Advertencia: si usted cree que la danza es solo tutús y vestuarios color pastel, jamás se pare en un teatro en el que actúe el Colectivo Querido Venado. Su cerebro saldrá sacudido, martillado y posiblemente un tanto asqueado.
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Por el contrario, si usted sabe que la danza también puede ser violencia visual, profundidad intelectual, confusión y belleza oscura, aplaudirá con gusto y quizá coraje a este joven grupo de artistas del cuerpo.
Y el coraje podría ser porque sus obras son más un grito de batalla que un canto de canario. Actualmente celebran su quinto aniversario presentando la antología Darks Bright, baby, en el teatro Sergio Magaña. El programa se inaugura con Happy Birthday, dear Napoleon, obra que da la bienvenida a los espectadores con los bailarines enfundados en atuendos de corte escolar-fascista, para luego verlos danzar-marchar con un movimiento mecánico militar que habría encantado a Hitler o Mussolini.
Dicho movimiento se convierte en un ir y venir, un ciclo corporal, que se repite y se repite y se repite, hasta convertirse en un generador de tensión emocional, muy especialmente porque una de las más grandes herencias visuales del fascismo es la estética del uniforme como símbolo de la violencia. Al final los aplausos tienen tanto de homenaje a los bailarines como de desahogo emocional.
La estrategia de guerra lanzada contra la comodidad del espectador prosigue con Digital Versicolor, una exploración más del humano como animal y el animal como humano, haciendo de la máscara un elemento más para causar desazón.
Para acabar de sacudir las butacas, el programa cierra con la magnífica y asquerosa pieza Lepanto: una muestra de la violencia que esconden los gestos de “buena educación”, el escupitajo que puede lanzar cada muestra de “modales adecuados” y refinamiento aristocrático. No describo más, pues el elemento sorpresa es parte de la doctrina del shock que parece guiar a este joven Colectivo.
Quizá lo más sobresaliente de su obra es la renuncia a la acrobacia estéril y al virtuosismo superficial. El ejemplo más claro de ello es la bailarina Carla Segovia: habrá quien salte más que ella, pero pocos que conecten tanto y tan bien con el público, que hagan sentir y padecer, cómo está poderosa bailarina. La danza de Segovia es una flor con espinas, el mensaje de un cuerpo inteligente que apunta a un lugar más alto y más profundo: la conciencia del espectador.
Desde su clara deuda con el expresionismo alemán, el Colectivo Querido Venado presenta una obra que sacude y cuestiona, que constituye una experiencia visual y emocional, una muestra de que la mejor danza es la que nace de las ideas y el ánimo de hacer sentir al público.
Darks Bright, baby, se presenta este miércoles 13, jueves 14 y viernes 15 de febrero a las 20:00 horas en el Teatro Sergio Magaña.
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