Literatura

Carlos Monsiváis: 10 años sin el cronista del México popular

Publicó más de 50 libros entre antologías, ensayos, estudios monográficos, conferencias, narraciones y más; destacan <i>Días de guardar, Amor perdido, Apocalipstick</i>...

Carlos Monsiváis Especial

Hace diez años, Carlos Monsiváis Aceves (Ciudad de México, 4 de mayo de 1938-Ciudad de México, 19 de junio de 2010) entraba —sábado 19 de junio del año 2010— a los parajes de la eternidad. Pesadumbre. El cronista de la Ciudad de México fallecía a la 13:45 horas por insuficiencia respiratoria. 80 días bajo tratamiento médico en el Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán, en lucha contra una terrible septicemia pulmonar. A unos días —según los partes médicos— de regresar a su casa de dos plantas en la colonia Portales donde lo esperaban trece gatos, miles de libros, decenas de películas mexicanas de rumberas y una codiciada recopilación de juguetes populares.

Se me hace que el cielo es la única vecindad donde no se paga renta”, había escrito en su último libro Apocalipstick (2009). Monsiváis o la omnipresencia. Parecía estar en todas partes (presentaciones de libros, exposiciones de pintura, mítines políticos, conferencias magistrales, programas de T.V, conciertos de Gloria Trevi, palenques de Juanga, carteles de Lucha Libre, debates ideológicos, ferias del libro…), y comentar de cualquier tema (arte, cine, política, literatura, cómic, música…) con desembarazado humor y profundidad teórica. Excéntrico, el estilo del autor de Los Rituales del caos hacía gala de una ironía que ponía en aprieto a las ‘buenas conciencias’ de la sociedad mexicana.

Carlos Monsiváis y Juan Gabriel

Sólo soy un lector insaciable; acepto la condición que me dan de escritor únicamente con el mezquino fin de hacerme ver como una mezcla de Albert Camus y Ringo Star”. Un cáustico humor unido a una inteligencia crítica que supo satirizar las mímicas de la política mexicana, lo convirtieron en un escritor embarazoso para las altas esferas del poder. Sus comentarios en la columna itinerante Por mi madre, bohemios! son agudas muestras de ingenio escritural: mofa de la ignorancia y visión limitada de la realidad mexicana de empresarios, sacerdotes, diputados, senadores y secretarios de estado, a partir de citas de discursos y declaraciones de ellos mismos. Supo poner los dedos en la llaga de las muchas laceraciones históricas prorrumpidas por desigualdades sociales, siempre con mundano sarcasmo y acertada puntería sociológica.

Gabriel García Márquez, José Emilio Pacheco y Carlos Monsiváis

La crónica, género que traspasa la frontera de lo periodístico y se convierte en sus manos en un híbrido de consumado eco literario. El Premio Nacional de Ciencias y Artes en el área de Lingüística y Literatura (2005) conformó un idiolecto en el que el panfleto, el edicto, el collage, la oralidad, los gags, el rumor, la viñeta, las citas o el discurso político tejen una sintaxis múltiple: disidencia semántica textual de imposible clasificación. Habrá que referirse a las crónicas de Monsiváis como un cosmos de privativa consumación estilística.

Más de 50 libros (antologías, ensayos, estudios monográficos, conferencias, narraciones, estudios culturales, comentarios cinematográficos, música popular, historia de México, historia de la literatura mexicana…) de los cuales destacan Días de guardar (1971), Amor perdido (1977), Escenas de pudor y liviandad (1988), Los rituales del caos (1995), Salvador Novo. Lo marginal en el centro (2000) y Apocalipstick (2009). Escribió profusamente este vecino de la popular colonia Portales, a quien un día le preguntaron qué tema le faltaba abordar y contestó: “Estoy elaborando un directorio telefónico de aquellos que no tuvieron donde caerse muertos, y una guía de todas las taquerías y expendios de gorditas de chicharrón que han existido en el D.F. en todas las esquinas”.

Monsiváis supo transitar por la literatura nacional con hondura y perspicacia. Sus crónicas conforman uno de los más sobresalientes cotejos de gestos y avatares de la cultura popular. Habla cargada de un aticismo estridente en estructuración discursiva desenfadada. La crónica situada en los entornos de la ficción en un collage disidente que mucho le debe, sin embargo, al periodismo norteamericano y europeo. Escritor de pulso, algunas veces sumergido en vericuetos verbales de ingeniosidad fugaz.

Carlos Monsiváis

Célebre la querella que sostuvo en las páginas de la revista Proceso (diciembre, 1977-enero, 1978) con Octavio Paz, para muchos “la polémica más importante de la cultura mexicana en los últimos diez años”. El autor de Libertad bajo palabra refuta al cronista de esta manera: “Si mi pecado es ‘la manía generalizadora’, el suyo es el discurso deshilvanado, hecho de afirmaciones y negaciones sueltas. Monsiváis no es un hombre de ideas sino de ocurrencias”.

A las chocarrerías del autor de Los mil y un velorios se suma un oficioso afán totalizador de escribir y opinar de todo que, muchas veces, le funcionaba y otra, se convertía en una “democratización de la palabra” para complacer a leyentes de entusiasmo rayano. Gestión de urgencia que dio como resultado una literatura del rumor: los lectores medios —incluso algunos sectores estudiantiles— conocían al Monsiváis mediático que resultaba simpático por sus sarcasmos de la realidad mexicana. El sector intelectual testificó a un Monsiváis culto, informado, polémico; un inexorable colector de literatura mexicana de gusto extravagante y provocativo en que lo culterano dialoga con lo popular.

Carlos Monsiváis

Premio Villaurrutia, 1995 (Los rituales de caos); Premio Anagrama de Ensayo, 2000 (Aires de familia. Cultura y sociedad en América Latina); Premio FIL de Literatura de Guadalajara (antes Premio de Literatura Latinoamericana y del Caribe Juan Rulfo), 2006… / Doctorados, medallas, menciones, llaves de ciudades, diplomas, órdenes… Monsiváis o la ubicuidad intelectual. Para conocer los avatares de la cultura popular mexicana hay que leerse Amor perdido. Para tener una idea cercana de las solemnidades caóticas que nos definen hay que hojear Los rituales del caos. Si queremos descifrarnos en nuestros aspavientos, ahí está Escenas de pudor y liviandad. La muerte de Carlos Monsiváis nos dejó lesionados. Una década sin su presencia física: extrañamos su aliento en nuestros carcomidos, perpetuos y zozobrantes aires de familia.

“¿Qué vamos a hacer sin ti, Monsi, cómo vamos a seguir?” se preguntaba Elena Poniatowska, desconcertada aquel sábado 19 de junio de 2010. El suceso inapelable de la muerte del amigo, cuya escritura sarcástica, pasión crítica y mirada punzante, bordearon desasosiegos de la sociedad mexicana. “Nunca entendimos cómo pudiste estar en tres o cuatro lados al mismo tiempo. Tu don de la ubicuidad abarcaba la pintura, la poesía, el humor, la crítica, la lucha por la justicia, el amor a los demás, la defensa de los derechos de las minorías, la diversidad sexual y la despenalización del aborto”, se lamentaba la autora de La noche de Tlatelolco.

Libros imprescindibles de Carlos Monsiváis

Dias de guardar (1970)

Dias de guardar (1970)

Amor perdido (1977)

Amor perdido (1977)

Nuevo catecismo para Indios Remisos (1982), único libro de ficción que publicó (Cuentos)

Nuevo catecismo para Indios Remisos (1982

Por mi madre bohemios! (1993)

Por mi madre bohemios! (1993)

Los rituales del caos (1995)

Los rituales del caos (1995)

Salvador Novo. Lo marginal en el centro (2000)

Salvador Novo. Lo marginal en el centro (2000)

Adonde yo soy tú somos nosotros. Octavio Paz: crónica de vida y obra (2000)

Adonde yo soy tú somos nosotros. Octavio Paz: crónica de vida y obra (2000)

Apocalipstick (2009)

Apocalipstick (2009)
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