Para el escritor Luis Felipe Fabre, la obra de fray Juan de la Cruz ha sido objeto de fascinación por más de 20 años: “además de ser un literato que toca lo indecible y que lleva al lenguaje hasta su límite, también es el mayor poeta erótico de su tiempo”, destacó. Por ello, y como continuación de un proyecto de indagación poética que ha realizado desde otros géneros, decidió dedicarle al carmelita su primera novela: Declaración de las canciones oscuras (Sexto Piso, 2019), en la cual relata la bizarra aventura que viven un alguacil y sus dos ayudantes al trasladar el cadáver del fraile de Úbeda a Segovia (España), en 1592.
“Llevo años leyendo sus poemas, siempre los he admirado, pero nunca había sabido cómo abordarlos, y creo que cuando encontré esta anécdota del viaje de su cuerpo, se convirtió en el punto de visión para abordarlo desde un aspecto más mundano y carnavalesco.
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“En parte es un relato histórico, pues fue real, pero también es un texto que me permitió efectuar un delirio poético extraño, pues todos esos huecos de indeterminación que hay sobre ese viaje, sumado a todas esas cosas que en ese tiempo se entendían como un milagro, se prestan para hacer todo tipo de lectura simbólica y metafórica”, expresó el literato a La Razón.
Los restos mortales del santo fueron objeto de devoción: cuando fue exhumado personas le fueron cortando pequeños pedazos —un devoto le arrancó una uña de una mordida—; para abandonar Úbeda, le fue mutilada una extremidad. Fabre ve esta obsesión al cuerpo como una cuestión erótica donde se mezcla el fervor religioso con el sexual.
“En una parte del libro cito los escritos de fray Juan de la Cruz en los que habla de la ‘lujuria espiritual’, la cual es muy interesante, pues se refiere a cuando la gente que al comulgar siente una excitación física a causa del ejercicio de un sacramento, lo cual nos parecería rarísimo ahora, pero que en aquel tiempo era cotidiano para la gente en el camino del misticismo”, detalló.
Por ello, considera que la poesía del fraile es altamente erótica: “no había nadie como él, se tardaron muchísimo en publicar algunos de sus versos porque son muy atrevidos; su mística tiene esta carga sensual”.
Fabre aseguró que en su novela buscó poner en cuestionamiento las convenciones existentes dentro del género literario que exploró por primera vez. “Cuando se habla de una novela escrita por un poeta se hace con mucho desprecio. Yo quise hacer eso a propósito, no es casual que el tema sea justamente un gran poeta y que atraviese la narrativa de una forma casi experimental”.
El Dato: Para escribir la novela visitó algunos de los lugares por los que transitó el cadáver del santo y su tumba. También consultó los textos de la época sobre la beatificación del fraile.
Razón por la que decidió escribir el texto empleando el español del Siglo de Oro, aquel carente de reglas gramaticales fijas con el que Juan de la Cruz escribió Noche oscura del alma y Cántico espiritual. “Más que imitar el lenguaje de la época, tengo la sensación de que el castellano del siglo XVI es muy flexible; es como una lava que no se ha solidificado por completo, pues no estaba tan reglamentado. Cuando leo obras de esa época, siento que es fresco, veo una lengua joven llena de energía”, describió.
El propósito era hacer una novela divertida. “En ella plasmo mis delirios y relato de forma carnavalesca la historia del viaje de fray Juan. La pasé muy bien escribiéndola, reí mucho, y espero que el lector pueda sentir eso. Además, había que quedar bien con el patrono”, finalizó Fabre entre risas.
Declaración de las canciones oscuras
Por Luis Felipe Fabre
En una noche oscura, a fines del mes de agosto —o quizá era ya septiembre— del año de gracia de 1592, a la hora más secreta, tal y como le había sido encomendado por el Oidor Real don Luis de Mercado, sin más compañía que la de sus ayudantes de los que no ha quedado apenas registro ni memoria salvo que eran dos, pero que bien podrían haberse llamado Ferrán y Diego, y nada tampoco perdura que lo rebata, Juan de Medina Zevallos o Ceballos o Zavallos, según la fuente que se consulte, e incluso, en algunos documentos, Francisco de Medina Zeballos, Alguacil de Corte, llamó a la puerta del convento de los carmelitas descalzos de Úbeda.
Dormía el prior. Los hermanos dormían. Dormían los frailes todos entregados a las profundas tinieblas de un sueño sin imágenes. Podría pensarse de aquel sueño que no era sino la continuación de las pobrezas, renuncias y austeridades de la vigilia tan propias del Carmelo Reformado, aunque muy errado anduviera quien aquello afirmase.
FRAGMENTO TOMADO DEL LIBRO.
Declaración de las canciones oscuras
Autor: Luis Felipe Fabre
Género: Novela
Editorial: Sexto Piso
Año: 2019