Publica Aunque nada perdure

José Adiak Montoya retrata la vida de Edith Gron

Presenta un aspecto más humano de una artista de trascendencia universal; se devela su exilio y también episodios clave de la historia política de Nicaragua

El autor, en una fotografía de archivo.
El autor, en una fotografía de archivo. Foto: FIL de Guadalajara/Melinda Franco

José Adiak Montoya (Managua, Nicaragua, 1987), narrador que forma parte de la nueva hornada de escritores centroamericanos (Aníbal Barillas, Denise Phe-Funchal, Vania Vargas, Mario Martz, Jacinta Escudos...) con una obra destacada dentro del contexto de la literatura latinoamericana contemporánea. La FIL de Guadalajara 2016 lo incluyó en el Programa Ochenteros integrado por 20 autores nacidos en los años 80, los cuales trascienden por la solidez de su trabajo literario.

Después de publicar en nuestro país El sótano del ángel (2010), Un Rojo aullido en el bosque (2016) y Lennon bajo el sol (2017), Adiak Montoya lanza Aunque nada perdure (Seix Barral, Planeta, 2020): novela marcada por improntas emocionales que develan una conmovedora historia familiar: el éxodo de Edith Gron (Dinamarca, 1917–Nicaragua, 1990), quien emigra desde Dinamarca con sus padres y se establece en Nicaragua. Configuración de un frenesí creativo: retrato humano de una sobresaliente artista cuya vida está acotada por la azarosa crónica de la Nicaragua del siglo XX.

“Investigué durante cinco años sobre la vida de una artista que es literaria en sí misma. Nació en Copenhage durante la Primera Guerra Mundial, emigra con la familia a Nicaragua cuando tiene seis años de edad; sufre un terrible accidente automovilístico en la adolescencia y desarrolla todo su importante trabajo creativo como escultura en medio de contingentes episodios políticos y sociales. Tenía que escribir esta novela, era necesario hacerlo”, comentó en entrevista con La Razón, José Adiak Montoya.

¿Narrador impulsado por la emoción? Una figura como la de Edith Gron emociona a todo aquel que indague sobre ella. Quería compartir todo eso con los lectores, la única manera de contarlo era recurriendo a las emociones. La emoción permite condensar lo humano.

¿Pretexto para referir el contexto histórico de Nicaragua? La indagación que hice de Edith Gron me permitió hacer comparaciones y empalmar situaciones convulsas de la política de mi país. Sí, ella fue un pretexto para hacer deliberaciones críticas del acontecer histórico de la Nicaragua del siglo XX.

¿Posibilidad de que se conozca a una creadora quizás poco conocida fuera de Nicaragua? Es posible que sea una figura poco conocida fuera del contexto de la historia del arte en Centroamérica. Pero, ahí están las grandes estatuas que pueblan Managua y los retratos de Rubén Darío, en barro, piedra y madera: piezas escultóricas muy celebradas. Ella es un personaje que perdurará en lo literario porque nos reconocemos en ella.

Estudió en México en la Academia de San Carlos en los años 40. Pero, usted pregunta y pocos tienen referencias de ella... Murió en 1990: 30 años de olvido. Intento renacerla, presentarla, decir: ‘Esta mujer tuvo una vida extraordinaria con una labor artística gigantesca, estuvo entre nosotros y nos pertenece a todos’. Ella es generadora de emociones nostálgicas.

¿Nicaragua vive hoy los estragos de un régimen dictatorial? Los procesos sociales siempre transcurren temporalmente, franquean el tiempo, declinan y se hacen obsoletos; pero, muchas veces retornan. Yo he tomado todo eso como telón de fondo. Me interesaba destacar el lado humano de mis personajes en medio de circunstancias políticas aciagas como las que acosan hoy a mi país.

¿Prosa marcada por un lenguaje que hace guiños a lo poético? Empecé escribiendo poesía. Soy heredero de la gran tradición lírica de mi país. Quizás por ahí se anidan esos destellos poéticos que usted sospecha.

  • Autor: José Adiak Montoya
  • Género: Novela
  • Editorial: Planeta/Seix Barral, 2020