Robert Frank, quien “con una sola mano convirtió la imagen en el poema más triste sobre América”, como lo destacó en algún momento Jack Kerouac, pionero de la generación beat, enlutó al mundo de la fotografía: falleció este martes a los 94 años en Nueva Escocia, Canadá, confirmó Peter McGill, de la Galería Pace-MacGill Gallery de Manhattan.
Era apodado “el Manet de la fotografía”, ya que fue poseedor de “un ojo” preciso para captar la vida estadounidense de los 50, desde trabajadores de fábricas hasta ciclistas. Imágenes que legó en su más famoso libro: Los americanos (1959), donde en 83 fotografías dejó un retrato crudo del Estados Unidos de la posguerra, que difería de ese “romanticismo” que había imperado.
“Quería presentar lo que vi, puro y simple”, llegó a declarar Frank, de acuerdo con The Guardian. Su obra, cuya introducción fue escrita por Kerouac, se considera que influyó a artistas como Mary Ellen Mark y Jeff Wall.
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Con su cámara Leica de 35 mm, durante nueve meses recorrió 30 estados para retratar a las trabajadoras en las cafeterías, a los niños y sectores marginados de Estados Unidos en su viaje en autobús, a las meseras, a los vendedores ambulantes, a las personas en restaurantes de comida rápida, a los motociclistas, los boleros…
Frank decía que su lente enfocaba aquellas personas con las que simpatizaba, que eran las que a diario veía luchar. Por este motivo, al inicio recibió duras críticas como de la revista Popular Photography que lo describía como “un hombre sin alegría que odia su país de adopción”.
Y es que Frank se atrevió a mostrar lo que escondía el anhelado sueño americano: la desesperanza, las desigualdades sociales y la discriminación. En cuanto a su técnica, también marcó un antes y un después en su estilo inusual de enfoque y el uso de luz baja.
[caption id="attachment_1003084" align="alignnone" width="800"] Foto: Especial[/caption]
Nació en Suiza en 1924, pero fue en Estados Unidos donde realizó la mayor parte de su trabajo que consta de 27 mil retratos. Su obra es una referencia de la fotografía documental del siglo XX, su primera exposición individual fue en el Art Institute de Chicago, en 1961.
Por un tiempo guardó su cámara fotográfica para enfocarse en el cine, donde dirigió filmes. Su más conocido trabajo es el polémico documental Cocksucker Blues sobre una gira de los Rolling Stones en 1972, con imágenes explícitas de consumo de drogas y sexo en grupo. Además, también capturó la soledad y desesperación de la vida en la calle. Por tal motivo la producción fue prohibida.
También hizo cintas experimentales como Conversations in Vermont (1969) y Life Dances On (1980). Su obrar underground de 30 títulos también desafiarían los cánones establecidos en el séptimo arte. Entre sus colaboradores habituales se encontraban Sam Shepard, uno de los dramaturgos contemporáneos más importantes de EU; William Burroughs, novelista de la generación beat; el poeta Allen Gingsberg y el músico Joe Strummer.
En 1970 volvió a la fotografía con su segundo libro Lines of My Hand (1972), que describió como una “autobiografía visual”, ya que incluye imágenes personales. Su trabajo “pasó de tratar sobre aquello que veía, a tratar de aquello de lo que sentía”, señaló. Y es que en esa época su hija Andrea murió en un accidente de avión y su hijo Pablo fue internado en un hospital psiquiátrico.
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