Por primera vez en 40 años y a causa de la crisis mundial del COVID-19, la entrega de los Premios Princesa de Asturias no se realizó con una gran ceremonia en el teatro Campoamor de Oviedo, sino en el hotel de la Reconquista, y con una audiencia mínima.
Leonor, la Princesa de Asturias, aseguró que los galardonados de este año son un ejemplo para el mundo de cómo enfrentarse a las dificultades, como la pandemia de COVID-19: “con su extraordinario trabajo y talento nos marcan el camino”.
Agregó que, cuando se intenta ser responsables y solidarios se trabaja por un futuro mejor, “por lo que nuestros premios nos transmiten esperanza, porque son un reconocimiento para quienes, con su dedicación trabajan sin descanso para lograr el progreso y el bienestar de toda la sociedad”.
Este año, el galardón de Comunicación y Humanidades fue para la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL) y el Hay Festival. Cristina Fuentes Larcohe y Sheila Cremaschi, directivas de este último, recibieron el galardón.
Por su parte, Raúl Padilla, presidente de la FIL, envió un mensaje en el que dedicó el galardón a la memoria de todas las víctimas en México y España que ha dejado la pandemia de COVID-19. Asimismo, destacó que del libro y de la cultura surgieron ideas como la libertad y la tolerancia, “gracias a las cuales podremos superar las crisis que hoy vivimos”.
También hizo un llamado a defender la libertad de imprenta y el derecho a publicar y escribir sin restricciones, frente a los gobiernos populistas que hoy amenazan nuestra herencia liberal y ponen en riesgo la democracia.
“Nuestra feria es una empresa cultural pública, creada y sostenida por la UdG, esta fórmula parece un error para quienes desean que la suerte del libro se deje en manos del mercado, pero también a los gobiernos que creen que la cultura es imprescindible y que los libros, la ciencia y la educación deben sacrificarse por otros ideales. Nuestra feria ha querido demostrar que la cultura es una inversión, nunca u gasto y que el desarrollo es ilusorio si se descuida el capital humano y cultural”, expresó.
La canadiense Anne Carson, considerada la poeta anglosajona viva más importante y ganadora del premio de Letras, también envió un mensaje en video, en el que recordó la vez en que cruzó España a pie, en 1983, hecho del que destacó que es muy difícil hacer sonreír a los españoles.
“Los rostros norteamericanos sonríen continuamente, pero una sonrisa española es difícil de ganar. Por eso es de especial importancia para mí que hayan elegido sonreírme con el premio y quiero expresar mi gratitud y decir algo acerca de ella, porque es una palabra interesante”, dijo en su discurso.
Al final de sus palabras recitó un poema interactivo “para que sus palabras y las mías se junten en el ciberespacio”.
El compositor cinematográfico John Williams, quien se alzó junto al difunto Ennio Morricone con el galardón de las Artes, tampoco asistió. No obstante, envió un video en el que agradeció el reconocimiento y destacó que la Fundación Princesa de Asturias reconociera el papel de las artes en la vida de la humanidad.
“Como cualquier compositor, siento que poder dedicar toda la vida a escribir música es un gran privilegio, y el hecho de que mi música pueda ser apreciada en otras partes del mundo es una bendición más allá de cualquier otra cosa que pudiera haber imaginado.
Asimismo, dedicó unas palabras a Morricone: “aunque ya no lo tenemos entre nosotros, tenemos su espíritu y su música, que nos acompañarán por siempre”.
El premio fue recibido por Andrea, el hijo del compositor italiano, quien también es director de orquesta. En memoria a su padre, dirigió a un conjunto de cuerdas que interpretó “Deborah’s Theme”, de la cinta “érase una vez en América”.
El Premio de la Concordia fue entregado a los sanitarios españoles en la primera línea contra el Covid-19 en España. El premio fue recibido, entre otros, por Teresa López, madre de Sara Bravo López, una joven doctora de 28 años que perdió la vida en la guerra contra el virus.
El discurso lo pronunció el doctor José Eugenio Guerrero Sanz, jefe de la UCI del Hospital Gregorio Marañón de Madrid y del Grupo Hospitalario Privado HM, quien remarcó que la historia de 2020 será marcada por la peor crisis sanitaria a la que el mundo se ha enfrentado en el siglo XXI, una pandemia que ha cambiado nuestra forma de vida y que nos obliga a afrontar un futuro incierto, pero que también nos ha hecho recuperar valores esenciales”
“Hemos aprendido que es difícil entender la palabra ‘concordia’ si no va unida a la de ‘solidaridad’, y que una pandemia que nos trajo y trae tanto sufrimiento, dolor, deshumanización y muerte, también nos recordó que la concordia sólo se obtiene con el esfuerzo de todos”.
Por ello aseguró que el personal sanitario nunca ha sido héroe, pro que ha hecho su trabajo lo mejor que supo y pudo, consciente de que comparte un destino común con la sociedad y que en la lucha contra el virus no era posible esperar milagros. “Sólo valía el trabajo, la dedicación y el esfuerzo, más allá de cualquier límite.
Los demás ganadores fueron el experto en economía política Dani Rodrik, quien se alzó con el premio de Ciencias Sociales; los científicos Yves Meyer, Ingrid Daubechies y Terence Tao, acreedores del reconocimiento a la Investigación Científica y Técnica; el consorcio GAVI, The Vaccine Alliance, se alzó con el de Cooperación Internacional; y el piloto español Carlos Sainz Cenamor, con el de Deportes.
Finalmente, el rey de España Felipe VI, quien presidió el evento, señaló que el mundo se encuentra en un momento en el que se necesita valor y esperanza; destacó que las circunstancias en las que se celebró la ceremonia de este año son la prueba de que nada ha sido fácil y de que la humanidad sigue bajo el yugo de la pandemia.
"Esta crisis sanitaria ha puesto a prueba las capacidades de los Estados, ha mostrado sus debilidades y carencias como también sus fortalezas; e igualmente la trascendencia de los altos valores que deben regir la vida democrática; la importancia que, para todos, sin distinción alguna, tienen la solidaridad, la unión, en definitiva, el afecto. El valor de estrechar la mano, de un abrazo, de una caricia… Un afecto que entre todos hemos cultivado a lo largo del tiempo y que nos enlaza y nos atraviesa, dándonos vida”, destacó.
El premio consiste en una escultura reproducción de un diseño de Joan Miró, la insignia de la Fundación Princesa de Asturias, el diploma y un incentivo económico de 50 mil euros (1.2 millones de pesos).