viven cerca, se respetan, se quieren, pero callan más de lo que cuentan. Estamos en una sociedad en la que teóricamente es más fácil comunicarse que nunca, sin embargo, hablamos muy poco, no nos abrazamos, no nos contamos las cosas, de eso va fundamentalmente la novela.
“Va también de la traición, la pérdida, los amores encubiertos, la soledad, el papel importante que juega el azar en nuestra vida”, explicó Rafael Soler, en entrevista con La Razón.
"Es la historia de una familia con su patriarca que fallece al comienzo de la novela, dos hijos, tres nietos, todos viven cerca, todos se respetan, todos se quieren, pero callan más que lo que cuentan. Estamos en una sociedad en la que teóricamente es más fácil comunicarse que nunca”
Rafael Soler
Escritor y poeta
Para Soler, El último gin-tonic también es una suerte de contrapeso a la inmediatez a la que estamos expuestos todos los días. A esta vorágine de textos e imágenes que llenan nuestro día y que solamente cuando llegamos a casa y estamos dispuestos a iniciar una nueva jornada, caemos en cuenta que lo inmediato nos absorbió, que no tuvimos tiempo para la reflexión.
Por ello, en la obra del también autor de Las cartas que debía (Ediciones Vitruvio, 2011), el lenguaje tiene un papel activo en los cuatro capítulos: “Tres más uno”, “Los abrazos”, “Aquí nadie tiene a nadie” y “Póker de ases”.
“Hay que recordar que soy un poeta que escribe también novela, en la poesía lo que no suma resta, creo que la novela podría ser el arte de decir lo justo. Me gusta crear espacios para que sea el lector el que complete lo contado. El libro está construido con una serie de piezas, que según avanza la historia, van encajando.
“Por eso es muy importante el papel que juegan los diálogos, el intercambio de correos, también algunos tramos de la novela que se plantean como secuencias de una película; el objetivo de todo esto es que la novela atrape al lector desde las primeras páginas” recalcó el autor que este mes participó en el Encuentro de Poetas que se realizó en la Ciudad de México y en Morelia.
La manera en que está entretejida la historia y el riesgo que toma Rafael Soler, es la forma que encontró para acercarse a los jóvenes lectores, a quienes considera “más necesarios que nunca” en la actualidad.
“La novela de riesgo, no convencional. Que no vaya por el papel pautado de simplemente contar, sino con la vocación de provocar y despertar el interés del lector creo que ese tipo de narrativa, pensando en los jóvenes, es más necesaria que nunca” resaltó Soler, quien desde 1985, con Barranco (Ediciones Cátedra) no dedicaba sus escritos a la narrativa.
El Dato: El autor español en los años 80 tuvo una intensa producción literaria, que fue bien recibida por la crítica. Tras una larga ausencia volvió en 2009.
Es un libro que busca que los lectores reflexionen a través de las vivencias de sus personajes principales, Marcos, Mateo y Juan. “Así como en poesía el lector encuentra lo que no busca, en el caso de la narrativa, como en El último gin-tonic, lo importante es que el lector al final reflexione, que te salten una serie de preguntas que no pensabas
que te ibas a hacer”.
El título de la obra, para Soler, también es una provocación, pues “la bebida tiene una connotación importante de celebración, es un encuentro en el brindis, en esta novela donde se encuentran y se separan. Es saber que, aunque vas a perder todo, va a cambiar a mejor”, concluyó.
El último gin-tonic
Autor: Rafael Soler
Editorial: Contrabando
Año: 2018
Rafael Soler
Nació: 1947
Lugar: Valencia, España
Ocupación: Escritor y poeta
Otras obras: El grito (1979), Los sitios interiores (1980), El corazón del lobo (1982), El sueño de Torba (1983), entre otras
El último gin-tonic
… Camino del plató, Lucas y María intercambiaron tres silencios y un suspiro, una conversación habitual desde que ella se instaló en el salón durante el día, con un cuaderno de anillas y una jarra de té helado que perdía con las horas su vigor; y en la terraza, de noche, escuchando música de jazz mientras él cambiaba de humor y de canal.
En su primer silencio de casi dos minutos, Lucas nada dijo de aquel correo inesperado que abrió con cautela y leyó con la natural aprensión del que se sabe en deuda, aunque viniera precedido por un apaciguador “Saludos”. Tan impecable en su forma como implacable en su lacónica descripción de los hechos, su autor disfrutaría ahora de un alivio merecido, y Lucas dedicó el segundo cincuenta y nueve de su primer silencio a una rápida evocación del rostro confiado de Diego Wiekmann, incrustado en el paisaje de aquellas tierras hoscas donde el viento sacudía despiadado las conciencias.
Había poco tráfico, y Lucas correspondió al primer silencio de María con un suspiro corto, que escurrieron sus labios cuando ya el coche se detenía en el semáforo. Una joven con perro y zapatillas blancas les dedicó al cruzar un vistazo desprovisto de interés.
—Dale— se impacientó ella cuando el disco pasó a verde, y Lucas se limitó a dar un suave pisotón al acelerador, para que todo volviera a su lugar, dedicando a María su segundo silencio mientras enfilaban la avenida que conducía a las afueras...
FRAGMENTO TOMADO DEL LIBRO