Conmemoran décimo aniversario de su muerte

Alí Chumacero: 10 años sin el poeta de la raíz amorosa

El nayarita trabajó en la edición de <i>Pedro Páramo</i>, de Juan Rulfo; su obra aborda la muerte, el sueño, la certeza, la identidad, el erotismo, el amor y el tiempo

Alí Chumacero, en 1987, al recibir un reconocimiento.
Alí Chumacero, en 1987, al recibir un reconocimiento. Foto: Cuartoscuro

Alí Chumacero (Acaponeta, Nayarit, 9 de julio, 1918-Ciudad de México, 22 de octubre, 2010): décimo aniversario luctuoso del poeta, ensayista y editor mexicano, autor de Páramo de sueños (1944), Imágenes desterradas (1948) y Palabras en reposo (1966), tres poemarios medulares de la literatura mexicana. Trabajó en la edición de Pedro Páramo, de Juan Rulfo, y —aunque él nunca lo reconoció— se dice que la lectura y revisión del manuscrito original fue determinante en la conformación del texto final.

“Juan Rulfo era un gran escritor. Mucho se dijo que yo había intervenido en el éxito de su novela Pedro Páramo, la verdad es que no es cierto. La novela estaba estupendamente escrita, tan es así que sólo le hice la corrección a dos palabras, de las cuales Rulfo sólo me aceptó una. Lo que sí le quité fueron las comas: Rulfo las ponía como si le estuviera echando maíz a las gallinas”, confirmó el autor de “Desvelado amor”.

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Llegada a la Ciudad de México: lectura de la obra de los integrantes de Contemporáneos. Los versos de Chumacero pueden verse como una continuación de la estética de este Grupo. Los miembros de la Generación del 27 española (Lorca, Alberti, Diego, Salinas, Guillén...) y, asimismo, el mexicano Enrique González Martínez fueron concluyentes en la visión lírica el joven Chumacero. “Le debo mucho a Xavier Villaurrutia, José Gorostiza, Luis Cernuda, Vicente Huidobro, Aleixandre, Paul Valéry, Sain-John Perse, Claudel, Rilke, T. S. Eliot, La Biblia y la mitología griega. Mi formación está marcada por Octavio G. Barreda. Soy poeta gracias a esas lecturas”: Alí Chumacero.

Muerte, sueño, certeza, identidad, erotismo, amor y tiempo en estrofas que eluden lo descriptivo en urgentes improntas trazadas en sigilosas murmuraciones emocionales: “La muerte bajo el agua / y la noche navega lentamente, / herida va mi sangre, / más ligera que el sueño / y el despertar sediento del inicial recuerdo”. El poeta, ensayista y narrador Vicente Quirarte afirma: “Chumacero no es solemne, aunque sí riguroso, buscando escribir versos meticulosos y tardando hasta un año en terminar un poema. El resultado es la perfección formal que caracteriza su obra”.

Amor necesario que proporciona belleza en busca de la inmortalidad. Espejos de sueños cercanos: lobregueces apresadas en las incertidumbres, que tantean hallar un fragmento de luz para poder nacer. Alí Chumacero se sabe cautivo de la sombra y del tiempo: prisionero de realidades quiméricas: esas donde nos reconocemos a través de exaltaciones secretas y recónditas.

Una década de la desaparición física del autor de esa obra maestra: “Amorosa raíz”: “Antes que el viento fuera mar volcado, / que la noche se unciera su vestido de luto / y que estrellas y luna fincaran sobre el cielo / la albura de sus cuerpos. // [...]// Cuando aún no nacía la esperanza / ni vagaban los ángeles en su firme blancura; / cuando el agua no estaba ni en la ciencia de Dios; / antes, antes, muy antes... / Cuando azul no era el cielo ni rojas las hormigas, / ya éramos tú y yo”. Vaya perfección de resonancia bíblica. “Ante el fracaso del amor, la poesía es otra forma de trascender”, proclamó el poeta de Nayarit.

AG

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