Maris Bustamante, fundadora del emblemático grupo Polvo de Gallina Negra y pionera en arte feminista, habla con La Razón acerca de las transformaciones que ha habido en los últimos años y de la manera en que su generación ha impulsado el trabajo de creadoras que ahora abordan en sus piezas temas de género como la violencia.
Cuando formó parte del grupo Polvo de Gallina Negra, ¿qué implicaba ser una artista que se concebía feminista? Como trabajadoras del feminismo en los años 70 fuimos parte de la Segunda Ola. La primera ola en México estaba constituida sobre todo por teóricas no artistas. Teníamos que inventarlo todo.
¿Mónica Mayer y usted qué enfrentaron en esa época? Si tú ves las reacciones que suscitan las feministas hoy en día podrás imaginarte lo que había que enfrentar entonces. Críticas, chismes, burlas, falta de interés, todo lo cual tendía a disminuir los logros. Personalmente, empezando por mi familia, de clase media, muy tradicionalista.
Lo que pasó fue que Mónica y yo nos dábamos fuerza primero las dos, y después nuestros maridos que, con todas sus contradicciones nos apoyaron siempre.
¿Cuál considera que fueron las principales aportaciones de Polvo de Gallina Negra y de qué manera cree que ha influido a artistas de generaciones posteriores? Creo que el principal logro fue el incorporar la validez del concepto arte feminista como parte de las discusiones sobre qué hacer y cómo hacerlo en el arte contemporáneo. Después, el haber contribuido para que las mujeres y hombres jóvenes encontraran ejemplos vivos y locales que extendieran su abanico de opciones hacia la sociedad, desde las artes.
¿Cuál ha sido la importancia del arte feminista para el movimiento feminista? Muchas veces discutimos sobre el analfabetismo visual en los sujetos que crean la teoría. Por eso tuvimos dificultades de interrelación con ellos. Con el tiempo estas dificultades quedarán subsanadas. El feminismo y sus logros, incluido el arte feminista, no van dirigidos solo a las mujeres sino a la sociedad en su conjunto.
En los últimos 10 años, ¿qué transformaciones ha tenido el arte feminista? Gracias a la cultura digital, y a las redes sociales, cada vez convence a más personas, se lo ve como algo natural y no antinatural. H probado que es también una herramienta intelectual para hacer mejores a los grupos sociales, incorpora nuevas temáticas sobre lo que es ser humanos, propicia la evolución de la especie a través de la horizontalidad cultural.
El arte y principalmente, el arte feminista, es transgresor… Toda temática o propuesta desde las artes o las ciencias que hace visible lo que estaba ahí pero no se veía y que causaba conflicto, si está bien dicho o representado, se vivirá como transgresor o disruptor del status quo. Esta situación, cuando se crece y entiende, permite el crecimiento de todos los involucrados. Así es como hemos salido de las cuevas.
¿Cuáles cree que son los principales pendientes en el arte feminista? El feminismo se ha hecho presente primero desde las mujeres, pero creo que llegará un momento en que los hombres y las mujeres se verán sólo como personas sin el concepto de poder de clase o identidad sexual. Pero todavía faltan muchas etapas de crecimiento en todos.
¿Qué ve en las jóvenes que ahora están haciendo arte feminista? Veo interés y procesos de conciencia en crecimiento constante. Espero que me toque ver trabajo sobre temáticas inéditas que den en los clavos pendientes. De todas maneras ahora les toca a ellas y ellos, ya que tienen la estafeta en la mano.
AG