Un cuadro que el artista plástico Guillermo Ceniceros concibió en un viaje con sus compañeros de la Universidad de Nuevo León fue el que cautivó al muralista David Alfaro Siqueiros, quien de inmediato lo convirtió en su aprendiz.
La obra, una pintura de una montaña en Monterrey, y la cual está ahora en el comedor de su casa y estudio, plasma a un macizo con una variedad de colores y texturas, que el artista, quien hoy cumple 81 años de edad, todavía aprecia.
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“Lo pinté por allá por el año 1958, pero lo firmé en 1963. Lo he conservado mucho tiempo”, relató a La Razón.
“Es algo del desierto, hay algo de verde, pero predominan las rocas y la monumentalidad. En Monterrey prevalecen las montañas, parecen esculturas que compiten con las escalas, con el hombre”, contó.
“…un pintor, el colega Ceniceros, emerge en México siguiendo el camino del arte serio con intención de trascender... Él continúa agregando valores sobre valores, hasta alcanzar una expresión de méritos incuestionables en el conjunto actual, y no sólo en México sino para el mundo entero”
David Alfaro Siqueiros
Muralista
Ceniceros recordó que ni siquiera tenía la intención de trabajar en el taller de uno de los grandes muralistas mexicanos pero alentado por su amigo, el pintor Luis Moret, colocó la obra en la cajuela de su carro y viajó a Cuernavaca para acompañarlo al taller del muralista.
El artista rememoró que su amigo, al igual que muchos creadores de la época, llegaban de distintos lugares del mundo a conocer al Coronelazo y a presentarle sus pinturas para ingresar a su taller.
Siqueiros los recibió y echó un vistazo a la obras de ambos creadores, pero quedó impactado por la pintura de Ceniceros.
[caption id="attachment_1156597" align="alignnone" width="1000"] Del códice a mural, obra de Ceniceros en el Metro Tacubaya.[/caption]
“Posiblemente él vio algunos indicativos de mi preferencia no por la pincelada, sino por la truculencia de sacar texturas, para lograr algo parecido a las cosas. Eso fue, yo creo, lo que le pareció interesante y dijo: ‘sí, va a trabajar conmigo’”, destacó.
Desde ese momento, Ceniceros colaboró con Siqueiros en siete de sus murales más importantes, pero de manera más destacada en La marcha de la humanidad, instalado en el Polyforum Cultural Siqueiros.
Ceniceros, quien elabora sus propias herramientas de trabajo, aseguró que la plástica siempre ofrece novedades, por lo que una de sus técnicas es cubrir una pintura que elaboró en un principio con una nueva capa y después desgastarla para conocer qué subyace en la obra.
[caption id="attachment_1156600" align="aligncenter" width="540"] El pintor trabaja en los detalles de una cabeza olmeca, parte del mural de Copilco.[/caption]
Así, señaló, se consiguen efectos que no estaban preconcebidos. “Es una técnica que le vi utilizar al maestro Siqueiros y Willem de Kooning”, comentó.
Dos de sus obras públicas más reconocidas son El perfil del tiempo y Del códice a mural, ubicados en el Metro Copilco y en el Metro Tacubaya, respectivamente. Diariamente, antes de la cuarentena, alrededor de 500 mil personas las observaban.
En esos murales, Guillermo Ceniceros desplegó la geometría y el dibujo como las bases fundamentales. “Estoy haciendo una serie de cuadros, que parten del mural de Copilco, y realizo un homenaje a Brueghel, a El triunfo de la muerte, y lo contrapongo con Posada”, apuntó.
“Desde entonces tengo una curiosidad por hacer una especie de análisis del lenguaje de los pintores. Todos acuden al realismo o a la abastracción; pero, finalmente, son una serie de formas que hacen una composición, que es el lenguaje de un creador”, explicó.
Relató que, en un principio, las autoridades del Metro le ofrecieron la estación Pantitlán para su mural; sin embargo, el espacio no le pareció adecuado.
Cuando le plantearon la opción de Copilco, pensó en adaptar sus técnicas al lugar, pero la idea del mural surgió de un incidente cotidiano que involucró la falsificación de una credencial.
“Unos días antes de que me dieran ese trabajo había ido a recoger un paquete a Correos y me pidieron una credencial para verificar mis datos, pero yo no traía o la había perdido; vine a mi casa e hice una credencial que dice MUIMA, Museos Imaginarios; le puse foto, mi nombre, la firma y el número, el 513. De ahí salió la idea de la obra: hacer un Museo Imaginario”, narró.
El perfil del tiempo, de acuerdo con Ceniceros, plantea las semejanzas y diferencias que existen entre las distintas culturas y civilizaciones, independientemente de la cronología.
El dato: Para conmemorar el Bicentenario de la Independencia, Ceniceros donó en 2010 un mural a la Cámara de Diputados.
Ahora, el artista le ha dado un vuelco a su creación y explora los retratos, bocetos y dibujos, algunos se han recopilado en Laboratorio de formas, editado por el poeta José Ángel Leyva.
“Me gustan las miniaturas y me gusta lo monumental. En una temporada, con los amigos, les hacía un dibujo en el anverso de sus relojes, con una punta de acero. A la fecha sigo haciendo esos dibujos. Quise probar si la edad aún me permite dibujar en miniatura”, concluyó.
Guillermo Ceniceros
Nació: 1939, en Durango
Profesión: Pintor y muralista
Reconocimientos: Premio Nacional de Pintura 1969 y en 1991 fue el único mexicano nominado al Concurso de Arte Mundial, por sus murales en el Sistema de Transporte Colectivo Metro.