La caída del Muro de Berlín no sólo significó un cambio en la historia política del mundo, sino también un nuevo paradigma para el arte alemán: creadores que antes, en el lado de la República Democrática Alemana (RDA), únicamente podían realizar obras enmarcadas dentro de la corriente del Realismo socialista, pudieron “cruzar” a los estilos más abstractos que se gestaron en el oeste, además de abordar temas más allá de enaltecer al régimen y la conciencia de clase.
“La RDA tenía la ventaja de que se podía contar con ingresos garantizados por el Estado, pero sólo se podía hacer obras del Realismo socialista. Tras la caída del muro, hubo un movimiento que se llamó “La nueva escuela de Leipzig”, que usó esas técnicas artísticas, pero cambió los temas partidistas por mundos fantásticos o diferentes”, explicó a La Razón Maximiliam Kolten, coordinador de programación cultural del Goethe Institut México.
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Los artistas del este que emigraron al oeste se adaptaron rápidamente a los estilos más libres, abstractos y conceptuales; entre ellos destaca Sigmar Polke, quien creó el movimiento Pop art alemán.
[caption id="attachment_1048023" align="alignnone" width="696"] Propellerfrau (1969), de Sigmar Polke. Foto: Especial[/caption]
“Polke habla de lo que sucede en ambos lados del país: un exceso de consumo en el occidente y una carencia de producción en el oriente. Ese contraste es complicado para él, por ello lo critica en su arte, en cual es justo lo contrario al pop norteamericano: pone en evidencia el capitalismo”, detalló Adriana Raggi, académica de la Facultad de Artes y Diseño de la UNAM.
Escuelas de arte del oeste, como la Academia de Bellas Artes de Düsseldorf, comenzaron a recibir una gran matrícula proveniente del este, “y como la plástica del occidente tenía una gran influencia norteamericana, lo que van a empezar a cuestionar —aunque también se hizo antes—, es que ése no es un arte alemán, sino uno importado de EU; por ello empezaron criticar la historia de Alemania”.
“No es que se cayera el muro y surgieran artistas, es una continuación de lo que se hacía desde antes”, reiteró Raggi; detalló que Polke y contemporáneos, como Anselm Kiefer, Georg Baselitz y Gerhard Richter, comenzaron a cuestionar su pasado desde que la barrera está en pie.
“Kiefer, por ejemplo, fue acusado de neonazi por sus series Ocupaciones y Símbolos heroicos de 1969. La caída del muro expandió la necesidad de hablar de su historia, pues es una generación que creció en un entorno donde no se decía nada y se les inculcó un sentimiento de culpa. Por ello personajes como ellos siguen siendo influyentes hoy en día”, detalló.
[caption id="attachment_1048022" align="alignnone" width="696"] El muro encantador (1988), de Wasja Götze. Foto: Especial[/caption]
Los olvidados. Al unificarse Alemania, la hegemonía cultural del lado occidente dominó, cuestión que invisibilizó gran parte de las creaciones gestadas en el este, pues eran consideradas como producto de un régimen totalitario.
“Cuando cae el muro, la escena en esa parte no murió, pero dejó de tener gran importancia, los grandes creadores de ese tiempo en la RDA se olvidaron y todo se concentró en Berlín”, aseguró Kolten.
Existen pocos artistas originarios de la RDA con reconocimiento, como Neo Rauch, los hermanos Carsten y Olaf Nocolai y Martin Eder, “pero demasiados están desaparecidos y en las academias, lo hecho en lado este es igual a un hoyo negro”.
No obstante, Kolten celebró que con el 30 aniversario de la caída está surgiendo un interés en la plástica de la RDA; exhibiciones como Point of no return, en el Museo de Bellas Artes de Leipzig, y Utopie und Untergag, en el Museo Palacio de Arte de Düsseldorf, están recuperando el el trabajo de los creadores de la Alemania Occidental.
El Dato: La muestra No more walls, de la iniciativa Prision art, celebra tres décadas del hecho histórico con ropa y accesorios inspirados en el suceso.
“Apenas hoy empieza la curiosidad de los jóvenes por investigar qué fue lo que se hizo y eso es alentador. No se debería dividir al arte como del este u oeste, eso sigue creando muros; a mí me gustaría ver obras de ambos lados colgadas juntas, que sean vistas con el mismo respeto y que sea algo normal, porque, al final del día, vivimos en el mismo país”, concluyó .