El error de cómputo en el Apollo 11 que pudo haber cancelado la misión

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El viaje espacial de Neil Armstrong, Mike Collins y Edwin Aldrin a la superficie de la Luna en 1969 supuso un momento histórico y definitorio para la humanidad, al mismo tiempo que representó un reto científico y tecnológico.

Esta es la historia de cómo el "momento más dramático" de aquel alunizaje se relaciona con enormes computadoras, códigos misteriosos, y capacidades de memoria electrónica.

Códigos 1202 y 1201

Justo cuando comenzaban las maniobras del primer alunizaje en la historia de la Humanidad, el error "1202" apareció en el monitor de la computadora del módulo lunar que piloteaban los tripulantes del viaje espacial.

El mensaje era una señal de alarma que indicaba que la computadora se había sobrecargado y reiniciado y nadie sabía qué era lo que pasaba.

En Tierra, intentaban averiguar qué sucedía. Houston se apresuraba para encontrar una respuesta a los errores "1202" y "1201", pues Armstrong y sus compañeros, ansiosos, solicitaban ayuda: no sabían qué significaban aquellas alarmas en sus monitores.

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Y el misterio de aquel par de códigos perduró durante años. Ni siquiera los programadores originales supieron, en aquel momento, qué había pasado, ni qué  había originado aquellas alarmas.

Pero nadie estaba más preocupado que Don Eyles, un joven programador computacional, responsable de gran parte del código que haría posible el alunizaje.

Don Eyles

Don Eyles tenía 23 años cuando se unió a un ejército de 400,000 personas-integrado por científicos, ingenieros y técnicos-que trabajaban en el proyecto más ambicioso que la historia humana conociera hasta el momento, un proyecto que eventualmente llevaría al Hombre a pisar por primera vez la Luna.

[caption id="attachment_964984" align="aligncenter" width="600"] Don Eyles, en su juventud[/caption]

"Era el primer alunizaje, así que no es sorprendente que hubieran problemas", señala Eyles en una entrevista a The Wall Street Journal.

"Nadie sabía cómo aterrizar sobre la Luna, así como nadie sabía cómo programar la computadora, por lo tanto averiguaríamos cómo hacer ambas cosas".

Cuando Eyles menciona "la computadora", por supuesto que no se refiere a los modernos, pequeños y rápidos objetos electrónicos de hoy en día, sino a enormes aparatos que, a finales de los 60, llegaban a ocupar cuartos y pisos enteros debido a su gran tamaño.

Sin embargo, para el proyecto del Apolo 11, los científicos contaban con una novedad, algo "revolucionario"; los circuitos integrados. Lo que permitía la construcción y uso de máquinas más pequeñas y más rápidas.

[caption id="attachment_964985" align="aligncenter" width="546"] Circuito integrado[/caption]

Con la implementación de los circuitos integrados se pudo construir una computadora de forma cúbica cuyas medidas eran, aproximadamente, de 15 centímetros por 30 centímetros por un metro y que pesaba cerca de 32 kilos.

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Sin embargo, independientemente de los avances logrados en la construcción de esa nueva máquina, las limitaciones de la computadora del Apolo representaron grandes retos para los ingenieros y programadores.

"Lidiábamos con una computadora que era muy limitada en términos de su capacidad de memoria y su velocidad de operación", recuerda Eyles.

En la siguiente fotografía, el programador revisa un libro que contiene una lista de los códigos del módulo lunar para la misión del Apolo 11. El enorme catálogo representa el contenido de 36,000 palabras de memoria que se usaron en aquella expedición. Lo curioso, e impresionante, de lo que significa la imagen es que esa cantidad de memoria hoy en día no se compara con el tamaño de memoria usado por un correo electrónico, cuyo peso promedio es de 75,000 palabras de memoria.

Al revisar el libro, Eyles rememora que en el momento previo al alunizaje, y cuando aparecieron los misteriosos códigos, todos sostenían la respiración nerviosos y se preguntaban: "¿qué va a pasar ahora?", "¿la nave seguirá volando?", "¿se va a salir esto de control?", incluso recuerda que llegó a pensar que la misión estaba condenada al fracaso.

"Sentía un hoyo en el estómago, si hubiera dependido de mí, probablemente habría recomendado abortar la misión".

Pero los controladores del vuelo en Houston tenían una mejor perspectiva; tan pronto la alarma comenzó, la controladores de la misión se dieron cuenta que la computadora seguía funcionando, así como los sistemas de navegación del módulo lunar, por lo tanto; en lugar de abortar la misión, tomaron la valiente decisión de que el Apolo procediera al alunizaje.

Neil Armstrong tomó control de la nave y ésta descendió a la superficie lunar como estaba previsto.

"En ese momento no había alguien llamándote y diciendo: "tontos, ¿qué  hicieron?", respecto a los códigos misteriosos, pero sí surgieron preguntas, y dependía de nosotros averiguar qué había pasado y responderlas"

Los problemas con las alarmas se rastrearon, y toparon con un radar que, accidentalmente, se había encendido, lo que "desbordó" la memoria de la computadora con información innecesaria.

"Lo que las alarmas decían era 'no hay más espacio de almacenamiento. Vamos a vaciar todo y a reconstruirlo. Lo que conocemos como un reinicio', señala Eyles.

Los códigos de Eyles no estaban incorrectos, al contrario, habían hecho exactamente lo que se suponía que debían hacer. El error había sido causado por un error humano en el hardware, alguien había, accidentalmente, accionado un interruptor cuando no debió haberlo hecho.

"Se determinó, que de hecho, los interruptores estaban diseñados de tal forma que esta extraña condición pudo ocurrir".

Eyles se quedó en la NASA, y su código fue usado exitosamente en cada misión Apolo.

"La tecnología que desarrollamos en aquel entonces fue extremadamente avanzada para su tiempo, y de alguna forma es más avanzada que algunos de los sistemas que son usados actualmente. Debido a que la mayor velocidad y mayor capacidad de memoria de las computadoras de la actualidad no te obligan a ser tan compactos como tuvimos que serlo nosotros".

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