Cartas tiradas en el piso, una tina, una cama, una máquina de coser sobre el escenario es lo primero que introduce al público a "La habitación de Carlota", la última emperatriz de México que durante 60 años se encerró en el castillo de Bouchout.
Después el sonido de un motor de avión se escucha en la Sala Miguel Covarrubias, la aeronave hace referencia al momento en que el mensajero Carlos Lindbergh cruzó el Atlántico. Enseguida se oyen lamentos que provienen de Carlota (Sarah María Sun) vestida de blanco.
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"Yo soy María Carlota Amelia Victoria Clementina Leopoldina, Princesa de la Nada y del Vacío… hoy vino el mensajero a traerme noticias del Imperio, y me dijo que Carlos Lindbergh está cruzando el Atlántico en un pájaro de acero para llevarme de regreso a México", dice con voz entrecortada la emperatriz, en el lecho de su muerte.
Este diálogo con el que finaliza el libro 'Noticias del Imperio', de Fernando del Paso, es el punto de partida de la ópera 'La habitación de Carlota', estreno en México del compositor Arturo Fuentes, en el marco del Festival Vértice. Experimentación y Vanguardia de la UNAM.
El montaje en el que participa Christian Gohmer como director concertador al frente del Ensamble Vértice, agrupación conformada exprofeso para el festival, presenta la inestabilidad emocional de Carlota durante sus años de encierro, pero también sus sentimientos y emociones: tristeza, soledad, dolor y olvido.
A través de la voz e interpretación de la soprano Sarah Maria Sun, la audiencia conoce los momentos de delirio y desesperanza que pasa quien fuera emperatriz, como cuando Carlota comienza a coser y lamenta su soledad, mientras en el fondo aparece en una pantalla su rostro, representando lo que sucede en su mente; o cuando al borde de la locura dice que está embarazada y que va a tener a "un hijo de la mariguana, un hijo del peyote, un hijo de la chingada".
También Carlota vive momentos en que su narcisismo está a flor de piel y declara que ella es Mamá Carlota --como la llamaban en México-- la creadora de la Plata de Taxco, la creadora de México.
Además de la música, la voz de Sarah Maria Aún destaca en la puesta en escena, ya que va desde un canto que llega al lamento, hasta expresar hablando y generar sonidos que a veces parecen provenir de insectos.
Durante todo el montaje existe un ambiente sombrío, profundamente triste, en que Carlota va de un lado a otro de su habitación, se cambia de ropa como si fuera a salir de ésta o simplemente se queda acostada recordando sus días de gloria.
Es así que La habitación de Carlota es una ópera psicológica en la que el espectador se adentra a la locura de la última emperatriz de México. También resulta una propuesta fresca tanto musicalmente como visual, al incorporar un video, que refuerza lo que sucede en la mente del personaje.
El montaje del compositor Arturo Fuentes fue bien recibido por el público que se desbordó en aplausos al finalizar la obra.
[caption id="attachment_1034855" align="alignnone" width="696"] Foto: Cortesía UNAM[/caption]
Una Carlota que transmite con sufrimiento gozoso la desesperación y el exilio
Por Carlos Olivares Baró
La ópera La habitación de Carlota, basada en la novela de Fernando del Paso (1935–2018), es un monodrama operístico del mexicano Arturo Fuentes, compositor radicado en Austria, que explora, desde una puesta en escena multidisciplinaria (video, música electrónica, bel canto, música de cámara, sonoridad vanguardista...), fragmentos de la angustiante estancia de la esposa de Maximiliano de Habsburgo en los castillos de Miramar y de Bouchout.
Fidelidad a los monólogos de Carlota en su exilio perturbador marcado por los signos de la demencia y el delirio: la soprano alemana Sarah Maria Sun asume con pujanza el rol de la emperatriz, bajo el influjo musical de Fuentes suscrito en intensidades armónicas de rebosada prosodia ejecutada por el Ensamble Vértice, dirigido por el mexicano Christian Gohmer. Montaje delineado en las coordenadas temáticas de una crónica sombría en que olvido, amor, espera, locura y espejismo trazan un universo de multiplicidades visuales subordinadas a las modulaciones asombrosas de la soprano germana.
Sumario de más de 50 años de encierro de Carlota en extraviadas oratorias y escrituras de cartas a su amado ya fusilado. La paranoia como eje en acotaciones y dibujos de una soledad zozobrante y tormentosa. La música de Fuentes se hace cómplice de las divergencias de un azar desde sinuosos tejidos armónicos y matices (oscilaciones) de asonante correspondencia con las ofuscaciones de “Mamá Carlota”.
“Intensidad extrema pero siempre encauzada, caos perfectamente organizado, derroche de texturas y colores, extraordinaria línea vocal que desarrolla una suerte de ‘hiper-coloratura’ contemporánea”, escribe Gerardo Kleinburg en el programa de mano. Una ópera, que es un soliloquio que hace guiño a elementos del teatro musical acoplados a un expresivo inventario de sonoridades y sensaciones visuales poderosas (videos de Arturo Fuentes).
El Ensamble Vértice (trombón, trompeta corno, dos violines, viola, violonchelo, contrabajo, clarinete, flauta, fagot, saxofón, oboe, piano, acordeón, percusiones) glosa con oficio los requerimientos de un compositor que recrea los recovecos de razón y tiempo, pausa y entresijos, sigilo y destino: mudanza a esa ‘morada oscura’ de la embriaguez mental de un personaje atado a la memoria en busca de la conmiseración.
[caption id="attachment_1034857" align="alignnone" width="696"] Foto: Cortesía UNAM[/caption]
Sarah María Sun es una de las artistas más extraordinarias de la escena musical contemporánea: más de 800 ejecuciones de piezas operísticas la avalan con ovaciones en Tokio, Zúrich, Madrid, Múnich, París, y Leipzig, entre otros tablados. Su Carlota no sólo convence: transmite con sufrimiento gozoso y fibra esas figuraciones íntimas de la desesperación y el exilio. Cobijo que es un cosmos de fantasías en que una tina en el centro del escenario, una cama y unos folios manuscritos desperdigados por todo el piso conforman y suscriben alegóricos acasos. Indiscutible, los asistentes el pasado fin de semana a la Sala Miguel Covarrubias del CCU fueron testigos de una de las puestas operísticas más creativas de los últimos años en México desde el presupuesto de la ‘Experimentación y vanguardia’: lema que tutela el Festival Vértice.
jmg