La artista guatemalteca Rina Lazo, una de las mayores exponentes del muralismo en México y en su país, además de discípula de Diego Rivera, falleció ayer, a los 96 años en su casa de Coyoacán. Ella plasmó en su obra los ideales revolucionarios y la cultura mesoamericana; también se encargó de reproducir los murales de la zona arqueológica de Bonampak, en la selva de Chiapas, para el Museo Nacional de Antropología.
“Lamentamos el fallecimiento de Rina Lazo, pintora y muralista con dimensión social, se preocupó por la preservación de nuestro patrimonio. Su obra queda para disfrute de los mexicanos”, escribió en su Twitter Alejandra Frausto, la secretaria de Cultura.
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También lamentó su partida Lucina Jiménez, directora del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL), quien afirmó que El inframundo de los mayas, una de las últimas obras que realizó, será exhibida en el Palacio de Bellas Artes antes de ser llevado a Austin, Texas.
“Rina Lazo nunca dejó de pintar. Colaboró y convivió con Diego Rivera y Frida Kahlo. Deja un gran acervo pictórico y muralistico en varios estados del país. Abrazo a su familia”, expresó Jiménez.
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Asimismo, el INBAL informó que el legado artístico de la artista será homenajeado en el Museo Mural Diego Rivera.
Nacida el 23 de octubre, en la ciudad de Guatemala, Rina Lazo inició su educación profesional en la Academia de Bellas Artes de Guatemala. Posteriormente se trasladó a la Ciudad de México para matricularse en la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado “La Esmeralda”, en donde tuvo como profesores a Carlos Orozco Romero, Jesús Guerrero Galván, Alfredo Zalce, Federico Cantú y Manuel Rodríguez Lozano. No obstante, su formación decisiva se la brindó Diego Rivera, de quien se convirtió en su pupila; además de que también se volvió allegada a Frida Kahlo.
En 1947, Lazo asistió a Rivera en la realización del mural Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central, actual obra principal en exhibición permanente en el Museo Mural Diego Rivera.
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De ese año a 1957, la guatemalteca asistió a Rivera en la realización de murales como El agua, origen de la vida sobre la tierra (1951), en Chapultepec; La Universidad, la familia mexicana, la paz y la juventud deportista (1952), en el Estadio Olímpico Universitario; El pueblo en demanda de salud (1954), en el Hospital La Raza, y La gloriosa victoria (1954).
En alguna ocasión, Lazo recordó que, entre las enseñanzas que le dejó Diego Rivera se encontraba el hecho de que la composición no puede ser arbitrariamente escogida, sino que debe expresar el tema en su geometría, cuestión que tomó como base para sus trabajos. Asimismo, afirmó que enriqueció lo aprendido con el mexicano, a través de búsquedas y vivencias para penetrar en lo humano con raíces en las culturas prehispánicas.
Entre sus distinciones destacan la Medalla al Mérito Docente Maestro Rafael Ramírez, que se le brindó en reconocimiento por sus 30 años de labor pedagógica en Bellas Artes; el Premio Nacional María Lavalle Urbina, que otorga la Alianza de Mujeres de México A. C., y la Distinción Emeritíssimum, de la Universidad de San Carlos, en Guatemala; el Premio de la Orden del Quetzal en el grado de oficial, otorgada por el Gobierno de Guatemala y el Premio Coatlicue, brindado por la Coordinadora Internacional de Mujeres en el Arte.