SER O NO SER

SER O NO SER
SER O NO SER larazondemexico

No les dan ganas de dejar todo y simplemente desaparecer, tomar el auto y manejar hasta que no sepas dónde estás, hasta que nadie sepa dónde estás, sin nadie… para nadie.

Esa sensación empezó a perseguirme en la adolescencia, mi hermana me decía “puedes huir de todos pero, no de ti mismo” y me quedaba, no sé si porque tenía razón, porque no quería darles el gusto o porque el miedo también jugaba su parte.

Si hay algo en lo que todos somos iguales es en que todos somos unos bichos raros, todos tenemos nuestras manías, nuestros trastornos obsesivos compulsivos y nuestras “ondas”, somos raros, rarísimos y lo más extraño es que queremos parecernos a otro a como de lugar, nuestros estereotipos de belleza, nuestra monetización, vamos hasta la radicalización de nuestras posturas ideológicas en las que no opinas tu desacuerdo porque la mayoría dice estar de acuerdo.

Simplemente no puedo, a veces simplemente quiero desaparecer, no más críticas y autocríticas para encajar, no más búsqueda de aprobación, no más mentiras en redes, no más traiciones, no más modelo a seguir, no más responsabilidades, simplemente desvanecerte como la bruma del amanecer cuando el sol sube, así, sin despedidas, sin lágrimas lastrando o culpas encadenando…

Basta, parece autoflagelo con varias cuerdas trenzadas con espinas y no es el punto, empecé esto con una afirmación haciendo equilibrio en la frontera de la pregunta y ahí va ¿No te dan ganas de desaparecer? Si te dijera que solo es cuestión de decidirte ¿Lo harías?

Ya ves, ese es el problema con nuestra vida, no sabemos ni lo que queremos incluso cuando lo queremos, por un lado quieres desaparecer pero, por el otro, la intrascendencia es tu espada de Damocles en caída libre sobre tu primera decisión, ya sé, estás pensando en lo único que conoce el 99% de la humanidad de Shakespeare “Ser o no ser, esa es la pregunta. ¿Cuál es más digna acción del ánimo, sufrir los tiros penetrantes de la fortuna injusta, u oponer los brazos a este torrente de calamidades, y darlas fin con atrevida resistencia? Morir es dormir. ¿No más? ¿Y por un sueño, diremos, las aflicciones se acabaron y los dolores sin número, patrimonio de nuestra débil naturaleza?...”

Dejaré de darle vueltas, si quieres, yo ya encontré la solución, una que cae en lo que tu considerarías ultraterreno, ciencia ficción, fantasía o hasta magia ve tu a imaginar que es pero, yo la tengo y si la quieres, puedo entregártela.

Si te lo explico no lo entenderás. ¿no me crees? Solo porque creo que tu inteligencia es mayor que tu superstición… Verás, estoy muerto. No, no, no. Es decir, estoy vivo pero aquí, en este lugar, en este universo, no existo o mejor dicho, no existía hasta que llegué… A ver, va de nueva cuenta desde el principio.

Siempre quise desaparecer blablablá… eso ya lo sabes pues, bien, un buen día dando vuelta en una esquina di un paso y el día se volvió noche y en lugar de estar en México estaba aquí en la Nueva España siglo XXI. No, lo siento, no puedo explicarte que es México pero déjame decirte que en el s. XIX tu país se independizó. No, no pretendo caer en cuestiones económicas y políticas del cambio de sede de la capital del imperio de Europa a América… perdón Américo, aún resbalo en ciertos datos, como te explicaba, di un paso y listo, me desvanecí cual bruma matutina blablablá… es que ya vi en tu rostro que no me crees en lo absoluto y pues tengo cosas que hacer. Está bien, seguiré.

Hay infinidad de universos, ya sabes, la decisión que tomaste hace rato, en otro lado, otro tú tomó la contraria y otro tú, no decidió en absoluto y… ese es el punto, infinidad de posibilidades y todas reales según el gato de Schrödinger… ok, ok el cachorro de Schrödinger. Ahora llego al punto, verás, hay universos en los que no decidiste nada pues tu madre decidió por ti antes de que dieras la primera bocanada de aire, si hombre, que te sacaron de a pedacitos vía aspiradora. Ya, bueno, no estoy hablando de la ilegalidad en el Reino, estoy hablando de que en este universo yo no existí y por consiguiente, al querer dejar de tener todo lo que cargaba en mi universo pues me trajo aquí pues nadie me conoce, no hay registro de mí, no tengo madre, hermanos, hijos o mujer, ni carrera, ni obligación, bueno, ni siquiera nación.

¿Por qué tú? Porque es lo único que puedo hacer, yo no existo en este lugar, estoy muerto, soy un “producto” desechado ergo, no puedo interactuar con un lugar en el que ni quien me dio vida me la quiso dejar. No hombre, que no trato de convencerte de nada.

A ver, tú estás como yo estaba y pues por eso puedes verme e interactuar, no, no hay truco, digamos que soy tu aduana, si de verdad quieres dejar todo y desparecer pues ya estamos, tú lo haces y listo. No, no dolerá, es solo que se tiene que estar seguro y tomar la decisión… adelante pues.

Se sentía algo culpable pero, no le había mentido, él era un intruso en su vida, su mujer, sus hijos, sus hermanos, su madre, su trabajo… su vida, cierto, no era del todo igual pero en este universo lo único que cambiaba era una decisión que el no había tomado y eso era todo. Ahora bien, si lo que había averiguado y aprendido en las décadas de “no ser”, era que si lograba convencer a quien había ocupado la casilla que el destino había marcado como tuya en otro universo, podría deslizarse en la existencia de quien había partido y todo sería, salvo unos cuantos detalles sin importancia como la inexistencia de toda su historia nacional, como siempre debió ser y que en su egoísmo había perdido…

Ahora sabría la respuesta a la pregunta… ¿ser o no ser?... y daría lo que fuera… por SER.

TE RECOMENDAMOS:
Silencio incriminatorio