"Cuando me fui, sufrí estar exiliada de México"

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La entrada del salón Juan Rulfo de la FIL empezó a colmarse desde muy temprano de muchachos de las preparatorias de la ciudad de Guadalajara: el encuentro con la poeta, ensayista, crítica literaria y traductora, Ida Vitale —Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances 2018— estaba previsto para las cinco de la tarde, pero desde las tres de la tarde, la algarabía de los adolescentes retumbaba por todo el vestíbulo del área principal. Reían, se tomaban fotos entre ellos. Esperaban que las puertas se abrieran para inundar la estancia.

Y a las 16:30 horas les dieron paso y en diez minutos no cabía nadie más en la amplia plaza. Murmullos. Expectación. En una pantalla aparecía en intervalos la foto de la escritora uruguaya. Exactamente a las 5 con 10 minutos entró apresurada la autora de Jardines Imaginarios. Llegó ataviada con un capote de algodón y la sonrisa humedeciendo sus 95 años de edad. La escoltaba el poeta, editor y ensayista José María

Espinasa. Ovación: gritos.

“Les presento a Ida Vitale: ella viene a conversar con ustedes que son un grupo de mil estudiantes y ella es una sola, acompañada con 75 años de trabajo con la palabra. Ha publicado más de 25 libros, como todos sabemos, ganó el Premio FIL de Literatura este año. Ya este encuentro se ha hecho necesario, siempre lo esperamos. Vamos a dialogar con una gran escritora, pero más que todo una gran mujer”, expresó Espinasa.

Sin más preámbulo, la también ganadora del Premio Cervantes 2018 tomó el micrófono y respondió una pregunta del moderador sobre el origen de la escritura: “nace el acto de escribir por un deseo inexplicable; en mi caso se produjo por la lectura. Leí aquellos primeros libros infantiles y después juveniles y yo quería también hacerlo. Seguí buscando libros y seguí imitando lo que leía. Así empezó esta aventura que nunca acaba: destino en los bordes de una enunciación nunca zanja”, aseveró pausada y convincente la también articulista del periódico El País.

Una adolescente quiso saber cuál era el más preferido de sus libros publicados. “Soy con mis libros como una madre con sus hijos. No es que quiera a uno más que a los otros; pero, quizá existe uno que, por misteriosas razones, se convierte en el consentido. Yo no tengo uno predilecto: sé quizá que aquel está menos logrado que el otro; sé que uno tiene un texto que me convence y que el más reciente es más fresco y atrevido... Pero, a todos los distingo igual”, expuso sonriente la distinguida con el Premio Alfonso Reyes 2014.

Espinasa le pidió que hablara de su exilio en México. “Siempre añoré venir a México. La dictadura militar me obligó a exiliarme de 1974 a 1984. Conocí a Octavio Paz y me abrió las puertas de la revista Vuelta. Conocí a Álvaro Mutis: un ser encantador. Hice amigos y aprendí a querer a esta geografía habitada por gente amorosa. Cuando me fui, sufrí entonces estar exiliada de México. No he conocido otro lugar como éste. Aquí la generosidad está en los ojos, se encauza en las miradas”, concluyó Vitale.

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