Bellas Artes despide al maestro incansable Gilberto Aceves Navarro

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Un retrato de Gilberto Aceves Navarro, fallecido el domingo pasado a los 88 años, esperaba pacientemente la llegada de los restos del exponente del expresionismo abstracto al Palacio de Bellas Artes, para ser celebrado y recordado por haber dedicado su vida a la plástica, el activismo, a la ruptura de los cánones de la creación mexicana y, principalmente, a la formación y labranza de múltiples generaciones de artistas mexicanos.

Los árboles de la noche triste, esculturas que creó este año, marcaron la llegada de su sencillo ataúd de madera al recinto; Lucina Jiménez, titular del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL), el artista Gabriel Macotela —uno de sus más notables pupilos— y sus familiares lo escoltaron al vestíbulo, donde sería resguardado por Los gendarmes, par de obras humanoides que concibió recientemente.

[caption id="attachment_1035755" align="alignnone" width="696"] Al frente, Juan Aceves, hijo del artista, y Alejandra Frausto, secretaria de Cultura. Foto: Eduardo Cabrera Cruz[/caption]

El Coro de Madrigalistas de Bellas Artes entonaba algunas selecciones del Oficio de Difuntos, de Tomás Luis de la Victoria. Al íntimo homenaje iban llegando amigos y seres queridos de quien fuese asistente de David Alfaro Siqueiros; también se acercaban curiosos visitantes y, en éxodo afligido, decenas de jóvenes y adultos que lloraban la partida de su maestro.

Natalia Pollak, directora del Museo de Arte Moderno, fue la primera en dedicarle unas palabras: “perdemos a una de las últimas voces que renovaron la pintura mexicana de la segunda mitad del siglo XX; no obstante, nos lega una obra de profundo contenido emocional y de un personalísimo lenguaje: nos entrega enjambres de trazos vigorosos, colores plenos de dramatismo, figuras antropomorfas que se desdibujan y fragmentan”.

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Gabriel Macotela expresó con dificultad y con un nudo en la garganta: “hoy la comunidad artística nos sentimos conmovidos, huérfanos: fue una gran persona, un querido padre. Ha sido uno de los maestros más generosos que México haya tenido, somos muchas las generaciones de jóvenes a las que transformó con su pasión de compartir, de una manera diferente de mirar las cosas, la vida”.

Tras un minuto de aplausos, iniciaron las guardias de honor. Estudiantes de la Facultad de Artes y Diseño de la UNAM aseguraron que la obra de Aceves Navarro es material de estudio obligado  y recordaron gratos el día que lo conocieron.

“Me impactó su fuerza; es muy extraño el hecho que haya muerto porque en su pintura se ve reflejada esa persona llena de vitalidad”, recordó Ángel Valdés.

“A su edad seguía pintando... más rápido que nosotros; era una persona de la cual se podía aprender demasiado. Él estaba atrapado en un cuerpo de viejo, pero tenía un espíritu de niño y creo que a todos los artistas emergentes deben de asomarse a su obra”, afirmó Fernando Serna.

[caption id="attachment_1035563" align="alignnone" width="696"] Familiares y amigos despiden al artista en el recinto capitalino. Foto: Eduardo Cabrera Cruz[/caption]

Aceves Navarro salió del coloso de mármol a las 15:02; una pequeña, pero poderosa verbena lo despedía con música tropical y porras. Su hijo, Juan Aceves reiteró: “hasta el último momento estuvo con un lápiz en la mano y con la intención de generar, dentro de la gente, una transformación y una manera de verse a sí mismos genuina, honesta y propia; sembró un gran legado de amor en el país”.

Finalmente, Alejandra Frausto, secretaria de Cultura, celebró su labor de docente: “fue un educador de generaciones y generaciones; algo que tenemos que seguir reconociendo es esta vocación del maestro incansable, mostró lo que significa liberarse a uno mismo, a través de la pintura”.

[caption id="attachment_1036081" align="alignnone" width="696"] Lucina Jiménez, Gabriel Macotela y su hijo. Foto: Eduardo Cabrera Cruz[/caption]

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