El teatro está de luto. Juan Tovar, quien con sus obras únicas y contestatarias replanteó la dramaturgia moderna de México de las décadas de los 70 y 80, falleció ayer, a los 78 años.
La noticia de su deceso la dio a conocer el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL), a través de un comunicado: “en congruencia con el espíritu del maestro Juan Tovar y los deseos de su familia, se informa que será velado hoy (domingo) y mañana lunes 23 de diciembre en su casa de Ixcatepec en Tepoztlán, Morelos”.
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La directora del instituto, Lucina Jimenez, lamentó su pérdida. “Nunca dejó de escribir, de leer, de contar historias a través del cuento, la novela, el teatro. Abrazó los clásicos, se formó con grandes maestros, como Carballido. Creó desde su propia voz. Nadie como él hizo teatro de la historia”, escribió la funcionaria en su cuenta de Twitter.
Tovar fue reconocido por un teatro que revisó “nuestra historia sin condescendencias”, como lo llegó a destacar Lidia Camacho. Muestra de ello son obras como Horas de gracia, en la que Agustín de Iturbide, en sus sueños, antes de ser fusilado, mantiene un diálogo con Antonio López de Santa Anna; El destierro, en el que aborda la vida política y amorosa de José Vasconcelos y Antonieta Rivas Mercado; o El nido, en la que se centra en la figura del pintor “maldito”, Manuel González Serrano.
Una de sus puestas en escena más destacadas es Las adoraciones, que de acuerdo a una reseña de 1983, de Bruce Swansey para Proceso, supuso un montaje “capaz de renovar un estilo de teatro generalmente pomposo”.
También se encuentran obras icónicas, como Manga de clavo (1989), Manuscrito encontrado en Zaragoza (1985), El monje (1988) y Cura de locura (1992), entre otras.
Tovar también materializó las versiones teatrales de La marquesa de Sade (de Yukio Mishima, 1988), Aura (1989), de Carlos Fuentes; La hija de Rapaccini, de Octavio Paz y Los encuentros (basada en la obra de Juan Rulfo, 1992); y del guion cinematográfico Reed, México Insurgente (1970), Pueblo fantasma (en colaboración con Ricardo Vinós y el representante de la literatura de la Onda, Parménides García Saldaña, basado en el cuento Final feliz), Dollar Mambo (1993) y Crónica de familia (1985), por mencionar algunas.
En el ámbito literario también ocupa un lugar importante, con textos como El mar bajo la tierra (1967), La muchacha en el balcón o la presencia del coronel retirado (1970) y Criatura de un día (1980), así como de la antología de cuentos Hombre en la oscuridad (1965), Los misterios del reino (1966) y El lugar del corazón (1974).
El ensayista y narrador Héctor Orestes Aguilar destacó en Twitter que La muchacha en el balcón o la presencia del coronel retirado, es “una obra inquietante, que llegó a perturbarme”.
Por su parte, la UNAM resaltó que el creador es recordado “como un autor que rompió paradigmas en la literatura mexicana, junto con José Agustín, Gustavo Sainz y Parménides García Saldaña”.
En 2018, Tovar fue galardonado con la Medalla Bellas Artes; al recibir el reconocimiento expresó que siendo dramaturgo, cuentista, periodista y traductor, pesaban más sus aportaciones al teatro nacional.
Otras distinciones fueron el Premio Alfonso X de Traducción Literaria 1984, por El contrapaso, de Thomas Middleton y William Rowley; y el Ariel a Mejor Guion en 1987, por Crónica de la familia.
Juan Tovar, de acuerdo al INBAL se encontraba creativamente activo, trabajaba en Cambio y Recambio, puesta experimental con tinte político que aborda las transformaciones en México, integrada por dos actos: uno realista-naturalista y, el otro, fantástico, en los cuales sus personajes son ciudadanos de a pie, cotidianos, de distintas filiaciones políticas que discuten la renovación en México y se centra en el sexenio anterior. La primera transcurre en 2006 y la segunda en 2012.
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