En dos ocasiones se ha expuesto uno de los cuatro chimallis (escudos circulares mexicas) que existen en el mundo, pero ésta es la primera vez que la valiosa pieza prehispánica y referente del arte plumario se exhibe en todo su esplendor, por ambas caras, para que el público pueda admirar cada una de sus 26 mil 400 plumas y las 700 varillas de bambú que lo soportan.
Lo anterior es posible en Chimalli. Tesoro de Moctezuma en Chapultepec, que abre sus puertas hoy, en el Museo Nacional de Historia. La exhibición revela secretos de la pieza que hasta ahora se desconocían, por ejemplo, que se utilizó piel de ocelote y no de jaguar, como se creía, y que se usaron pelos de conejo teñidos con grana cochinilla.
Dicha información se deriva de una investigación de más de cuatro años que realizaron en conjunto especialistas del INAH, la UAM, la UNAM y en el IPN para conocer los componentes y forma de elaboración de una de las más importantes piezas del arte plumario y que data del siglo XVI.
A través de un recorrido por más de 300 objetos, entre piezas arqueológicas y plumarias, óleos, armas, taxidermia, litografías y documentos se descubre la historia de esta particular pieza que pudo haber estado en los almacenes de la Casa Imperial de Moctezuma. Además de los descubrimientos que arroja la pesquisa liderada por Laura Filoy y María Olvido Moreno, quienes también son curadoras de la exposición.
Gracias a estas investigaciones ahora se sabe también que para la decoración del plumaje se usaron loros, quetzales, patos y ejemplares de la especie de ave cotinga azuleja. Y que se utilizó para su soporte bambú y no madera, como antes se creía.
“Se cuenta la historia de una pieza excepcional para la historia de México, un escudo mexica elaborado en el siglo XV y XVI, que tuvo todo un recorrido por Europa, regresó a México y ahora forma parte de las colecciones de este museo”, destacó la investigadora Laura Filoy.
El Dato: Se hicieron hilos y cordeles para atar las varillas y se cosió la piel como ribete para compactar la estructura.
Este tipo de chimalli, que es una versión de lujo, fue insignia de valor en ceremonias y rituales, solían usarlo gobernantes, jefes de guerreros o sacerdotes. En algunos casos, con éste se ataviaba a deidades o se distinguía a los mejores combatientes.
La exposición, que se divide en tres núcleos, en la primera sala aborda la biografía de la pieza y se muestran algunos óleos; en la segunda parte, la figura central es el chimalli, el cual está colocado en una vitrina que permite apreciarlo por ambas partes.
En esta sección se cuenta cómo regresó a nuestro país, una historia excepcional si se toma en cuenta que de los 200 chimallis que salieron a Europa, sólo se conservan, dos en Alemania, uno en Viena y otro en México.
“Dos veces ya se había expuesto en el Museo Nacional de Historia, primero en su sede de Moneda, dentro de un marco; y después, en este mismo museo, en su sala inicial. Pero el escudo se retiró por cuestiones de conservación, se decidió guardarlo para evitar su deterioro”, explicó la experta.
En 1865 Maximiliano solicitó varias piezas a la familia real austriaca, para el Antiguo Museo Nacional, a través de una carta que también se exhibe en la exposición. Pero fue hasta 1866 que volvió a México.
Se sabe que llegó a Bruselas en 1519 y permaneció en el Palacio de Armas hasta 1796, cuando fue trasladado a Viena, donde se quedó casi un siglo.
“Maximiliano tenía un gusto por las antigüedades. Gestionó el retorno de varios objetos a México, en una carta fechada en noviembre de 1865 escribió a su hermano Francisco José que le enviaran tres cosas que para él eran muy importantes: una carta de relación escrita por Hernán Cortés a Carlos V, un antiguo documento pintado por los antiguos mexicanos, que es este Códice que se conservaba en la biblioteca de la familia real austriaca y, por supuesto, el chimalli, después de varias gestiones el único objeto que retornó fue el escudo”, contó Laura Filoy.
En esta segunda sala también se muestran algunos de los materiales que son idénticos a los que se utilizaron para la elaboración del chimalli. Además, se pueden conocer detalles de los estudios que se realizaron para conocer cada componente de la pieza y el tipo de aves que se usaron, así como su procedencia.
“Nos adentramos al estudio de las aves y animales que se requirieron para hacer esta gran pieza. Se exhiben más de 30 ejemplares disecados y taxidermixados de aves y mamíferos de la Colección de Museo de las Aves de Saltillo y del Instituto de Biología de la UNAM”,
detalló la investigadora.
En la tercera sala, se aprecian óleos donde se representa a Moctezuma y a Hernán Cortés. Una de las piezas interesantes es una pintura del tlatoani de los mexicas, proveniente de una colección particular y a la que se le realizaron unos rayos X, a través de los cuales es posible comprobar que otra pintura que se exhibe al inicio de la exposición fue alterada, ya que a Moctezuma se le veía cabizbajo y haciendo una especie de reverencia, cuando realmente estaba empuñando su arma y la expresión de su cara imponía autoridad.
Chimalli. Tesoro de Moctezuma...
Dónde: Museo Nacional de Historia
Cuándo: Hasta el 2 de junio
Horarios: Martes a domingo de 9:00 a 17:00 horas
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