El Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) vio la luz el 3 de febrero de 1939 en un momento de suma importancia para el país, pues se concretaban las grandes reformas sociales, económicas y sociales que tuvieron lugar, en gran medida, en el gobierno del general Lázaro Cárdenas.
En ese momento, cuando se proyectaba la nación que surgiría de la Revolución Mexicana, la institución nació como articuladora del esfuerzo para fortalecer la identidad de la nación, recobrar el sentido de origen y el reconocimiento de profundas raíces históricas y culturales que tienen que ver con las culturas y civilizaciones que florecieron en este territorio hace más de cuatro mil años.
Diego Prieto, director general del INAH, señaló que esas civilizaciones conectan con el colapso que cimbró al territorio mexicano, es decir, la llegada de los españoles, la ocupación de este territorio y posteriormente el choque, y a la vez enriquecimiento cultural, que significó la Conquista y el poblamiento del país por grupos europeos, africanos y asiáticos.
El antropólogo y maestro en Ciencia Política destacó que el INAH se reconoce como la entidad que recupera, protege, estudia y divulga la identidad del país, “fundamentalmente el patrimonio arqueológico, antropológico e histórico, en cuya tarea han destacado personajes, desde Alfonso Caso, fundador del INAH”.
Con especialistas como Guillermo Bonfil Batalla, Ignacio Bernal, Gonzalo Aguirre Beltrán y otros, la institución construyó el andamiaje tanto en la investigación como en el cuidado y la preservación del patrimonio.
“Se hermanó con el Instituto Nacional de Bellas Artes y los esfuerzos del Estado mexicano por construir una política cultural que dio paso al Consejo Nacional para la Cultura y las Artes que evolucionó en la Secretaría de Cultura”.
Recordó que desde 1992 se incluyó en la Constitución Política la idea de que México es una nación pluricultural cuya condición se sustenta originariamente en sus pueblos indígenas.
El INAH, además de fortalecer la identidad, trabaja en recuperar, registrar y visibilizar la diversidad cultural en los órdenes étnico, lingüístico, geográfico y cultural en su sentido más amplio.
En los albores del siglo XXI, el INAH trabaja en la construcción de un país incluyente y plural donde la interculturalidad sea un elemento que enriquezca.
“Buscamos una sociedad más justa y equitativa, tarea que tiene que ver con el combate a la profunda desigualdad que desgarra al país y que de alguna manera se expresa en los problemas de violencia y corrupción que vive México”.
Diego Prieto abonó a sus declaraciones que a partir de las lecciones de sus fundadores se da al instituto sentido de presente y de futuro.
Es decir, se adapta a los desafíos que ahora tiene México y para eso se tiene a verdaderos maestros vivos que dan muestras y apuntan a la labor que se espera del INAH hoy. ¿Ejemplos? “Eduardo Matos Moctezuma y Antonio García de León”.
Reconoció al doctor Miguel León-Portilla, quien a pesar de no pertenecer al instituto “es nuestro gran maestro y estrecho amigo”.
En ese sentido, para celebrar los 80 años, organiza un conjunto de jornadas de reflexión y divulgación histórica y cultural para que vuelva a mirarse, superar algunos pendientes y pensar cómo serán sus próximos 80 años.
Diego Prieto inició en septiembre de 2015 un periodo complicado como secretario Técnico del INAH al ser designado encargado del Despacho de la Dirección del instituto.
En enero de 2017 fue nombrado director general por la entonces Secretaria de Cultura, María Cristina García Cepeda, en un momento en el que había que hacerse cargo de concluir correctamente el sexenio. Pero no sólo de eso.
“Tenía que enfrentar la enorme desgracia que fue la destrucción de vidas, viviendas, infraestructura social y, sobre todo, de una gran cantidad de patrimonio cultural como nunca había ocurrido en México, a raíz de los sismos del 7 y 19 de septiembre de 2017. Pudimos cerrar ese año demostrando que el INAH está a la altura de esas tareas”.
Ahora, lo que toca, puso en relieve, es el fortalecimiento del instituto. “Ya no se habla de que si el INAH tiene o no vialidad, o de que si seguirá o no en funciones.
“El desafío es crear en estos seis años que inician una institución más fuerte y sólida, capaz de atender la transformación del país desde la perspectiva cultural en un sentido de paz, honestidad y de búsqueda de un desarrollo sustentable”, concluyó.
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